Chica pobre vende reliquia familiar para cirugía de abuela: la ve en la puerta de su casa días después - Historia del día
Una chica pobre llamada Cynthia vendió su reliquia familiar para pagar la operación de su abuela. Días después, se sorprendió al ver el objeto de vuelta en la puerta de su casa.
Cynthia creció en un hogar lleno de amor, pero su familia no tenía mucho dinero. Sus vecinos, en cambio, eran dueños de una cadena de supermercados. Ella siempre jugaba con el hijo de la pareja, Julián.
La joven no lo sabía, pero Julián estaba enamorado de ella en ese momento. Cuando jugaban frente a sus casas, él recogía flores para Cynthia y compartía con ella sus caros chocolates y caramelos.
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Sin embargo, sus padres no aprobaban su amistad e intentaban por todos los medios mantener a los dos niños alejados el uno del otro. "Julián, ella va a influir en tu forma de actuar. Acabarás siendo revoltoso e infantil", le decía su madre. "Deberías estar dentro recibiendo clases de música y yendo a los entrenamientos de fútbol en lugar de jugar en el patio".
Los padres de Cynthia podían sentir que la familia de Julián los miraba con desprecio, así que ellos también le pedían que mantuviera las distancias. Sin embargo, como los dos iban al mismo colegio, acabaron siendo amigos.
Al llegar a la escuela secundaria, Julián empezó a ser acosado cuando sus compañeros se enteraron de que el heredero de un negocio multimillonario estudiaba en un colegio público.
Cynthia siempre defendió a Julián, llamando la atención a quienes lo juzgaban. "Él y su familia son prácticos", decía. "¿Y qué si quieren que Julián asista a una escuela pública como el resto de nosotros?".
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Durante todo el bachillerato, sus compañeros siguieron llamando a Julián el “extraño niño rico". Esto se debía a que siempre se interesaba por las antigüedades, algo que no era común a su edad. Cynthia no prestó atención a esto y siguió siendo su amiga.
Un día, Julián decidió confesar por fin sus sentimientos por Cynthia en un baile de su colegio. Se aseguró de vestirse lo mejor posible y de llevar consigo una caja de los mismos chocolates y caramelos que le regalaba a Cynthia cuando eran niños.
Sin embargo, cuando llegó al baile, se sorprendió al verla con una cita. "Hola", la saludó cuando llegó.
"Hola, Julián. Sé que dije que no vendría con una cita, pero bueno, Andrés me invitó y me pidió salir". Andrés era el capitán del equipo de fútbol y el chico más popular de la escuela. Siempre le había gustado Cynthia, así que la cortejó.
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Julián quería respetar la relación de su amiga. Aunque temía que Andrés la hiriera, decidió hacerse a un lado y limitarse a observarlos desde la distancia.
Tras graduarse de la escuela, Julian y Cynthia tomaron caminos distintos. Él se fue a estudiar negocios en una importante universidad de Madrid, mientras que Cynthia se quedó en Valencia.
Años después, cuando Julián decidió volver a vivir con sus padres en Valencia, se enteró de que los padres de Cynthia habían fallecido en un extraño accidente de coche. Llegó justo a tiempo para el funeral y presentó sus respetos.
"Lamento tu pérdida", le dijo. En ese momento, Cynthia no podía consolarse y estaba destrozada. Lloró durante todo el funeral y Julián la apoyó haciéndole compañía.
Cuando Cynthia pudo recuperar la compostura, finalmente saludó a Julián como es debido. "Gracias por asistir al funeral", dijo en voz baja.
"Por supuesto. No hace falta ni que lo menciones", respondió Julián. "¿Cómo has estado? ¿Qué haces hoy en día?", preguntó.
"Dirijo una cafetería local. También estoy comprometida, de hecho. Con Andrés", reveló Cynthia, mostrando el anillo en su dedo.
