Mujer echa a su hija embarazada: años después se entera de que su nieta es huérfana - Historia del día
Una mujer que echó a su hija embarazada de casa, se quedó de piedra cuando vio a una niña varios años después. Vio una marca de nacimiento en el cuello de la pequeña y se dio cuenta de que era la misma que la de su hija.
"Lárgate y no vuelvas a buscarme", le dijo Paula Tabares a su hija de 17 años, Ángel, a la que sorprendió llorando en un rincón mientras sostenía un kit de prueba de embarazo.
Paula echó a su hija embarazada, y fue la última vez que le vio la cara. Durante varios años, Paula no volvió a saber nada de Ángel. Pero un día, una niña desconocida llegó a su clase, dejando a Paula sorprendida.
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Cuando la chica le reveló detalles de su pasado, Paula rompió a llorar y se apresuró a volver a casa. "¿Cómo he podido ser tan mala?", se lamentó.
Años atrás, la vida de Paula era muy diferente. Como madre soltera, se limitó a criar a una hija encantadora, tras una tormentosa separación de su marido. La mujer invirtió mucho tiempo, amor y dinero en su hija Ángel, para que tuviera todo lo que soñaba.
Pero si había algo que le disgustaba a Paula de Ángel era su novio, Miguel.
"Toma, pon la cifra que te plazca y deja a mi hija en paz", le dijo una vez Paula a Miguel, ofreciéndole dinero para romper con Ángel.
Miguel no aceptó la oferta de Paula, diciendo que amaba a Ángel y no a su dinero. Cuando Paula se dio cuenta de que Miguel era un hueso duro de roer, fue a su casa para convencer a Ángel de que lo dejara. Pero se encontró con que la chica se estaba haciendo una prueba de embarazo.
"¡Pequeña mocosa malcriada! Has hundido mi nombre y mi reputación en la sociedad", gritó Paula tras ver a su hija sollozando con un kit de prueba de embarazo en la mano.
Como era de esperar, los resultados revelaron que Ángel estaba embarazada. En el calor del momento, Paula echó a la joven y la apartó de su vida.
"No, mamá... por favor, te lo ruego", suplicó Ángel a su madre. "Por favor... mi bebé y yo no tenemos dónde ir".
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Paula estaba furiosa y sentía que el embarazo de Ángel arruinaría su reputación en la sociedad.
"No vuelvas nunca, aunque llegues a saber que he muerto, no vengas nunca a mi funeral", gritó Paula mientras Ángel caminaba llorando hacia la carretera.
Paula nunca se arrepintió de haber echado a Ángel y siguió adelante. Un año más tarde, se casó con un amigo de la familia de toda la vida. Adoptó dos niños y nunca quiso tener otro hijo propio.
"¡Tener hijos, criarlos con amor y descubrir que te apuñalan por la espalda! No estoy dispuesta a volver a pasar por eso", decía a menudo a quienes la cuestionaban. "Prefiero querer a niños que me devuelvan el amor".
Paula llevaba una vida estupenda y daba clases en una escuela local. Le encantaba estar rodeada de chiquillos y creía que era la única forma que la ayudaba a curarse de sus agonías pasadas.
Un día, una niña entró a su clase. Por alguna razón, la pequeña la cautivó.
"¿Por qué me siento así? ¿Te he visto?", murmuró mientras miraba fijamente a la niña.
"Sus padres biológicos murieron en un accidente de auto cuando ella tenía apenas un año", le dijo la directora a Paula. "Iban de camino a invitar a la abuela de la niña a su primera fiesta de cumpleaños".
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A Paula se le llenaron los ojos de lágrimas al sospechar que la niña podía ser su nieta. Mientras seguía buscando pistas, notó una marca de nacimiento en el cuello de la niña que se parecía a la de Ángel. Paula estaba sorprendida, pero quería verificar sus sospechas.
"¿Cómo te llamas?", le preguntó a la niña.
"Sarah... me llamo Sarah", dijo la chica. "Y te he visto en una foto de mi madre".
Paula recordó que Ángel quería llamar a su hija Sarah. Estaba destrozada, y no encontraba ninguna forma de decirle a la niña quién era para ella.
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"A menudo he visto a mamá llorar mirando esa foto", explicó la niña. "Es lo único que tengo de ella ahora... ¿Y quién eres tú?".
La inocencia de Sarah acosaba a Paula. Tenía el corazón roto y no podía imaginar que había dejado huérfana a su nieta durante tantos años. Ya no podía mirar a Sarah a los ojos. Se marchó el resto del día y estaba decidida a arreglar las cosas. Sin embargo, el destino tenía otros planes.
