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Personas dentro de un restaurante | Foto: Shutterstock
Personas dentro de un restaurante | Foto: Shutterstock

Millonario se burla de señora mayor en el restaurante hasta que ve al alcalde acercándose a ella - Historia del día

Un hombre de negocios iba a recibir un premio en una cena de gala especial con el alcalde, pero le tocó sentarse junto a una anciana cuya apariencia no le agradó.

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Jorge Tovar se había arreglado para lo que sería una gran velada. Lucía muy elegante y esta noche el alcalde lo honraría por sus contribuciones a la comunidad.

Industrias Tovar era una empresa con una gran tasa de empleos en la ciudad y una importante contribuyente de la escena cultural local. Jorge sintió que el Premio al Hombre del Año que estaba a punto de recibir se lo merecía con creces.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Tenía muchas ganas de codearse con las personas influyentes y famosas de la ciudad, pero cuando llegó al evento, se sorprendió un poco.

Uno de los ayudantes del alcalde lo condujo al enorme salón privado del lujoso restaurante y lo llevó a una de las mesas justo en el frente, la mesa VIP. Y luego vio a la mujer que estaba sentada a su lado.

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De acuerdo con el marcador frente a ella que mostraba su nombre, se llamaba Sra. Juliana Figuera. Ella era una mujer grande y el vestido que llevaba se adhería a cada una de sus curvas.

Estaba usando un traje de licra estampado con un remolino de llamativos colores neón. También llevaba un ridículo sombrero de paja firmemente sujeto en la parte posterior de la cabeza y anteojos en la punta de la nariz.

Jorge miró alrededor de la habitación. Las otras mesas estaban llenas de hombres con esmóquines y mujeres hermosas y sofisticadas con elegantes vestidos de diseñador. ¡Tenía que haber un error! El hombre estaba irritado, y la irritación se estaba convirtiendo en ira.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Se inclinó hacia Juliana con su sonrisa más encantadora. “Entonces”, dijo, “¿Usted es del personal de limpieza? Le pregunto por la forma en que está vestida...”, dijo el hombre.

La señora se volteó roja de vergüenza. Jorge siguió. “¿Está invitada?”, preguntó. “¿O acaba de colarse? ¡Están obligados a echarla si es así!”.

Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas y apartó la cara. Pero él continuó: “¿De dónde sacó ese vestido? ¿La papelera del centro de donaciones? Y ese sombrero... ¿qué es? ¿basura elegante?”.

Entonces Jorge vio que el alcalde caminaba hacia su mesa y decidió que resolvería la situación con él. Estaba seguro de que él le diría a su ayudante que trasladara a la anciana a otra mesa al fondo de la sala.

Pero para su sorpresa, el alcalde saludó a la mujer por su nombre, sonrió y le estrechó la mano.

Jorge se puso de pie y caminó hacia el hombre. “¡Señor alcalde!”, dijo, extendiendo su mano. "¡Qué bueno verlo!”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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“Señor Tovar”, dijo el alcalde, “¡es un honor tenerlo aquí esta noche!”.

“¿Lo es?”, preguntó Jorge con una sonrisa amarga. “Pensé que estaba aquí para ser honrado, pero a juzgar por mi compañera de mesa, ¡estoy empezando a dudar de eso! ¿Ya la vio?”.

El alcalde le lanzó a Jorge una mirada extraña y le quitó la mano de encima. “¿Se refiere a la Sra. Figuera?”. La voz del alcalde era fría.

“Si se refiere a esa reliquia que usa ropa de tercera, entonces sí”, dijo Jorge con arrogancia. “Me refiero a la Sra. Figuera. Como un hombre que ha contribuido tanto a esta comunidad, definitivamente merezco mejor compañía y más respeto”.

“¿Respeto?”, preguntó el alcalde, y ahora su voz goteaba hielo. “La señora Figuera está aquí para recibir una medalla póstuma. Su hijo, David, fue el bombero que murió salvando a doce personas del incendio del centro de la ciudad en abril”.

“Creo que ella le ha dado más a esta comunidad que nadie, incluyéndonos a usted y a mí. Si no se siente honrado en su presencia, no merece estar aquí”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Y con eso, el alcalde le dio la espalda a Jorge y se alejó. El hombre se sentó, con el rostro ardiendo de vergüenza. Esta mujer a la que había humillado y menospreciado había perdido a su hijo en un acto de heroísmo, ¿y qué había hecho él?

Solo sabía gastar el dinero. Además, tenía que admitir que su primer millón había sido un regalo de su padre. Había tomado ese capital y había construido un imperio para lucrarse. Pero el hijo de la Sra. Figuera había dado su vida por los demás.

Cuando el alcalde pronunció su discurso y llamó a la Sra. Figuera al escenario para recibir la medalla al valor de su hijo, Jorge Tovar se puso de pie aplaudiendo.

Luego fue su turno. El alcalde anunció el Premio al Hombre del Año, y Jorge se acercó y recibió la pequeña estatuilla y el micrófono con una sonrisa.

“Damas y caballeros, señor alcalde”, dijo Jorge. “Aunque me siento honrado de recibir este premio, debo rechazarlo”.

“Hay otro que es más digno de ser el Hombre del Año, David Figuera, y dado que no puede estar aquí con nosotros esta noche, quisiera pedirle a su madre, la Sra. Juliana, que lo acepte en su nombre, con nuestro profundo agradecimiento y respeto”.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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La sala se puso de pie y aplaudió frenéticamente cuando la sonrojada Sra. Figuera volvió a subir al escenario y, cuando llegó, Jorge hizo una reverencia y le besó la mano respetuosamente.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • No juzgues a las personas por su apariencia, su estado financiero o social. Jorge despreció a la Sra. Figuera porque se veía pobre y mal vestida, pero merecía un gran respeto.
  • Los sabios aprenden de sus errores. Jorge era un hombre lo suficientemente bueno como para darse cuenta de que había cometido un error y enmendarse con la Sra. Figuera rindiendo homenaje a su hijo.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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