Hombre se burla de mujer por chocar su auto: al otro día, la ve con su esposa en una ambulancia - Historia del día
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Un hombre misógino arremete contra una mujer en un estacionamiento por dañar su auto y la llama “estúpida”. Al día siguiente, la ve junto a su esposa en una ambulancia.
La personalidad de William, y su idea de que solo él hacía todo bien, hacía que las cosas fueran muy difíciles para su esposa Grecia. Ella era ama de casa y cuidaba sola de su hogar.
William y Grecia tenían cuatro hijos, por lo que cuidar de ellos y de la casa muchas veces resultaba ser agotador. Cuando ella le pidió a su esposo que hiciera algunas de las tareas en el hogar, el hombre estalló de mala manera.
Un hombre y una mujer tienen una discusión. | Foto: Pexels
“¡YO SOY EL HOMBRE DE ESTA CASA, Grecia!”, le dijo en el peor tono. “Cuidar de los niños y lavar los platos NO ES MI TRABAJO. ¡Así que deja de quejarte y haz tu trabajo!”.
No conforme con su actitud retrógrada, William esperaba perfección a todo nivel y era muy ofensivo con su esposa cuando algo no estaba según sus parámetros de excelencia.
La molestaba si había platos sucios en el fregadero, si los juguetes de sus hijos estaban esparcidos por la sala de estar, o si la comida no llenaba sus expectativas. Le decía que las mujeres eran estúpidas, tontas y débiles.
La idea de divorciarse solía pasar por la mente de Grecia, pero le intimidaba quedarse sola con sus cuatro hijos. Además, pensaba que podían resolver sus problemas y ser una familia feliz. Así que callaba y dejaba pasar cada ofensa.
Un día, William se cruzó con una mujer llamada Miranda Carrera y su vida tuvo un giro radical. Él iba camino a almorzar, y cuando estaba a punto de estacionar su auto, cuando notó que una mujer se acercaba al espacio que había elegido.
Ella estaba más cerca, pero él no podía aceptar el hecho de que una mujer estacionara en “su” lugar. Así que aceleró para llegar primero, y la mujer no pudo frenar a tiempo, por lo que terminó golpeándolo por detrás. William saltó de su auto, enfurecido, y comenzó a gritarle:
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“¡Quédate en casa si no sabes conducir, estúpida!”.
“¿Disculpa?”, replicó la mujer. “Tú eras el que estaba apurado... ¡No vi tu auto, así que cálmate! ¡Sería mejor si te disculparas!”.
“¡¿Disculparme?!”, dijo William en tono de burla. “¡Me aseguraré de que aprendas la lección! ¡Voy a llamar a la policía ahora mismo!”.
Después de hacer una escena, llegaron los policías y le pusieron una multa a la mujer. William estaba encantado con eso y no podía dejar de sonreír.
“¡Miranda Carrera!”, bromeó mientras los policías se alejaban. “¡Escuché que la policía te llamaba por ese nombre! Te daré un pequeño consejo. ¡Nunca, nunca pienses que puedes ganarle a un hombre!”, dijo y se alejó.
Esa noche, en casa, no podía dejar de alardear ante Grecia de cómo le había dado una lección a una mujer “grosera”. ¡No tenía idea de que volvería a verla!
Al día siguiente, William estaba en el trabajo cuando recibió una llamada de una de sus hijas. La niña le dijo que estaban llevando a Grecia al hospital después de desmayarse en una tienda de comestibles. Dejó todo y fue allá de inmediato.
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Cuando salió del auto, se sorprendió al ver a la mujer a la que había llamado estúpida el día anterior. Estaba sentada junto a Grecia en la ambulancia.
“¡Tú! ¿Qué haces aquí?”, preguntó enojado.
“Yo estaba…”, intentó decir Miranda, totalmente desconcertada.
“¡¿PREGUNTÉ QUÉ DEMONIOS HACES AQUÍ?!”, gritó fuera de control. “¿Qué le hiciste a mi esposa?”.
“¿Tu esposa?”. Miranda suspiró. “¡Con razón está en esta condición! Será mejor que escuches lo que los médicos tienen que decir”.
“¡Mejor cállate! Sé que le hiciste algo. ¿Es esto una venganza por lo que pasó ayer, eh?”.
Antes de que Miranda pudiera decir nada más, un médico se interpuso entre ambos. “Le agradecería que bajara la voz, señor. ¡Esto un hospital! Su esposa tuvo un ataque al corazón, así que la vamos a admitir de inmediato”.
“Y respecto a la señora, debería estarle agradecido. Fue ella quien auxilió a su esposa durante la emergencia”.
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William miró al médico y luego a Miranda con impotencia. “¿Un ataque al corazón? ¿Qué quieres decir?”.
“Su esposa ha estado muy estresada y fatigada, lo que agotó su corazón. Por suerte, la señora le dio los primeros auxilios y ahora está estable. Confiamos en que recupere la conciencia pronto”.
William se sintió muy culpable. Miranda había ayudado a Grecia, y en lugar de ser agradecido la había acusado de causarle algún daño. También se dio cuenta de que Grecia se había esforzado mucho para asegurarse de que todo fuera perfecto para la familia y él solo la había presionado más cada día.
Tomó la decisión de hacer algo al respecto. Solicitó una licencia para cuidar a los niños mientras Grecia estaba en el hospital, y por primera vez se enfrentó a lo difícil que era hacerse cargo de ellos y del hogar.
Al ponerse en el lugar que cada día ocupaba su esposa, descubrió lo duro que era el trabajo de ama de casa: era lo más estresante que había hecho en su vida y no recibía pago por ello.
Se dio cuenta de que su actitud hacia su esposa solo había empeorado todo para ella y entendió que debía pedirle perdón. Fue a visitarla a la clínica con un enorme ramo de flores, y de nuevo coincidió con Miranda.
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“La forma en que tratas a las mujeres es patética. De verdad espero que esta experiencia te dé la perspectiva que necesitas. ¡Ama y respeta a tu esposa!”.
William estaba avergonzado. “Así lo haré, Miranda. Lamento mucho todo lo ocurrido. Por favor, acepta una invitación a cenar a nuestro hogar, tan pronto den el alta a mi esposa”.
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“Solo estaba aquí para ver a Grecia. Pero pensaré en tu invitación”, dijo despidiéndose de ambos. Pero el domingo por la noche, llegó a su casa con una botella de vino.
Esa noche, William tuvo que preparar la cena para todos, mientras Grecia y Miranda conversaban y bebían vino. La cena fue un desastre, y terminaron pidiendo pizza, y haciéndole bromas por su mal desempeño.
A partir de ese día, Grecia y Miranda se convirtieron en mejores amigas, y con alguna frecuencia disfrutaban de tiempo juntas, mientras William quedaba a cargo de todo.
El proceso de cambio de William fue lento y por momentos muy difícil para él. Pero de a poco logró hacer equipo con su esposa y juntos acometieron las labores de crianza de los hijos, y de atención del hogar. El sueño de Grecia de tener un hogar feliz se hizo realidad.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- En el hogar, mujer y hombre deben trabajar en equipo para un bien mayor. La crianza de los hijos y las labores del hogar son tareas que pueden hacer ambos por igual, y los estereotipos deben ser dejados de lado.
- La amabilidad y la cortesía debería ser la regla al tratar al prójimo. La mujer a la que William despreció y trató muy mal fue la que terminó salvando la vida de su esposa.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.