Hombre pierde a su esposa y dos días después nace su hija: "Su mamá la habría amado mucho"
Mahmoud Soliman experimentó la mayor angustia de su vida cuando perdió a la persona más importante para él, su esposa.
Jayne Soliman, que se convirtió en campeona de patinaje artístico de Gran Bretaña en 1989, trabajaba como profesora de patinaje artístico en Abu Dhabi cuando conoció a Soliman.
La pareja empezó una relación como amigos y con el tiempo fueron desarrollando sentimientos más profundos el uno por el otro.
Al cabo de un par de meses, Mahmoud le preguntó a Jayne si quería casarse con él. Sorprendida y preocupada por la diferencia de edad entre ambos, ella no le dio una respuesta definitiva hasta dos semanas después, cuando le dijo que sí.
Jayne se convirtió al Islam y cambió su nombre por el de Aya Jayne, que significa "milagro", antes de que la pareja se casara oficialmente en abril de 2007.
Al tiempo se trasladaron a Gran Bretaña, y Mahmoud empezó a estudiar un máster de negocios mientras Jayne trabajaba como entrenadora en el Bracknell Skating Club.
Como ella era 12 años mayor que Mahmoud, decidió que quería tener un hijo lo antes posible. El primer intento resultó desgarrador después de que la patinadora artística sufriera un aborto espontáneo, pero la tristeza no duró mucho, porque quedó embarazada dos meses después.
La pareja seguía preocupada porque no estaba segura de cómo resultaría este segundo embarazo. Al cabo de un mes, se sintieron aliviados cuando escucharon el latido del corazón del bebé durante un examen médico.
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Los padres le cantaban al bebé todos los días e incluso lo apodaban Sparky cada vez que daba una patada. Jayne y Mahmoud estaban entusiasmados y esperaban con ansias el día en que naciera la niña.
A las veinticinco semanas de embarazo, Jayne regresó a casa después de un día de trabajo y se sintió mal. Le dijo a su esposo que le dolía la cabeza.
Poco después vomitó y Mahmoud fue a la cocina a buscarle un vaso de agua. De repente, el hombre escuchó un fuerte golpe y se percató de que su esposa se había desmayado.
Mahmoud pensó que Jayne tenía un ataque o algo relacionado con el embarazo, por lo que intentó levantarla. Ella le llamó cariñosamente por su apodo y le dijo: "Moody Shmoody, no te hagas daño en la espalda".
Después de que Jayne sufriera un colapso, fue trasladada al Hospital John Radcliffe por vía aérea. Tras una exploración, se reveló que la futura madre había sufrido una hemorragia cerebral.
La hemorragia era consecuencia de un tumor canceroso no detectado que había roto un vaso sanguíneo. Por desgracia, los médicos no pudieron hacer nada para salvarla porque Jayne ya tenía muerte cerebral.
Aunque no podían hacer nada por la vida de la madre, la niña, en cambio, tenía una oportunidad de sobrevivir si podían mantener el corazón de Jayne latiendo durante dos días más.
Los doctores bombearían su cuerpo con esteroides para que los pulmones de la bebé se fortalecieran, lo que elevaría su tasa de supervivencia por encima del 50%. Este proceso también dependía de si el corazón de Jayne podía seguir funcionando porque a veces los cuerpos de las personas con soporte vital se rinden.
Aunque estaba muerta, su cuerpo siguió luchando y, dos días después, su hija nació por cesárea. Jayne fue desconectada del soporte vital y, poco después, su corazón dejó de latir.
La bebé, que pesaba poco más de un kilo, fue colocada en una incubadora. Antes del trágico suceso, la pareja había acordado llamar al bebé Ali si era varón o Maggie si era niña. Sin embargo, Mahmoud decidió ponerle el nombre de Aya Jayne en memoria de su madre.
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El funeral de su difunta esposa se celebró una semana después y, en el acto, el amigo y colega de Jayne, David Phillips, confesó:
"Para Jayne, convertirse en madre era lo mejor que le podía pasar en el mundo. Estaba muy feliz; siempre había querido ser mamá. Vivía para tener una niña, era lo único que quería en su vida".
Por su parte, Mahmoud explicó que las horas transcurridas entre la muerte de su mujer y el nacimiento de su hija fueron las más desgarradoras de toda su vida. Además, no podía esperar a que su bebé creciera para poder hablarle de Jayne.
"Le contaré lo encantadora que era su madre y que la habría amado mucho", dijo. Mahmoud comprendió que tenía que ser fuerte por su hija porque él era todo lo que la niña tenía.
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