Señora visita la tumba de sus padres y ve a una indigente de su edad dejando flores allí - Historia del día
Una mujer mayor decide visitar las tumbas de sus padres un día, solo para ver a una mujer sin hogar de su edad poniéndoles flores. Rápidamente, asume quién es la mujer, pero la verdad la sorprende y cambia su mundo para siempre.
Janet tenía sesenta y tantos años y vivía sola. Nunca tuvo marido ni hijos, y tampoco tenía parientes vivos. A pesar de estar sola, le gustaba su existencia y disfrutaba de pequeñas cosas como ver programas médicos en la televisión, trabajar en su jardín y caminar al cementerio los fines de semana.
La madre de Janet murió cuando ella aún era una niña. Mientras que su padre vivió hasta que ella tenía poco más de 20 años y siempre se mantuvieron unidos.
Aunque sabía que su padre amaba a su difunta madre lo suficiente como para no volver a casarse, comenzó a dudar de esto un día después de descubrir a alguien junto a las tumbas de sus progenitores.
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Mientras se acercaba, notó a una mujer parada allí. Estaba mal vestida y parecía una persona sin hogar. Sostenía un hermoso ramo de flores, que incluía un arreglo naranja brillante de tulipanes y claveles rosados y blancos. Luego los colocó encima de las tumbas de los padres de Janet.
Cuando la vagabunda vio que Janet se acercaba, sus ojos se abrieron de par en par y salió corriendo. Confundida con la partida repentina de la mujer, sospechó que podría haber sido la amante de su padre.
El pensamiento le provocó escalofríos a Janet y le hizo hervir la sangre. "¡¿Cómo pudo papá atreverse a tener una amante?!", pensó.
Una semana después, Janet volvió a visitar el cementerio y se escondió cerca de las tumbas de sus padres. La mujer sin hogar apareció una vez más con otro arreglo de flores frescas.
Janet irrumpió y preguntó: "¿Por qué te atreves a visitar la tumba de tu amante? Él ya no está vivo y no hay razón para que sigas visitándolo".
La mujer se sobresaltó ante la voz de Janet. Parecía asustada, pero decidió corregir las suposiciones de ella. "¿Amante?", preguntó. "No vengo a visitar a ningún amante", aclaró. "Vengo a visitar la tumba de mi madre".
Janet no podía creer lo que estaba escuchando. "¿A tu madre?", preguntó, estupefacta ante la repentina revelación.
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La mujer asintió. "Soy huérfana. Crecí en un orfanato, donde conocí a una enfermera llamada Anna", comenzó a explicar. "Nos hicimos amigas y ella me cuidó cuando era niña. Me alimentaba, me bañaba y me colmaba incluso con los regalos más simples".
Inmediatamente, Janet supo que la mujer estaba diciendo la verdad. Su madre había trabajado en un orfanato e invirtió mucho tiempo en él, según las historias contadas por su padre.
"Desafortunadamente, un día hubo un incendio en el orfanato. Anna ya había salido, pero se acordó de mí. Volvió a subir para salvarme, pero murió en el proceso. Yo solo tenía siete años en ese momento".
Ella fue la única madre que tuve, y cuando me salvó, fue mi segunda oportunidad en la vida”, recordó la mujer entre lágrimas.
Janet se dio cuenta de que estaba hablando con una mujer que era un reflejo del amor, la bondad y el desinterés de su madre. Su madre se había sacrificado para salvar a una niña inocente y eso decía mucho de quién fue en vida su ser querido.
"Supongo que eres la hija de Anna. Tú y tu padre son afortunados de haberla tenido en sus vidas. Anna era una persona maravillosa. Recuerdo muchos buenos momentos que pasamos en el orfanato, y los escribí todos. Quiero que su memoria nunca sea olvidada", le dijo la mujer a Janet.
Janet suspiró. No experimentó mucho con su madre, ya que solo era una niña pequeña cuando Anna murió. Por mucho que quisiera culpar a la mujer frente a ella por la muerte de su madre, sabía que no tenía la culpa, porque Anna tomó sus propias decisiones en el pasado.
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"Soy Janet. Tienes razón. Soy la hija de Anna y mi papá Jaime. ¿Cuál es tu nombre?", consultó.
"Soy Lisa. Es un placer conocerte. Gracias por escuchar mi historia, Janet, y lamento si de alguna manera te falté el respeto al colocar flores en la tumba de tu madre", respondió la mujer.
Janet negó con la cabeza y le dijo que no se disculpara. Se dio cuenta de que la mujer estaba sola, igual que ella. "¿Vives cerca?", preguntó Janet.
La mujer negó con la cabeza y dijo que vivía en un refugio para personas sin hogar a un kilómetro del cementerio. Janet reveló que vivía sola y tenía una habitación extra en su casa. "Ven a vivir conmigo. Podrás tener un espacio cómodo", manifestó.
Lisa se apresuró a declinar, pero Janet insistió. "Por favor, considéralo. Es lo que así lo hubiera querido mi mamá".
Desde entonces, Janet ha acogido a Lisa. Llegaron a conocerse y se hicieron compañía todos los días. Eran como hermanas, aunque no las unía la sangre. Se unieron por el amor que su madre Anna compartió una vez con ambas.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Las buenas acciones nunca se olvidan: Anna hizo algo extraordinariamente noble y desinteresado por una niña a la que amaba mucho, incluso si le costó la vida. Lisa, la mujer a la que salvó, optó por seguir honrando a Anna de manera sencilla, negándose a dejar que se olvide su memoria.
- Familia no siempre significa sangre, sino amor: Lisa nunca tuvo una madre, pero experimentó el amor maternal a través de Anna. Del mismo modo, Janet vivió la mayor parte de su vida sin familia hasta que llegó Lisa y se convirtió en su hermana.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.