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Una casa | Foto: Shutterstock
Una casa | Foto: Shutterstock

En el Día de la Madre, señora que nunca tuvo hijos se despierta con una voz que dice: "Mamá, abre la puerta" - Historia del día

Mayra Pérez
21 may 2022
01:05

Ella nunca había tenido hijos, por lo que en un principio sintió que todo era producto de su imaginación. Pero cuando los golpes continuaron y una voz se dirigió a ella llamándola “mamá”, supo que no todo estaba en su cabeza.

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Cuando Julia y Samuel Sandoval supieron que no tendrían sus propios hijos, lo asimilaron de buena manera y se sumergieron en el trabajo con mucha pasión.

Sin embargo, después en este momento de su vida, Julia se sentía arrepentida de no haber considerado la adopción. La muerte de su esposo la hizo sentir muy desolada y poco a poco se fue aislando de todos.

Regresó a su ciudad natal, donde tenía la casa que sus padres le habían dejado en herencia. El lugar había estado desocupado desde la muerte de ambos, y lucia abandonado y deteriorado. Después de que Julia se mudó, se negó a interactuar con sus vecinos y nunca hizo amigos. Sus vecinos no sentían confianza en ella y en definitiva no les gustaba su apariencia ni actitud. Pero un día, todo cambió…

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Tres años después de mudarse, Julia se despertó sobresaltada por un fuerte golpe en su puerta. “Mamá, por favor, abre la puerta”, dijo una voz masculina.

Julia abrió los ojos, muy confundida. “¿Qué está pasado? ¿Quién toca a la puerta?”, se preguntó, sentada en su cama. Pronto, todo quedó en completo silencio, y ella suspiró, pensando que estaba alucinando.

Dos días antes, una nueva pareja se había mudado al lado. Tenía unos adorables trillizos y parecían felices. Julia los observaba desde la ventana de su cocina mientras se mudaban, y fue la primera vez que lamentó que Samuel y ella no hubiesen considerado la adopción.

“Quizás no estaría tan sola hoy en día. Tendría hijos y hasta algunos nietos”, se dijo a sí misma con desesperación.

La anciana enterró la cara entre las manos, creyendo que estaba escuchando voces. “Estoy inventando cosas... La vejez y la soledad me están afectando”, se quejó. Pero luego escuchó otro golpe y otro más.

“¡Por favor, mamá!”, repitió la voz. “¡Abre la puerta!”.

Julia sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar la voz de nuevo. “¿Hay alguien realmente en la puerta?”, pensó mientras caminaba lentamente hacia la entrada.

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Los golpes continuaban. Cuando finalmente abrió la puerta, vio a un atractivo joven en su puerta.

“¡Mamá, es el Día de la Madre y por fin te encontré!”, dijo el joven, mirándola con mucho cariño.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Julia nunca había estado más confundida en toda su vida. ¿Cómo podría ser su madre si ella y su esposo nunca tuvieron hijos?

“¿Quién eres tú?”, preguntó ella casi en un susurro. “Creo que te equivocaste de lugar y de persona. ¡Nunca tuve hijos!”.

El hombre estaba confundido. “¿Qué estás diciendo? ¡Sé que eres tú! ¡No voy a dejar que me abandones otra vez! ¡Soy Eric, tu hijo!”.

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Julia lo miró fijamente. “¿Esto te parece gracioso? ¡Pues no lo es! ¡Esto es bastante insultante para alguien como yo, que nunca ha tenido hijos!"

“¡Pero no estoy bromeando! Puedo demostrártelo. Mira”, dijo, sacando una fotografía de su mochila y mostrándosela.

“Tenía cinco años cuando me dejaste en el orfanato”, dijo. “Por lo que supe, mi padre te había abandonado y no podías permitirte criarme solo, así que me dejaste allí porque querías que tuviera una vida mejor”.

“Ya te he perdonado. Sé que lo hiciste por mi bien. Pero, por favor, deja el pasado atrás... Me tomó años localizarte. Tuve que mover algunos hilos en el orfanato para conseguir esta dirección”.