"Oh", dijo Julián, sorprendido. Aunque habían pasado años, seguía sintiendo lo mismo y esperaba que su visita a Valencia hiciera saltar la chispa entre ellos. "¡Felicidades!", respondió.
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"¿Dónde está él ahora? No lo he visto", preguntó Julián.
"Ha estado ocupado en el trabajo y no pudo venir", explicó Cynthia.
A Julián no le pareció bien que Andrés dejara a Cynthia en su momento más vulnerable, pero decidió no interferir. En cambio, le hizo saber que en caso de que necesitara algo, él estaba a una sola llamada.
Por segunda vez en sus vidas, Julián decidió respetar la relación de Cynthia y alejarse. Esta vez, se esforzó por seguir adelante.
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El joven montó una pequeña tienda de antigüedades en la ciudad mientras seguía trabajando en la cadena de supermercado de la familia.
Mientras tanto, Cynthia quedó embarazada después de casarse y dejó de trabajar. Durante su gestación, su abuela se enfermó y necesitó una operación de urgencia que costó una fortuna. Por desgracia, Andrés no estaba dispuesto a desembolsar dinero e insistió en que Cynthia vendiera un par de sus objetos de valor para poder pagar la operación.
"La abuela ya es vieja, Cynthia. Nosotros, en cambio, tenemos que pensar en nuestra familia y en el futuro de nuestra hija. No puedo gastar mis ahorros en su operación cuando sé que tengo que gastar en el nacimiento de nuestra bebé dentro de un par de meses", dijo.
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Cynthia no podía creer que Andrés estuviera insinuando que debía dejar morir a su abuela. Esto la hizo cuestionar si quería seguir casada o no.
La gota que colmó el vaso fue cuando Andrés se negó a dejar que la abuela viviera con ellos para poder cuidarla. Dijo que no quería que su casa "oliera a muerte".
"¿Andrés? ¿Cómo puedes hablar tan mal de mi abuela? ¡Muestra un poco de respeto!", dijo ella.
"¡Ya estás pasando todo tu tiempo con ella! ¿Y qué hay de mí? ¿No tienes obligaciones conmigo como marido? Nuestra casa es un desastre, yo como sobras todos los días, ¡todo porque tú estás en casa de tu abuela día y noche!", argumentó él.
"Estás siendo ridículo, Andrés. Ella está enferma".
"¿Sabes qué? Sigue adelante y vive con ella. De todos modos, te preocupas más por ella que por mí. Quiero salir de esta relación, si es que puede llamarse así".
Cynthia lloró. Estaba embarazada, sin trabajo y ahora sola. Recogió sus cosas y se dirigió a la casa de su abuela.
"Abuela", lloró. La mujer mayor, aunque estaba postrada en la cama, le tendió la mano a Cynthia. "Andrés me dejó".
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Cuando dejó de llorar esa noche, Cynthia miró bien a su abuela, que estaba profundamente dormida. "Voy a hacer todo lo posible para que estés conmigo, abuela. Te lo prometo", susurró. Estaba dispuesta a vender cualquier cosa para poder salvar su vida.
Cynthia recordó que tenían una reliquia familiar en casa de la que su madre y su padre siempre hablaban. Tras encontrarla en un viejo baúl, decidió visitar la tienda de antigüedades de Julián al día siguiente para venderla.
"¡Cynthia! ¡Qué sorpresa!", dijo Julián al verla entrar.
"Hola", saludó ella. "Necesito vender esto para poder pagar la operación de mi abuela. ¿Cuánto crees que vale?", le preguntó.
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"Oh, vaya. Es un reloj único", dijo Julián mientras lo examinaba. "Puedo comprártelo por 50.000 dólares".
Cynthia se quedó sin palabras. Pensó que como mucho podría conseguir unos 5.000 dólares por el reloj. "¿Hablas en serio?", preguntó.
Julián asintió. "Se trata de una fina pieza de joyería de principios del siglo XX. Puedo venderlo a un museo o a un coleccionista de alto nivel", explicó.
