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Bebé recién nacido | Foto: Shutterstock
Bebé recién nacido | Foto: Shutterstock

Mujer ayuda su vecina a dar a luz y descubre que su esposo es el padre - Historia del día

Mayra Pérez
19 ene 2022
20:40

Una mujer casada ayuda a su vecina a dar a luz en casa, luego descubre que el padre del bebé es su propio marido.

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Sara Hurtado conocía a Érica Veliz desde hacía más de seis años. Se habían mudado a la casa de al lado la misma semana que ella y su esposo Kevin; ambas parejas estaban recién casadas y entablaron una amistad con facilidad.

Pero al cabo de uno o dos años, Sara se dio cuenta de que los Veliz tenían problemas. Lester era celoso y hacía de la vida de su pobre esposa un infierno. Ella se compadecía de Érica, que en apariencia era fiel a su esposo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

Las cosas se volvieron cada vez más desagradables a medida que pasaba el tiempo. Las peleas a gritos se hicieron cada vez más estridentes, y las dos parejas dejaron de salir juntas.

Sara a menudo veía a Érica llorosa e infeliz, y aunque Lester siempre era amable y cortés, nunca le daba la oportunidad de defender a su amiga.

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Un día, Sara se encontró con su vecino en el supermercado y decidió tomar el toro por los cuernos. “Lester”, dijo con cuidado, “sé que no es de mi incumbencia, pero odio verlos a los dos tan infelices. ¿Has pensado en la terapia de pareja? Érica te quiere mucho…”

Lester la miró y luego dijo: “Escucha, Sara, si yo fuera tú, no defendería a Érica. Crees que es tu amiga, pero no lo es”. Luego le dio la espalda y se alejó.

Solo tres semanas después, Lester abandonó a Érica y Sara se horrorizó al descubrir que su amiga estaba embarazada de tres meses. “Pero Érica, ¿le dijiste?”, preguntó Sara.

Érica no podía dejar de llorar. “Lo hice, Sara, ¡pero dijo que no era suyo, que lo había estado engañando! ¡No puedo tener este bebé sola, no puedo!”.

Sara levantó la barbilla con decisión. “¡No es así! ¡Te prometo que Kevin y yo estaremos contigo en cada paso del camino!”. Érica abrazó a Sara, sollozando de gratitud.

Esa noche, Sara le contó a Kevin lo que estaba pasando en la casa de al lado. “Le dije a la pobre Érica que estaríamos con ella, y la ayudaríamos durante su embarazo”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Kevin no parecía en lo más mínimo emocionado. “Honestamente, Sara, ¡ojalá no fueras tan impulsiva! ¡Es una gran responsabilidad, y ni siquiera conozco muy bien a esa mujer!”.

“¡Hemos vivido al lado de ella durante seis años, Kevin!”, exclamó Sara. “¡Ella es mi mejor amiga y pensé que te caía bien!”.

“No realmente”, dijo Kevin. “Ella está bien, supongo, pero siempre ha sido más tu amiga que la mía”.

“Ay, cariño”, dijo Sara con ternura, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de su esposo y besándolo. “¡Por favor, sé amable con la pobre chica, no tiene a nadie!”. Kevin accedió finalmente a su petición.

Así que fue Sara quien acompañó a Érica a todas sus citas médicas y sus escaneos, a la nutricionista, a las clases de Lamaze, e incluso al curso de parto natural para traer al bebé al mundo sin ayuda médica.

“¡No es que tenga la intención de tener a este bebé en otro lugar que no sea un hospital con muchos analgésicos!”, dijo Érica. “¡Pero es bueno estar preparada!”.

Y fue algo bueno, porque una tarde Érica llamó a su vecina jadeando: “¡Creo que es hora!”. Sara corrió de inmediato y se sorprendió al encontrar a su amiga en un charco de líquido.

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“¡Has roto fuente!”, exclamó Sara con preocupación. “Voy a llamar al hospital”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

El hospital le informó que pasaría al menos media hora, si no más, antes de que la ambulancia pudiera estar con ellos, así que Sara hizo que Érica se sintiera lo más cómoda posible.

Se dio cuenta de que las contracciones de Érica eran cada vez más cercanas... ¡Se asomó y vio con temor que la cabeza del bebé se estaba asomando! “Érica”, gritó, “¡el bebé viene!”.

“¡No puede ser!”, gritó Érica, agarrándose el vientre. “¡Se supone que tomaría horas!”.

“Bueno”, dijo Sara. “¡Listas o no, va a nacer ahora!”. Y corrió a buscar agua caliente, una gruesa manta, unas tijeras y un poco de cuerda. Arrodillándose junto a las rodillas separadas de Érica, Sara la animó a pujar.

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Sara miró sin aliento mientras el bebé salía del cuerpo tenso de Érica. Con ternura lo atrapó y lo colocó sobre la suave manta mientras amarraba y cortaba el cordón umbilical, tal como le habían enseñado en la clase de parto natural.

Entonces Sara cogió al bebé. “¡Es un niño!”, le gritó a la exhausta Érica. “¡Un bebé hermoso y perfecto!”. Sara comenzó a limpiar al bebé suavemente y descubrió que el bebé tenía algo muy inusual.

A un lado de su cuello tenía un pequeño bulto duro, uno que se le hizo familiar. Su marido tenía uno exactamente igual. Mirando a la pequeña e inocente criatura en sus manos, Sara de repente lo entendió todo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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“Tenías una aventura y era con mi esposo”, susurró.

Érica contuvo la respiración y trató de sentarse.

“No, Sara, nunca…”

“¡No me mientas, tengo la prueba aquí mismo!”, dijo, levantando al bebé en sus manos.

“¡No le hagas daño!”, gritó Érica. “Sí, es de Kevin. Hemos sido amantes durante seis años, te diré lo que quieras, ¡pero no le hagas daño a mi bebé!”.

“Nunca lastimaría a tu bebé, Érica”, dijo Sara con desdén. “No soy como tú. No destruyo la felicidad de otras personas”. Sara puso al bebé en los brazos de Érica y la dejó esperando sola la ambulancia.

Esa noche, cuando Kevin llegó a casa, la encontró vacía y en silencio. Sara lo había dejado sin decir una palabra y solicitó el divorcio. Le tomó mucho tiempo aprender a confiar nuevamente.

Unos años más tarde Sara conoció a un hombre maravilloso y se volvió a casar. Ahora es una mujer feliz, y ella y su nuevo esposo esperan su segundo bebé.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • No siempre sabemos lo que en realidad ocurre en la vida de las otras personas. Sara pensaba que su vecino era un hombre celoso y la realidad era que su esposa sí le era infiel.
  • La verdad siempre sale a la luz de las formas más inesperadas. Kevin y Érica nunca imaginaron que el bebé tendría un rasgo heredado que dejaría en evidencia su engaño.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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