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Mujer siempre ve a niño estudiando en el parque hasta la noche y decide acercarse a él - Historia del día

Mayra Pérez
23 mar 2022
03:20

Un niño iba al parque todas las noches para hacer su tarea, así hubiera frío o lluvia. Muchos lo veían y se preguntaban por qué sus padres le permitían quedarse fuera por la noche para estudiar.

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Un día, Abigail, que vivía cerca, decidió acercarse a él. Le sorprendió que estuviera sentado bajo la lluvia con solo una chaqueta ligera mientras leía un libro.

Salió con dos paraguas. “¿Qué haces aquí, jovencito? La lluvia es cada vez más fuerte”, preguntó.

El chico la miró con tristeza. “Ojalá pudiera irme a casa, señora, pero no puedo. Mi mamá está ocupada, así que me dice que me quede aquí todas las noches hasta que termine”, reveló.

Su respuesta sorprendió mucho a Abigail. Decidió hacer algo al respecto invitándolo a su casa. “Acompáñame. Ven a cenar con mi familia”, dijo, entregándole el paraguas de repuesto que llevaba.

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El chico sonrió y la miró agradecido. “Muchas gracias. No he tenido una buena cena en mucho tiempo. Me llamo Antonio”, dijo mientras se levantaba de la banca del parque.

“Puedes llamarme tía Abigail”, respondió la amable mujer. “Estabas haciendo la tarea, ¿verdad?”, le preguntó.

Antonio asintió. “Sí, casi he terminado, pero tengo mucha hambre”, admitió.

Abigail preparó otro lugar para Antonio en la mesa cuando entraron. Sirvió pollo frito y espaguetis para la cena, lo que deleitó al niño. Comió junto al esposo de Abigail, James, y su hijo mayor, Pedro.

Una vez que James y Pedro terminaron, se fueron a ver un partido de béisbol en la televisión. Mientras tanto, Abigail acompañó a Antonio en la mesa del comedor y quiso saber más sobre él.

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“¿Qué hace tu mamá, Antonio? ¿Por qué no puedes estar en casa cuando ella está ocupada?”, preguntó.

Una persona prepara una comida. | Foto: Pexels

Una persona prepara una comida. | Foto: Pexels

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“Bueno, mi mamá está buscando un nuevo esposo. Y considera que puede ser mala idea tenerme en casa cuando tiene invitados”, reveló Antonio.

Abigail lo pensó unos segundos y le ofreció una alternativa. “Es peligroso que estés afuera todas las noches. Nunca sabes lo que puede estar acechando en la oscuridad, y el clima cambiante podría enfermarte”.

“Si quieres, puedes venir a visitarme todos los días y hacer tu tarea aquí. Puedo prepararte la cena también”.

Las lágrimas acudieron a los ojos del jovencito. No esperaba que alguien le ofreciera ayuda. “Gracias, tía Abigail. Te lo agradezco. Me di cuenta de que muchos vecinos me miraban cuando pasaban por el parque, pero nadie se ofreció a ayudarme”, dijo.

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A partir de ese momento, el niño iba al hogar de Abigail cada noche. Cenaban en familia y él terminaba su tarea en la mesa. A veces, cuando no sabía cómo hacerla, le pedía ayuda.

Una noche, Antonio se despidió como siempre, y apenas unos minutos después volvió a llamar a la puerta de Abigail.

“¿Qué pasó, cariño? ¿Por qué estás aquí?”, preguntó Abigail.

“Mi mamá no me deja entrar a la casa”, dijo Antonio, llorando. “Seguí llamando, pero no responde. No tengo adónde ir”, dijo con miedo.

Abigail no dudó en dejarlo entrar. Preparó el dormitorio de invitados para él y lo arropó. “No te preocupes, cariño. Todo estará bien. Duerme tranquilo, ¿si?”, dijo antes de cerrar la puerta.

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Una mujer ayuda a un niño frente a la computadora. | Foto: Pexels

Una mujer ayuda a un niño frente a la computadora. | Foto: Pexels

Sin embargo, esa noche Abigail no pudo dormir. No podía imaginar abandonar a su hijo y sin ningún lugar a donde ir. “Tal vez su mamá salió y no pudo regresar temprano a casa. Seguro estará allí en la mañana”, le dijo a su esposo.

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“Creo que es hora de que hables con ella. Está siendo muy irresponsable con su hijo”, aconsejó James.

“Tienes razón. Lo llevaré a su casa cuando se despierte y aprovecharé de hablar con ella”.

Al día siguiente, Abigail llevó al niño a su casa. Sin embargo, no fue su madre quien abrió la puerta, sino un hombre al que Antonio no pudo reconocer.

“¿Qué los trae por aquí?”, preguntó el hombre.

Antes de que Abigail pudiera decir algo, la mamá de Antonio corrió hacia la puerta. “¡Esta es mi vecina y su hijo! Siempre vienen a molestar en las mañanas”, dijo mintiendo.

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Y antes de que Abigail y Antonio pudieran decir algo más, la mujer cerró la puerta en la cara de su propio hijo.