Sin pensarlo más, Julián le entregó a Cynthia un cheque por 50.000 dólares. "Espero que tu abuela se recupere. Si alguna vez necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme. ¿De acuerdo?".
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"Gracias, Julián. De verdad, gracias", dijo Cynthia antes de salir corriendo por la puerta para llevar a su abuela al hospital.
Lo que ella no sabía era que vivían en un pueblo muy pequeño. Julián estaba al tanto de su difícil situación y de que Andrés la había dejado, por lo que quería ayudarla tanto como pudiera.
Ese mismo día, Cynthia pudo pagar la operación y le sobró algo de dinero para el nacimiento de su hija.
Cynthia permaneció al lado de su abuela durante un par de días mientras se recuperaba en el hospital. La operación fue un éxito y Cynthia no podía estar más contenta.
Cuando llegaron a casa, se sorprendió al ver un paquete en el correo. Lo abrió y vio su reliquia familiar, esta vez con una nota de Julián.
“Querida Cynthia,
Espero que la operación de la abuela haya ido bien. Me gustaría devolverte esto. Debe estar con tu familia, no en un museo o en mi tienda de antigüedades.
También me gustaría aprovechar esta oportunidad para decirte de una vez por todas que a través de los años, siempre he estado enamorado de ti. Siempre he pensado que he perdido mi oportunidad contigo, pero ahora que sé que ya no estás con Andrés, no quiero perder más tiempo. Te quiero, Cynthia, y siempre lo he hecho”.
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Cynthia estaba aturdida. Intentó enterrar sus sentimientos por Julián desde que eran niños, ya que siempre pensó que no eran compatibles el uno con el otro. Mientras que ella era de una familia pobre, Julián era rico. Creyó que los padres de él nunca aprobarían su relación, por lo que siempre lo trató como un amigo.
Sin embargo, esta vez decidió hacer algo por su propia felicidad. Se dirigió a la tienda de antigüedades de Julián para darle una respuesta a su carta.
"Hola", le saludó ella. Colocó la reliquia familiar en la mesa frente a él.
"Por favor, Cynthia. Es tuya. Quédatela", insistió Julián, intentando devolverla.
"No, Julián. Es tuya. Quiero que la tengas", sonrió ella. "Siempre he sentido algo por ti. ¿Lo sabías?", empezó a decir ella. "Pero siempre pensé que éramos de mundos distintos. Soy una chica pobre, tú eres un hombre rico. Tus padres nunca lo habrían aprobado", explicó Cynthia.
"Así que me esforcé por mantener mis sentimientos a raya. Te traté como a un buen amigo que no quería perder, y de alguna manera, siguió siendo así. Pero ahora, aquí estoy, aprovechando mi oportunidad. Te quiero, Julián, y no por lo que tienes o por lo que hemos pasado, sino por lo que eres. Eres un gran ser humano y estoy agradecida de tenerte en mi vida", sonrió.
Julián no pudo evitar llorar. Llevaba toda su vida esperando este momento y no podía creer que por fin estuviera sucediendo.
Los padres de Julián ya sabían lo mucho que su hijo quería a Cynthia, y se dieron cuenta de que estaría mal que le privaran de la felicidad, así que la recibieron con los brazos abiertos.
Julián trató a la hija de Cynthia como si fuera suya y, al cabo de un par de años, tuvieron dos hijos. Se mudaron a una hermosa casa de campo donde siguieron cuidando a la abuela de Cynthia, que vivió una larga y feliz vida con ellos.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Siempre habrá gente que quiera ayudarte: A lo largo de los años, Julián siguió siendo una figura constante en la vida de Cynthia y siempre quiso ayudarla.
- Todo el mundo merece una segunda oportunidad: Cynthia se sintió desamparada después de que Andrés la abandonara mientras su abuela estaba enferma. Sin embargo, recibió una segunda oportunidad de tener una vida feliz y tranquila cuando Julián le confesó su amor eterno.
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