Indigente halla el diario personal de una chica en el basurero y corre a ayudarla - Historia del día
David descubrió el diario de una chica mientras hurgaba en un basurero y se sorprendió por su contenido. Necesitaba ayudarla y acudió a su amigo para salvar a la joven de una situación terrible.
“Ok, me tengo que ir, hombre. ¡Nos vemos!”. David se despidió de su amigo Sergio, que acababa de darle un pan del día anterior de su trabajo.
Sergio tenía 60 años y había estado haciendo pan para la panadería donde trabajaba durante décadas. Un día se hizo amigo de David, un joven de 25 años, cuando lo vio hurgando en la basura detrás del local.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
El resto es historia. David iba casi todos los días a ver si Sergio tenía algo para él, y siempre tenía algo que darle. El hombre mayor incluso se había ofrecido a dejar que el joven se mudara con él por un tiempo, pero David no quería abusar de su amabilidad.
“¡Genial! Nos vemos mañana”, gritó Sergio mientras entraba a la panadería por la puerta trasera para volver a trabajar.
Ahora que estaba solo, David rebuscó en algunos de los botes de basura. La panadería estaba ubicada en un área comercial de la ciudad, y casi todas las tiendas tiraban allí su basura. Así que a menudo encontraba comida en buen estado y a veces ropa vieja.
Esta vez, estaba buscando libros o periódicos. Le encantaba leer, aunque no podía pagar nada nuevo. Pero a veces, alguien tiraba algo que él pudiera ojear.
Tuvo suerte porque había una gran pila de periódicos en un gran bote de basura. No sabía qué tan viejos eran, aunque serían una gran opción para pasar el tiempo.
Pero descubrió algo más. En el bote también había algunos cuadernos y uno de ellos estaba lleno de escritos. “Es un diario”, dijo David y lo tomó.
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Se preguntaba si alguna chica lo había perdido en algún momento. Tal vez lo devolvería, pero por ahora, esa sería su nueva forma de entretenimiento.
Fue a su rincón habitual, colocó una taza frente a él para ver si alguien dejaba caer un centavo o dos, y comenzó a leer. Nunca imaginó lo que descubriría en esas palabras.
Unas horas más tarde, David cerró el diario y se pasó una mano por la cara, pensando. Pertenecía a una chica llamada Lorena Martín. Era huérfana y saltó por hogares de acogida antes de cumplir los 18 años. Pero su verdadera pesadilla había comenzado después.
Conoció a un hombre mayor de unos 30 años y se enamoró de él. Se casaron y ella quedó atrapada en un matrimonio de pesadilla. Era un tirano y la trataba como a una criada.
Además, descubrió que él se había casado y divorciado varias veces en el pasado por la forma en que trataba a las mujeres. El hombre también tenía antecedentes penales y un historial de violencia doméstica, que ella estaba experimentando ahora.
Pero a David le llamó la atención la última página escrita por la joven: “Por favor, estoy tirando este diario, esperando que alguien lo lea y me ayude. Necesito salir de esta situación. Esta es mi dirección”.
“¡Si puedes ayudarme, por favor ven! No puedo soportar mucho más de esta situación, y la policía no me ayuda porque él todavía no me ha golpeado. Pero cada día empeora”.
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“Me grita todo el tiempo y siempre está bebiendo. Ya casi no puedo salir de casa. ¡Por favor, ayúdame!”, decía el escrito de la chica.
David no podía dejar pasar el problema. Leyó la dirección en el diario y se dio cuenta de que estaba cerca. Pero ¿qué podía hacer? No tenía hogar y no tenía forma de proteger a la joven.
Obviamente, su marido había encontrado a una chica vulnerable y la había engañado. Ahora, la estaba maltratando y alguien tenía que detenerlo. Tuvo que preguntarle a su amigo Sergio qué pensaba.
“Creo que deberíamos llamar a la policía”, dijo Sergio cuando David le explicó la situación y le pidió consejo.