Abigail estaba en estado de shock. Le dolía lo que estaba viviendo Antonio. Sin embargo, no quería que él se sintiera peor, así que lo llevó de regreso a su casa, y le dijo que hablaría con su madre más tarde.

Imagen sin colores de un niño con lágrimas corriendo por su mejilla. | Foto: Pexels

Imagen sin colores de un niño con lágrimas corriendo por su mejilla. | Foto: Pexels

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Pero algunas horas después, la madre de Antonio llamó a su puerta. “¿Puedo pedirte un favor?”, preguntó rápidamente.

“¿En qué puedo ayudarte?”, preguntó Abigail. Estaba tanto irritada como decepcionada por la negligencia que la madre de Antonio le estaba mostrando.

“Ya que mi hijo y tú se llevan tan bien, ¿puedes aparentar que es tuyo? Él puede quedarse contigo en forma permanente. Igual ya lo has estado cuidando”, sugirió.

Abigail no podía creer lo que estaba escuchando. “¿Cómo puedes dejar ir a tu hijo así? ¡Él es TU hijo!”.

“Ya no puedo seguir viviendo con él. Empecé a salir con alguien, y no le gustan los niños. No te importa, ¿verdad?”, preguntó.

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Abigail estaba empezando a amar a Antonio, pero conocía sus límites. No iba a tolerar su irresponsabilidad para con un niño pequeño. “Esto no está bien en absoluto. No voy a hacer eso”, dijo.

La madre de Antonio se encogió de hombros. “Bueno, entonces supongo que tendré que enviarlo a un orfanato”, dijo con tanta calma que Abigail se horrorizó por su falta de corazón.

Una mujer escucha con preocupación a otra. | Foto: Pexels

Una mujer escucha con preocupación a otra. | Foto: Pexels

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Ni siquiera podía comenzar a imaginar cómo una mujer podría tratar a su propio hijo de esa manera. Esa noche, consoló a Antonio, quien empezaba a comprender que su madre no quería estar con él.

Después de que la mujer se marchó, Abigail se dio cuenta de que no tenía el corazón para permitir que el niño se fuera a un orfanato. Así que decidió hablar con su esposo.

“Cariño, solo quiero que sepas que eres más que bienvenido a quedarte aquí con nosotros, ¿de acuerdo? De ahora en adelante, nuestro hogar también será el tuyo. Tu mamá…”, comenzó a decir, en un esfuerzo por explicarle cuidadosamente la situación al niño.

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“Lo sé. Ella me abandonó”, dijo entre lágrimas.

“Lo siento, cariño. No es nada que un niño de nueve años como tú debería estar viviendo. No te desanimes. Seremos tu familia a partir de ahora”, dijo Abigail, abrazándolo.

Seis meses después de que Antonio se mudara a su hogar, Abigail tuvo la certeza de que no sería capaz de devolverlo a su madre biológica. No solo ella y James lo amaban como si fuera suyo, sino que sabía que él no tendría una buena vida si regresaba con ella.

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Un niño llora sin consuelo. | Foto: Pexels

Un niño llora sin consuelo. | Foto: Pexels

Así que acudió a un juez para solicitar que se terminaran los derechos de paternidad de la mujer. “¡Ella abandonó a su hijo!”, argumentó.

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Después de un proceso espantoso, la solicitud de Abigail fue concedida y Antonio fue considerado huérfano. Sin embargo, para asegurarse de que nunca más tuviera que vivir sin padres, ella le preguntó si quería formar parte de su familia oficialmente.

“¿Te gustaría vivir con nosotros oficialmente?”, le preguntó al niño. “Nos gustaría convertirnos en tus padres si tú lo quisieras”.

El niño, que amaba a Abigail, a James e incluso a Pedro, estaba extasiado. “¡Por supuesto! Has estado mucho más cerca de mí que cualquier otra persona en mi vida. Nunca me he sentido más en casa, y nunca he sentido más amor del que me han mostrado ustedes. Gracias por tratarme como a un hijo”, dijo Antonio.

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Todo iba bien para la familia hasta que el día en que la madre de Antonio regresó por su hijo. “Mi novio me abandonó”, reveló.

Abigail y Antonio no se inmutaron, pero ella siguió hablando. “Así que ahora puedes volver a casa”, le dijo a su hijo.

Antonio la miró desconcertado. “No puedes venir a buscarme cuando quieras. Mi hogar está aquí ahora. Y ya no eres mi mamá. ¡Ella lo es!”.

“Vete. No eres bienvenida aquí”, dijo Abigail, cerrándole la puerta de la misma manera en que ella le había cerrado la puerta a su hijo un año atrás.

Una pareja y un niño meten llevan unsa cajas en sus braos. | Foto: Pexels

Una pareja y un niño meten llevan unsa cajas en sus braos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

Los encuentros casuales pueden conducir a hermosas relaciones. Abigail y Antonio se conocieron por casualidad, pero al final se convirtieron en una verdadera familia.

El amor cura a las personas. Antonio era un niño perdido, luego de haber sido abandonado reiteradamente por su madre. Sin embargo, Abigail le abrió su corazón y su hogar, y así pudo encontrar la felicidad en el seno de una verdadera familia.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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