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Una mujer sin hogar revisando unos contenedores de basura. | Foto: Shutterstock
Una mujer sin hogar revisando unos contenedores de basura. | Foto: Shutterstock

Hombre le hace RCP a mujer sin hogar: días después se despierta siendo millonario - Historia del día

Un profesor salva la vida de una mujer sin hogar al hacerle RCP y recibe una recompensa extraordinaria a cambio de su acto de bondad.

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Había sido una mañana soleada en la ciudad de San José cuando el profesor Oliver Morales estaba en la parada del autobús esperando que llegara el transporte.

Estaba revisando su reloj frenéticamente y pasando las páginas de sus notas, como lo hacía todas las mañanas antes de su clase.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Shutterstock

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Diez minutos después de comenzar a esperar, un autobús llegó a la parada. El profesor esperó a que todos, especialmente las mujeres y los ancianos, subieran al vehículo para evitar el bullicio de los cuerpos. Después de que todos subieron, él entró.

Una vez en el autobús, recibió un cálido saludo del conductor, Pedro Jiménez, a quien su agencia asignaba a menudo en los turnos de la mañana.

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“¡Buenos días, profesor! ¿Está leyendo sobre esos químicos otra vez?”, preguntó el chofer, mirando el cuaderno que sostenía el profesor Morales.

“¡Buenos días, Pedro!”, le contestó el académico con una sonrisa. “Uf, sí, estaba revisando algunas notas antes de la clase. ¿Todo bien?”.

“¡Todo bien, profesor! ¡Entre, rápido! ¡Si llego tarde, mi jefe me matará!”, dijo Pedro mientras tomaba el volante, preparándose para partir.

Oliver se acomodó en uno de los asientos del fondo y continuó revisando sus notas. Era profesor de química en la Universidad de Costa Rica.

¡Pero Peter no entendía que la química no se trataba solo de productos químicos! Así que todas las mañanas, cuando veía al profesor Morales leyendo sus notas, pensaba que el académico estaba leyendo sobre productos químicos.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Unos 15 minutos después llegó la primera parada del día. Cuando algunos pasajeros desembarcaron, varios otros abordaron, y fue entre los nuevos pasajeros que el profesor notó a una mujer sin hogar.

Ella llevaba una pancarta y algunas cosas más y vestía de forma andrajosa, algo que no agradó a los pasajeros.

Algunos se burlaron de ella por no tener hogar, mientras que otros comenzaron a arremeter contra ella para que se bajara.

“¿Cómo una apestosa como tú consiguió el dinero para pagar el boleto? ¡Dios mío, apesta a basura! Aléjate de mí”, se quejó una mujer mayor, tapándose la nariz.

La mujer se sintió terrible, y sus ojos se llenaron de lágrimas. “No me siento… no estoy bien. ¿Puede, por favor...”.

“¡Por supuesto que no estás bien!”, respondió la señora mayor. “¡Te ves repugnante de pies a cabeza! ¿Qué te hace pensar que puedes viajar con nosotros, eh?”.

“Mire, señora…”, comenzó a decir la mujer sin hogar cuando se sintió desorientada y se aferró a un rincón para sentarse.

El profesor Morales notó que la mujer parecía enferma, así que se acercó a ella. “Oiga, déjeme ayudarla”, dijo y extendió su mano para que ella la sostuviera.

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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La mujer le dio las gracias con una leve sonrisa y estaba a punto de tomar su mano cuando de repente se derrumbó.

“¡Ay, no!”, el académico la sostuvo antes de que se derrumbara en el suelo y trató de despertarla, pero reaccionaba. Entonces él notó que su respiración estaba disminuyendo gradualmente.

“¡Pedro, detén el autobús de inmediato!”, le gritó al chofer. “¡Y llama al 911! ¡A esta mujer le está dando un infarto!”.

El conductor frenó de inmediato y, cuando el autobús se detuvo, el profesor Morales se bajó con la mujer en brazos. La acostó en el pavimento y acercó su boca a

“¡Qué asco!", dijo alguien. “¿Estás besando a una indigente?”.

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“¡Yo nunca haría eso!”, dijo otra persona. Pero el profesor Morales no les hizo caso y comenzó la respiración boca a boca y las compresiones en el pecho de la mujer.

