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Un ataúd con flores | Foto: Shutterstock
Un ataúd con flores | Foto: Shutterstock

Tras la muerte de hombre pobre, familia recibe herencia y descubre que era millonario - Historia del día

Mayra Pérez
10 abr 2022
10:00

Cuando Carlos murió, sus hijos y nietos se sorprendieron al recibir una llamada para asistir a la lectura del testamento. Él había vivido pobremente y solo tenía una casa en ruinas, pero el abogado reveló algo impactante que nunca imaginaron.

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“Papá no tenía muchas posesiones. Solo esa vieja casa, que va a requerir de muchas reparaciones ahora que la vamos a heredar”, reflexionó Martha, y la decepción se sentía en su voz.

Su padre, Carlos, había fallecido recientemente, y habían recibido la inesperada llamada de un abogado para que fueran a la lectura de su testamento en su oficina.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“Mamá, no te quejes. El abuelo Carlos siempre fue muy bueno con todos”, dijo su hija Mónica con delicadeza.

“Por supuesto, cariño. Solo digo que desearía que hubiera ahorrado algo de dinero. Joaquín y yo lo ayudábamos todo el tiempo, pero nunca parecía suficiente”, continuó Martha.

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Carlos siempre había vivido muy mal. Su casa era un desastre y parecía haber vendido la mayoría de los electrodomésticos de cocina. En algún momento, Martha y Joaquín pensaron que era adicto a la bebida o las apuestas, porque se gastaba cada centavo que ganaba o le enviaban y nunca tenía suficiente para reparar su casa. Pero no parecía ese tipo de persona.

“Somos familia. Y vamos a ir a la lectura del testamento y ver de qué se trata. El tío Joaquín y mis primos también tienen que ir, y no quiero escuchar más quejas”, afirmó Mónica, con voz autoritaria.

“Sí, cariño. Iremos. Pero sabes que será una pérdida de tiempo”, se quejó Martha. Sinceramente, ella no le veía sentido, y cuando todos acudieron a la cita, el resto de la familia no podía estar más de acuerdo.

“No entiendo por qué estamos aquí. Sabemos que la casa es todo lo que papá tenía, y es más una molestia que una bendición para nosotros, en este momento. Ojalá la hubiese conservado en buen estado todos estos años”, se quejó Joaquín.

"Basta, tío", dijo Mónica.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Papá tiene razón", dijo una de sus primas, Lydia. “Vamos a tener que reparar esa casa y gastar miles de dólares antes de que podamos venderla. Al menos, está en una buena ubicación, por lo que podría valer la pena”.

“Lydia, ya es suficiente”, insistió Mónica, enojada porque su familia estaba siendo insensible. “Tenemos que estar aquí y ver lo que el abuelo tenía que decir. No es tan difícil, y no deberíamos quejarnos. Deberíamos estar tristes de que se haya ido”.

“Mónica, todos estamos tristes”, intervino su otro primo, Gregorio. “Pero lidiar con estas cosas cuando alguien acaba de morir es horrible. Tenemos que ser pragmáticos y pensar en el futuro. Esa casa va a requerir mucho trabajo y gastos antes de que podamos venderla”.

“Es lo que haces cuando alguien muere. Cumplir la última voluntad del difunto”, terminó Mónica, haciendo callar a todos. En ese momento, la secretaria del abogado los llevó con él.

“Gracias por venir. Seré breve e iré directo al grano. Carlos no redactó un testamento extenso, pero por favor siéntense”, les dijo el abogado, el Sr. Cárdenas, mientras tomaba algunos papeles de su escritorio. “Aquí vamos”.

“A mis hijos y nietos les dejo mi casa con todo lo que tiene, que no es mucho. Pero tengo tres cajas de seguridad en el banco que espero les ayuden entender por qué vivía así”, leyó el abogado y miró a la familia.

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Mónica contuvo la respiración, esperando que su mamá y su tío no comenzaran a quejarse. Estaban actuando como niños y aunque sabía que podría ser parte de su proceso de duelo, se estaba cansando de eso. El abuelo solo se había preocupado por su familia.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“¿Cajas de seguridad?”, preguntó Martha, sin imaginar qué podría haber en ellas.

“¿Qué guardaba papá allí?”, quiso saber Joaquín, sin entender nada.

“Deberían echarles un vistazo cuando puedan”, dijo el Sr. Cárdenas, entregándoles las llaves y el papeleo necesario. Mónica, Lydia y Greg decidieron no entrometerse y dejaron que sus padres se hicieran cargo.

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Martha y Joaquín prefirieron ir al banco de inmediato, para ver qué contenían estas cajas de seguridad. El gerente los saludó cordialmente y parecía que conocía a Carlos desde hacía mucho tiempo.

“Lo siento, señor. ¿Estuvo mi padre guardando cosas aquí durante mucho tiempo?”, preguntó Martha, con la esperanza de obtener respuestas antes de que abrieran las cajas.

“Sí. Han pasado tantos años; mucho antes de que yo empezara a trabajar aquí, de hecho. Su padre era uno de los mejores clientes de este banco, y a todos nos encantaba verlo entrar”, respondió el gerente.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Finalmente, abrieron las cajas y descubrieron algo que nunca podían haber imaginado. Carlos había invertido todo su dinero en joyas y piedras preciosas. Había diamantes, rubíes, zafiros. También collares, anillos y pulseras. Era una colección real de joyas.

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Martha no podía creerlo y miró a Joaquín con expresión de sorpresa. “Parece que en realidad juzgamos mal a nuestro padre”, dijo acongojada.

“Sí, lo hicimos”, respondió sin aliento y sonrió.

Su padre era el tipo de persona que prefería estar preparada para tiempos difíciles. Había comenzado a comprar joyas muchos años atrás y las mantenía seguras en el banco. Al irse haciendo viejo, quiso dejarles una buena herencia a sus hijos, por lo que comenzó a vivir frugalmente para agrandar la colección.

La familia dividió la fortuna en partes iguales; las gemas valían millones de dólares en ese momento. Vendieron una parte de ellas para las reparaciones de la casa del abuelo y lograron obtener una buena ganancia por ella.

Disfrutaban del dinero, y nunca más se quejaron de la actitud y el estilo de vida de su abuelo. Había hecho algo extraordinario por ellos, aunque a veces pensaban que debió haber disfrutado un poco más su vida.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Nunca juzgues un libro por su portada. Martha y Joaquín creyeron que su padre estaba gastando el dinero en vicios o actividades ilegales, pero él estaba asegurándoles su futuro.
  • Vivir una vida de sacrificios para dejarle una gran herencia a la familia podría no ser la única alternativa. Carlos pudo haber invertido parte de sus riquezas en su hogar. Habría tenido una mejor calidad de vida, y les hubiera dejado a sus hijos una casa en buen estado que pudieran vender de inmediato.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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