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Basura en la calle | Foto: Shutterstock
Basura en la calle | Foto: Shutterstock

Hombre sin hogar encuentra un cuadro entre la basura y decide venderlo - Historia del día

Guadalupe Campos
07 oct 2021
01:30

Samuel Sifontes encontró un cuadro en la basura y lo vendió a una casa de artículos usados por unos pocos billetes. El dueño descubrió que era una pintura valiosa y la vendió para renovar su negocio. Pero cambió de opinión.

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Rafael Puentes tenía un pequeño negocio de usados y antigüedades en Santa Fe. No era el negocio más grande del rubro en la ciudad, ni tampoco el mejor, pero no le iba mal tampoco. Soñaba con remodelarlo para atraer más clientes, pero no tenía el dinero para esos lujos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

Un día, un hombre sin techo con la ropa muy sucia y maloliente entró a su local con una pintura entre manos. Su empleada, casi una adolescente, le tenía un poco de miedo, así que fue él en persona a atenderlo.

"¿En qué lo puedo ayudar?", le dijo, tras presentarse.

"Hola, señor. Mi nombre es Samuel Sifontes, mucho gusto. Mire, me encontré este cuadro en la basura y quería saber si podía venderlo. ¿Usted estará interesado? ¿Cuánto podría darme?".

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Rafael lo miró. Era muy bonito, y la pintura estaba muy bien ejecutada, pero no le resultaba reconocible. "Le puedo dar 20 dólares, ¿le parece?", respondió.

El indigente aceptó el dinero y se marchó. Rafael limpió la pintura y la acomodó en un lugar visible.

Durante el día, se le ocurrió que tenía que averiguar más sobre esa pintura. Era muy buena para ser un cuadro amateur. Se preguntó por qué alguien la habría tirado a la basura. Estaba firmada, pero no conseguía entender el nombre.

Subió una fotografía del cuadro a un foro de arte, esperando que alguien lo ayudara a identificar al artista. Un extraño dijo que se parecía a "Perseverancia", del pintor surrealista Pablo Ibáñez Andúriz.

Rafael siguió investigando, y vio que Ibáñez Andúriz en efecto era un pintor reconocido, fallecido hacía tiempo, y que sus obras eran muy buscadas. Supuso que lo suyo sería una copia, pero aun así podía valer algo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

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Decidió consultar con un amigo especialista en arte, Diego Incháustegui. Lo llamó y le pidió que lo visitara por la tienda.

"¿Y Diego? ¿Qué crees? ¿Valdrá algo?", le preguntó.

"Puede que sí. La firma parece la de Renata Dalmacio, una discípula de Ibáñez Andúriz", dijo.

"¿No es un original de Ibáñez Andúriz entonces?"

"No, las obras de Ibáñez Andúriz se venden en grandes subastas de las que salen en los periódicos, nadie en su sano juicio tiraría un cuadro suyo a la basura. Igual es un hallazgo, las de Dalmacio también valen algo".

Le explicó que la pintura podía valer varios miles de dólares. Rafael entonces subastó la pieza por Internet, y obtuvo 4900 dólares.

Estaba muy contento con su negocio: al fin podría hacer mejoras a su negocio. Pero entonces se cruzó con una mendiga que pedía monedas.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

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Le dio unas monedas a la mujer, y recordó al indigente sucio que le había traído la pintura. Rafael sabía que técnicamente no le debía nada: él había aceptado feliz los 20 dólares. Pero igual la culpa lo invadía.

Ese hombre no tenía nada, y la pintura se había vendido mucho mejor de lo que Rafael esperaba. "No es justo, tengo que encontrarlo", se dijo. Así que se puso a rastrearlo entre los mendigos de la ciudad.

Una anciana le dijo que Samuel Sifontes solía revisar la basura por la noche detrás de un supermercado. Así que allí fue Rafael a buscarlo.

Rafael fue a buscarlo a la hora del cierre y él estaba allí." ¿Samuel Sifontes?", preguntó con cautela.

"¿Sí? ¿Te conozco?", preguntó Sam, entrecerrando los ojos.

"Sí, soy el dueño de una tienda de segunda mano al que vendiste un cuadro hace unas semanas. ¿Podemos hablar?", reveló Rafael.

"Por supuesto. Gracias por comprarlo. No había comido ese día, y esos $20 fueron útiles", agregó Samuel.

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"Ven conmigo a mi tienda y te lo explicaré", insistió Rafael. Samuel se subió al coche. Al llegar, el comerciante le sirvió una taza de té con bizcochos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Luego pasó a explicarle lo que había pasado con el cuadro. "¡Qué bueno para ti! Nunca hay que subestimar el arte, ¿eh?", dijo.

"¿No pedirás nada del dinero?", preguntó Rafael.

"¿Por qué? Era tu pintura, me la compraste. Así son las cosas", dijo. Rafael se quedó de una pieza: cualquier otra persona hubiera reclamado.

Samuel le contó su historia: había perdido su trabajo hacía una década en medio de la crisis económica. A causa de eso, había dejado de poder pagar su hipoteca, y se había quedado sin casa. Sin familia ni amigos cercanos, lo perdió todo.

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"No es fácil. Una vez que caes en ese ciclo es muy difícil salir de la calle. Todo está en tu contra y nadie quiere contratarte".

"No te preocupes, te ayudaré", dijo Rafael.

Así que el comerciante decidió usar el dinero para alquilar un apartamento para Samuel. Le dio el dinero restante, y usó sus contactos para conseguirle un empleo como cajero en un hipermercado.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Samuel no tenía experiencia en ese puesto, pero se lanzó a la oportunidad y puso lo mejor de sí. Pudo ahorrar para amoblar su casa, y luego también para mudarse a un lugar un poco mejor. Su vida había cambiado mucho.

Un día, compartía el té con Rafael en la tienda de usados, y le preguntó: "¿Por qué me ayudaste? No estabas obligado a hacerlo".

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"Lo dijiste entonces, sí. Ya sé que técnicamente nada me obligaba. Pero usar ese dinero no me parecía lo correcto", dijo Rafael. "Y me alegra que haya servido para que pudieras salir de la calle, no me arrepiento de eso".

Meses más tarde, Rafael pidió un pequeño préstamo para poder mejorar su negocio. Lo hizo, y el negocio prosperó. En cuanto a Samuel, se convirtió en uno de sus mejores amigos.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Ayuda a tu prójimo. Si tienes los medios para ayudar a alguien que lo necesita, hazlo. Puede cambiar significativamente su vida.
  • Haz lo correcto. A veces, hacer lo correcto puede interferir en tus planes, pero es mejor hacerlo que vivir con culpa.

Comparte esta historia con tus amigos. Puede alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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