De repente, ella abrió los ojos y le sonrió. “Gracias, gracias...”, dijo ella.

Afortunadamente, los paramédicos llegaron al lugar en ese momento y fue llevada al hospital. El profesor Morales le dio su contacto a uno de los médicos y dijo: "Avísame si necesita ayuda".

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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¡Dos días después, el profesor recibió un mensaje de su banco, indicando que su cuenta había sido acreditada con un millón de dólares! Al principio, asumió que era un engaño, pero quedó boquiabierto cuando revisó su saldo.

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“¡Dios mío!”, pensó.

De repente, su teléfono sonó y vio que lo llamaba un número desconocido.

“¿Hola? ¿Estoy hablando con el Sr. Oliver Morales?”, le preguntó la voz al otro lado de la línea cuando contestó la llamada.

“¡Sí, dígame!”.

“Buenos días, Sr. Morales. Soy Andrés Linares. Gracias por ayudar a mi esposa ayer... ella… estaba en el autobús, y... Me acabo de enterar de que le salvó la vida al hacerle RCP”.

“¿Su esposa? Lo siento, no entiendo. ¿Por qué la dejaría en la calle entonces? ¿No puede…?”.

“En realidad, profesor, ¿le importaría que nos reuniéramos en el hospital? Me gustaría hablar con usted en persona sobre algo. No estoy seguro de estar listo para hablar de eso en una llamada telefónica. Le enviaré la dirección”.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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“Está bien. Nos vemos allí”, respondió el profesor Morales y colgó.

En este punto, se había olvidado por completo del dinero y no entendía por qué la mujer no vivía bajo un techo mientras tenía un esposo que podía cuidarla. ¿Estaban separados? ¿Se había escapado de él?

Rápidamente tomó un taxi y se dirigió al hospital para encontrarse con el hombre. Cuando se acercó al mostrador de recepción, un hombre con esmoquin lo saludó.

“¡Profesor Morales! Soy Andrés Linares. Lo llamé esta mañana”, dijo, extendiendo su mano para un apretón.

“Ah, sí, Sr. Linares. Entonces, ¿de qué quería hablar?”, preguntó el profesor, estrechándole la mano.

“En realidad”, suspiró. “Mi esposa no goza de buena salud mental. Se había escapado de la casa hace un tiempo y yo había hecho todo lo posible para encontrarla, pero no había rastro de ella”.

“Recibí una llamada del hospital ayer después de que los médicos descubrieron mi tarjeta de presentación entre sus cosas. Sr. Morales, ¡no puedo agradecerle lo suficiente!”.

“Soy un hombre de negocios. Reservé un millón de dólares para cualquiera que pudiera ayudarme a hallar a mi esposa, y estoy muy agradecido de que la haya encontrado. Su nombre es Cindy Linares”.

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Cuando Andrés aclaró todo, las cosas empezaron a tener sentido para el profesor Morales. “¡Así fue como el millón de dólares terminó en mi cuenta!”, reflexionó.

“Pero, señor Linares”, dijo. “En realidad no puedo aceptar ese dinero. Siento que era mi deber ayudarla”.

“Perdí a mi esposa hace años en un terrible accidente automovilístico. Ella estaba embarazada de nuestra hija. Me sentí muy mal por no poder hacer nada para salvarla. Pero estoy feliz de poder ayudarle a reunirse con su esposa”.

“Insisto en que no me devuelva el dinero, Sr. Morales. ¡Se lo ha ganado! Después de todo, me ayudó a encontrar a mi esposa”.

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Andrés siguió insistiendo y el profesor no pudo negarse. Decidió quedarse con el dinero, pero usó una parte para obras de caridad.

Otra parte la usó para un proyecto que salvaría la vida de varias personas, en particular aquellas vidas empobrecidas y sin hogar, al brindar servicios médicos a bajo costo.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Siempre ayuda a otros en necesidad. No hagas como los desagradables pasajeros del autobús que querían ahuyentar a Cindy. ¡Sé como el profesor Morales!
  • Un acto de bondad puede cambiar tu vida para siempre. El Sr. Morales ayudó a Cindy y terminó siendo rico.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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