Mujer regresa a casa por primera vez en años y no encuentra a sus padres mayores allí - Historia del día
Cristina se mudó a otra ciudad tras conseguir un gran trabajo para poder ayudar a su hermano con las facturas del hospital de su madre y a su padre en su vejez. Pero regresó para una visita sorpresa y descubrió algo terrible.
“Ah, es bueno estar de vuelta”, susurró Cristina cuando llegó a su ciudad natal después mucho tiempo de estar lejos de casa y de su familia.
Desafortunadamente, sus seres queridos se encontraban en una situación difícil. Ella se vio obligada a aceptar un trabajo bien remunerado en otra ciudad para poder mantener a todos.
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Sus padres habían sido personas extraordinarias que los criaron a ella y a su hermano, Ronald, con todo el amor y el apoyo del mundo.
Pero su madre se enfermó y tuvo que renunciar a su trabajo. Las facturas del hospital eran demasiado altas y su padre no podía permitirse el lujo de mantener su estilo de vida.
Además, Cristina sabía que él se estaba haciendo demasiado mayor para ese estrés. Así que habló con Ronald y decidieron ayudar tanto como fuera posible.
Finalmente, la joven tuvo esa fantástica oportunidad laboral en otra ciudad y decidió tomarla, dejando a Ronald a cargo de las cosas en casa. Ella le enviaba dinero todos los meses y él le aseguraba que todo iba bien.
Pero después de años sin descanso, Cristina decidió tomarse unas vacaciones y visitar a su familia. Era una sorpresa y no podía esperar a ver sus rostros.
“¿Qué estás haciendo aquí?”, preguntó Ronald con una expresión de asombro después de abrir la puerta.
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“¿Qué clase de saludo es ese, hermano? ¡SORPRESA!”, dijo la mujer mientras abrazaba con fuerza al hombre, aunque él se notaba incómodo.
Vio a la esposa de Ronald, Ana, en la sala de estar, pero no pudo ver a sus padres por ninguna parte. “¿Dónde están mamá y papá?”.
“Uf... escucha, Cristina... hay algo que debes saber”, comenzó a decir el hombre, rascándose la cabeza y haciendo una pausa demasiado larga.
“¡Ay no! ¿Acaso mamá está en el hospital otra vez? ¡No puedo creerlo! ¿Por qué no me lo dijiste? Papá debe estar con ella también, ¿verdad? Llévame con ellos de inmediato”, exigió Cristina, nerviosa.
Le preocupaba que su hermano Ronald hubiera mantenido en secreto su deteriorada salud para evitar preocuparla.
“No, en realidad... es solo que... bueno...”, continuó, pero no pudo pronunciar las palabras.
“Por el amor de Dios, Ronald. ¡Dile de una vez!”, insistió su esposa desde el sofá y se cruzó de brazos. Cristina la miró, frunciendo el ceño por su tono.
“¿Qué está sucediendo?”, preguntó la mujer una vez más.
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“¡Está bien!”, espetó Ronald. “Cristina, siéntate”.
Ella obedeció, pero se cruzó de brazos también, sin saber por qué su hermano estaba actuando tan raro.
“Mamá murió hace unos meses. No quería preocuparte, así que simplemente no te lo dije”, reveló Ronald, dejando impactada a su hermana.
“¿Qué?”, dijo ella con incredulidad.
“Bueno, ella estaba vieja y enferma. Ya era hora. Me cansé tanto de cuidarla”, agregó Ana. Eran las palabras más insensibles que Cristina había oído en su vida.
“No entiendo. ¿Dónde está papá entonces?”, continuó Cristina, sin saber qué preguntar o cómo sentirse en su confusión.
“Está en un hogar de ancianos”, expresó el hombre.
“¿QUÉ?”, gritó su hermana, levantándose abruptamente de su lugar y mirando a Ronald con ira. “¿METISTE A PAPÁ EN UN HOGAR DE ANCIANOS?”.
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“Por favor, cálmate, Cristina. ¡Pasaron muchas cosas!”, le dijo Ronald con las manos en alto en una pose defensiva.
“¡Cuéntame todo AHORA!”, insistió la mujer.
Pero ella nunca podría haber imaginado lo que había hecho su hermano. Su madre murió y Ronald colocó a su padre en un hogar de ancianos casi de inmediato, para que él y su esposa pudieran mudarse a la casa. “¡Ronald, esto es casi criminal!”, dijo ella llorando.
“No, tú vives en otra ciudad, y esta casa es demasiado grande para que alguien viva solo”, argumentó.
“¿Qué pasó con el dinero que he enviado todo este tiempo? ¿A dónde fue a parar?”, cuestionó la mujer, todavía gritándole a su hermano.
“Bueno…”, dijo desviando la mirada y rascándose la cabeza con nerviosismo.
“Nos lo merecemos porque cuidamos de tus padres todo este tiempo”, intervino Ana con su tono arrogante y actitud desdeñosa.
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Cristina se puso furiosa. Decidió cortar lazos con su hermano y no quería tener nada que ver con él de nuevo. Simplemente salió de la casa y se dirigió al hogar de ancianos donde habían ingresado a su padre.
Su papá estaba físicamente bien, pero se veía extremadamente deprimido. Fue entonces cuando tomó una decisión seria. Se lo llevaría a vivir con ella.
Ella arregló todo con el hogar de ancianos, lo sacó y consiguió boletos de avión para el día siguiente. Visitaron la tumba de su madre con algunas flores, se despidieron y se fueron a la ciudad donde vivía Cristina.
Entonces contrató a un abogado para demandar a su hermano por haber mentido y haber usado el dinero que le enviaba para algo más que cuidar a sus padres.
Ella ganó la demanda y Ronald y su esposa se vieron obligados a abandonar la casa porque todavía pertenecía a su padre.
Cristina vendió la vivienda. Luego colocó el dinero en una cuenta bancaria para que su padre pudiera acceder a él y vivir cómodamente a partir de ese momento.
Su familia se sentía rota sin su hermano, pero nunca podría perdonarlo. Ella no sabía qué le había pasado después de vender la casa y no le importaba.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Hay algunas cosas que simplemente no puedes perdonar. Cristina no podía perdonar a su hermano por haberla engañado y haber usado su dinero para su propio beneficio.
- Tienes que cuidar a tus padres ancianos. Si tuviste padres amorosos, lo correcto es cuidarlos de cualquier manera posible en su vejez, no aprovecharte de ellos para tu propio beneficio.
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