“Pero ella ya dijo que la policía no la ha ayudado porque él todavía no la ha golpeado, pero el abuso se presenta de diferentes formas. Tenemos que hacer algo. Pobre chica”, le suplicó David a su amigo.
“Dios, esto podría complicarse, pero en realidad conozco un refugio para mujeres donde ella podría estar a salvo”, reveló Sergio.
“¿De verdad?”.
“Sí, pero te ayudaré con una condición”.
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“¿Qué?”, preguntó David, confundido.
“Déjame ayudarte también. Sacamos a esta chica y la llevamos al refugio y tú te vienes a vivir conmigo”.
“Déjame ayudarte a conseguir un nuevo trabajo y a recomponer tu vida. ¿Qué te parece?”, ofreció Sergio, pues era una excelente oportunidad para salvar a más de una persona que lo necesitaba.
David lo pensó por varios minutos. No estaba seguro de estar listo para entrar al mundo una vez más después de haber sido un indigente durante tantos años. Pero alguien tenía que ayudar a esta chica.
“Está bien, estoy de acuerdo”, contestó.
“Ok, vamos a hacerlo. Pero primero debemos buscarte otra ropa”, dijo Sergio, sorprendiendo a su amigo más joven.
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“¿Si?”. Dijo un hombre corpulento de cabello gris y barriga cervecera mientras les abría la puerta a Sergio y a David, ambos bien vestidos.
“¿Está Lorena aquí?”, preguntó Sergio tan cortésmente como pudo.
“¿Quién pregunta?”, dijo el hombre mientras fruncía el ceño y se cruzaba de brazos. Su pose les hacía ver que no dejaría a la joven hablar con ellos fácilmente.
“Mi nombre es Sergio. Soy el abuelo de Lorena y David es su hermano. Recientemente nos enteramos de su paradero después de intentar encontrarla durante años, y necesitamos hablar con ella ahora”, continuó el panadero mientras David asentía.
“Lorena no tiene familia. Ella es mi esposa y no va a salir”, les dijo el hombre y estaba a punto de cerrarles la puerta en las narices cuando el hombre más joven lo detuvo.
“Si no nos dejas hablar con ella en este momento, llamaremos a la policía y vendremos por ella más tarde”, amenazó tan levemente como pudo.
El hombre frunció los labios y el ceño, y finalmente llamó a Lorena gritando. Obviamente, no quería que la policía se involucrara en esto de ninguna manera. Seguro tenía un terrible historial criminal.
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“¿Sí?”.
“Estos hombres quieren hablar contigo. ¿Los conoces?”, le dijo el hombre a Lorena con tono burlón. Ella era de tamaño menudo y se encorvó tan pronto el hombre comenzó a hablar.
“Lorena, ¿eres tú?”, preguntó David, interrumpiendo al individuo y mirándola con ojos amables.
“Sí, ¿quién es usted?”, respondió ella en voz baja.
Él se acercó y sacó el diario de la chica. De repente, ella levantó las cejas y lo miró con esperanzas. Sergio los miró a ambos y articuló la palabra “corran”. Su esposo detrás de ella se había distraído por un segundo con el teléfono que estaba sonando dentro de la casa.
David agarró la mano de Lorena y Sergio los siguió de cerca. El hombre les gritó y trató de correr detrás de ellos, pero no pudo alcanzarlos y comenzó a toser justo afuera de la casa.
Los dos hombres bondadosos que ayudaron a Lorena la llevaron al refugio de mujeres cercano y allí la recibieron con los brazos abiertos. Ella iba a recibir ayuda, terapia y posiblemente orientación para encontrar trabajo.
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Ahora, David tenía que cumplir su promesa de aceptar la ayuda de Sergio y recuperar su vida. Siempre estaría agradecido con su amigo panadero.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Ayuda a alguien si puedes. Si tienes la capacidad de ayudar a alguien cuando más lo necesita, intenta hacerlo.
- Aprende a aceptar ayuda. A diferencia de Lorena que pedía auxilio a gritos, David estaba más reacio a recibir ayuda. Pero finalmente permitió que su amigo lo ayudara.
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