"No debería haberle hecho eso... Debería haberlo sabido", lloró Paula esa noche. Decidió ponerse en contacto con los padres adoptivos de Sarah al día siguiente para averiguar si podía tomar a la niña bajo su custodia.
"Si no, al menos deberían permitirme verla... deberían permitírmelo porque soy su abuela", pensó Paula.
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Pero al día siguiente, Paula fue a la escuela y tuvo una mala noticia. "Sus padres no la enviarán más a este colegio", le informó la directora a Paula. "Ella les contó que te conoció y están furiosos".
Tras ver la decepción en el rostro de Paula, la directora se compadeció y le dio la dirección de los padres de la niña. Paula se dirigió inmediatamente al lugar, suponiendo que convencería a la pareja para que la dejaran entrar en la vida de Sarah. Pero para su sorpresa, no fueron muy amables con ella.
"¿Cómo podemos confiar en ti con nuestra hija cuando le has fallado a la tuya?", cuestionó airadamente el padre adoptivo de la niña a Paula después de que esta solicitara la custodia de Sarah.
"¿No has terminado de arruinar la vida de tu hija? ¿También quieres lo peor para Sarah?", gritó la madre.
Paula tenía los ojos llorosos, y antes de que pudiera pronunciar otra palabra, el padre de la niña intervino y dijo: "Sarah ya está pasando por muchas cosas... tiene muchos problemas, y no queremos que los empeores. Por favor, no vuelvas a venir aquí".
La pareja esperó en silencio a que Paula se fuera. Ella se alejó con las lágrimas cayendo por sus mejillas y miró hacia atrás buscando a Sarah, pero no la vio. Paula decidió seguir adelante, asumiendo que el tiempo lo curaría todo.
Varios meses después, una enfermera de la escuela, que también era la mejor amiga de Paula, se apresuró a recibirla en su aula con una mala noticia.
"Una niña de 8 años está ingresada en el hospital donde trabaja mi marido", le explicó la enfermera. "Necesita un trasplante de riñón inmediato, pero los médicos no han podido encontrar un donante".
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Paula se sorprendió y escuchó con curiosidad. "¿Pero qué podemos hacer para salvarla?", preguntó a la enfermera.
"¡Es Sarah!", reveló la enfermera, dejando a Paula helada.
"¡Ahora lo entiendo! Estos fueron los problemas que me contó su padre antes de echarme de su casa", recuerda Paula.
Sabía que era su única oportunidad de tender un puente con su nieta, así que se apresuró a ir al hospital donde Sarah estaba siendo tratada.
Unos días después, los padres adoptivos de Sarah recibieron una llamada del hospital.
"¡Sí, han oído bien! Hemos encontrado un donante", dijo el médico al padre de Sarah.
Los padres se apresuraron a ir al hospital para conocer a la persona de buen corazón que se ofreció a salvar la vida de su hija y se sorprendieron al ver a Paula allí.
"¿La señora Paula Tabares?", exclamaron los padres de Sarah con incredulidad.
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Paula estaba en la cama del hospital esperando que la llevaran a cirugía. Los miró y sonrió, con las lágrimas inundando su rostro.
La operación fue un éxito y varios días después Sarah se recuperó. Preguntó a sus padres si podía conocer a la persona que le había salvado la vida.
Un lunes, Paula se dirigió rápidamente a su clase. Acababa de regresar de su baja médica. Al entrar, la los alumnos la ovacionaron y lanzaron serpentinas.
"¡Bienvenida, señora Paula!", corearon los chicos.
Paula se sintió abrumada por la alegría. Entonces, los estudiantes abrieron paso y Paula se quedó sin palabras. Sarah estaba de pie al fondo, sonriendo.
"¡Sarah, querida!", Paula se apresuró a abrazar a su nieta. La maestra nunca había sido tan feliz.
Más tarde, la directora le informó a Paula de que los padres de Sarah la habían reincorporado a la escuela. "Y señora Paula... me han dicho que puede llevarse a su nieta los fines de semana y pasar tiempo con ella", añadió.
"Lo haré... ¡Seguramente seré la mejor abuela para ella!", exclamó Paula, secando las lágrimas de sus ojos.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Nunca impongas tus decisiones a tus hijos, deja que disfruten de su libertad de elección: Paula odiaba al novio de Ángel y trató de separarlos. Y cuando se enteró de que Ángel estaba embarazada, se puso furiosa. Por miedo a su ver arruinada su reputación en la sociedad, la echó de casa, y esta fue una decisión de la que luego se arrepintió.
- Nunca dudes en admitir tus errores antes de que sea demasiado tarde: Cuando Paula se dio cuenta de que Sarah era su nieta huérfana, se arrepintió de haber echado a su hija años atrás y decidió enmendar sus fallos.
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