“Fue la dirección que escribiste cuando me dejaste allí. Le mostré esta imagen a tus vecinos cuando venía aquí, y me contaron que te habías mudado aquí hace tres años”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Los ojos de Julia se llenaron de lágrimas cuando miró la fotografía, que mostraba una versión más joven de ella con Eric de pequeño en la playa. Se secó las lágrimas y dijo:

“Mira, Eric, entiendo por qué crees que soy tu madre, pero no lo soy. Esta mujer... ¡Tú no eres mi hijo!”.

La sonrisa de Eric se desvaneció y se quedó desconcertado. “No estoy seguro de entenderte. ¿A qué te refieres exactamente?”.

“Por favor, entra. Hay muchas cosas que necesita saber”.

Una vez instalados en la sala, Julia le reveló que en realidad era hijo de Rosa María, su hermana gemela. Ella había desaparecido muchos años atrás, cuando se fugó con su amante a los 16 años.

Sus padres se oponían a su relación, por lo que los adolescentes simplemente se fueron de casa y nunca contactaron a ninguno de ellos.

“La buscamos por todas partes”, explicó Julia. “Mis padres se dieron por vencidos después de un tiempo, pero yo aún estaba decidida a encontrarla. Mi difunto esposo y yo seguimos buscándola durante años, y…”, dudó.

“¿Y qué?”. Eric la miró esperanzado.

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“Una mañana, recibimos una llamada telefónica de un amigo de mi esposo... Era un policía que nos estaba ayudando con la desaparición de mi hermana. Nos informó que ella había muerto en un refugio para personas sin hogar. Tu madre falleció, Eric...”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Eric la miraba angustiado y no podía creer lo que escuchaba. “¡Eso tiene que ser una mentira! ¡Es terrible!”, gimió Eric, cubriendo su rostro con las palmas de las manos.

“En realidad, tu madre hizo lo mejor que pudo por ti. No quería que la acompañaras en las calles. Yo no tenía idea de que hubiera tenido un hijo. Te habría buscado y adoptado… Mi esposo y yo… Nunca pudimos tener hijos”.

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“Pero soy tu tía y siempre estaré aquí para ti”, dijo Julia.

Eric suspiró. “Bueno, eso es muy amable de tu parte... lo siento, olvidé preguntarte tu nombre”, dijo, avergonzado. “¿Cómo te llamas?”.

Julia sonrió. “Puedes llamarme tía Julia. Es bueno advertirte que soy muy estricta y un poco exigente, pero me encantaría que estuvieras en mi vida".

Eric sonrió levemente. “Gracias por ser tan considerada. A mí también me encantaría. ¿Puedo darte un abrazo? Siento que será como abrazar a mi madre”.

“¡Claro que puedes! Ven aquí”, los ojos de Julia se llenaron de lágrimas cuando Eric la abrazó. “De alguna manera, es casi lo mismo, porque ambas teníamos los mismos genes”, le dijo con humor.

Eric sonrió y la abrazó con más fuerza. A partir de ese día, la vida de Julia cambió para bien. Su sobrino fue una bendición para ella, y su cariño la ayudó a salir del agujero donde estaba sumergida.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Comenzó a socializar con quienes la rodeaban y se sintió muy bien saludar sus sonrientes rostros cada mañana y compartir algún café con pastel una que otra tarde. Los trillizos también estaban encantados con ella y corrían a sus brazos cada vez que la veían.

La relación con Eric creció día a día. Él se casó y tuvo una hermosa niña a la que llamaron Rosa María, quien siempre llamó a Julia “abuelita”, derritiendo su corazón.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La vida es una maravillosa aventura que puede sorprendernos cada día. Julia se había hundido en la depresión y la nostalgia tras la muerte de su esposo y compañero de vida, hasta que apareció en su puerta un sobrino que no sabía que existía.
  • La familia es lo más valiosa que podemos tener. Rosa María abandonó a su familia por un amor de juventud, y eso la llevó a dejar a su hijo en un orfanato y finalmente murió sola en las calles. Su vida hubiese sido muy diferente al lado de los suyos.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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