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Una cama | Foto: Shutterstock
Una cama | Foto: Shutterstock

Hombre convencido de que su abuela rica le dejó una fortuna encuentra solo una nota sobre la cama - Historia del día

Georgimar Coronil
19 feb 2022
12:50

Un hombre pasó su adolescencia cuidando a su abuela enferma para heredar toda su riqueza y lo único que le dejó fue una nota.

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Bruno Méndez tenía sus prioridades claras desde niño y siempre había soñado con el día en que sería rico. Tendría todas las comodidades, lo que les permitiría a él y a su madre Carolina dejar atrás la miserable vida que llevaban desde que su padre los abandonó.

Sin embargo, la vida le presentó a Bruno una oportunidad de oro cuando su abuela Sara enfermó y no tenía a nadie que la cuidara. Sara, de 90 años, era una mujer alegre que había administrado el negocio de su difunto marido ella sola. Pero a medida que se acercaba su vejez, quería que su familia, su hija y su nieto, estuvieran cerca de ella.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Por desgracia, la relación madre e hija se volvió tensa poco después de que Carolina decidiera casarse con el padre de Bruno. Sara le había advertido a su hija de que él no era el hombre adecuado para ella.

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Carolina y Sara eran opuestas en todos los sentidos, y Carolina la evitaba incluso cuando estaba enferma. Fue Bruno quien intervino para cuidar a su abuela, pero no por preocupación, sino porque le brillaban los ojos ante su riqueza. "Si me cuidas, Bruno", había dicho ella, "te prometo que te dejaré algo que cambiará tu vida para siempre".

Para un adolescente mezquino como Bruno, eso significaba el mundo entero. Estaba seguro de que Sara le dejaría una herencia bastante grande, así que decidió cuidarla hasta que se fuera a su hogar celestial. "Abuela, soy el mejor cuidador del mundo. Solo tienes que decirme lo que quieres y te lo conseguiré", le decía.

Ante eso, Sara le sonreía alegremente. "¡Oh, querido! Me alegro mucho de que aún te preocupes por mí. Me gustaría que Carolina ablandara un poco su corazón. Si tan solo pudiera dejar de lado su ira hacia mí".

"¡Oh, vamos, abuela! ¿Por qué te sigues preocupando por ella? No te quiere porque no sabe lo especial que eres". Y la cara triste de Sara se iluminaba cuando Bruno decía eso. Le encantaba ver lo mucho que se preocupaba por ella, sin saber que la mente de Bruno solo se fijaba en su riqueza.

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"Eres especial, abuela. Al fin y al cabo, después de tu muerte, ¡toda la riqueza es mía!", pensó. Para asegurarse de convencer a Sara, el chico de 18 años la visitaba todos los días al volver de la universidad. Le compraba la comida, limpiaba su apartamento y regaba sus plantas. Más tarde, cuando su salud se deterioró y estuvo confinada en su cama, la ayudó a ir al baño y a volver a la cama.

A los 21 años, Bruno no prestaba mucha atención a sus estudios y había abandonado la universidad para cuidar de Sara. Después de todo, estaba a punto de recibir una gran herencia y no podía dejar que sus clases se interpusieran. Trabajaba como cajero en una tienda cerca de la casa de Sara, y ya se había mudado de la casa de Carolina.

Un día, mientras limpiaba el armario de Sara, descubrió una gran caja de sellos. "¡Abuela!", dijo. "¿Estos sellos son del abuelo?".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Oh, están aquí", manifestó Sara. "Sí, a tu abuelo le encantaban. Ahora deben valer millones de dólares. Verás, ya no se consiguen en ningún sitio. Algunos de esos sellos son del padre de tu abuelo".

La cara de Bruno estaba radiante de alegría cuando Sara dijo eso. "Y esto también será parte de mi herencia", pensó. "Solo unos días más, Bruno, y estarías viviendo la vida de un rey".

Pero el destino tenía otros planes para él...

Pasó otro año, y la salud de Sara no parecía deteriorarse. La preocupación de Bruno crecía a medida que se cansaba de cuidarla a diario.

"¿Hablas en serio, abuela?", le gritó. "¿Por qué no me dijiste que se te estaban acabando las medicinas? ¡¿Esperas que vaya a la farmacia y te las consiga ahora mismo?! Eso no va a pasar".

"Está bien, Bruno", dijo Sara en voz baja. "Está bien si no quieres hacerlo. Lo haré yo..."

"¡Deberías estar bien, abuela!", replicó Bruno. "¡He estado cuidando de ti durante los últimos 5 años! ¡Y ya he terminado! No puedo seguir haciendo esto. ¡No me importa si comes o mueres! ¡Vete!", gritó mientras salía de su casa.

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Sin embargo, cuando se iba a trabajar al día siguiente, se calmó y se dio cuenta de que no debería haberle gritado. "¡Bruno, tienes que estar loco! ¿Qué sentido tenía gritarle?". Se maldijo, temiendo haber puesto en peligro su "futura herencia".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Así que decidió hacerle una visita antes de ir a trabajar, pero cuando llegó, ella ya no estaba. Sara había muerto plácidamente mientras dormía, y Bruno se alegró de que toda su riqueza fuera suya.

Después del funeral, fue a su casa a buscar el preciado dinero, dándole vueltas a todo, pero lo único que encontró fue una nota en su cama de plumas. "Para mi querido Bruno", decía la parte superior. Bruno reconoció la letra de Sara y abrió la nota para leerla.

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"Querido Bruno:

Gracias por ser un nieto tan cariñoso y por cuidar de mí, cariño. Me alegro de que estuvieras a mi lado cuando necesitaba una familia. Sé que no puedo devolverte lo que hiciste por mí, pero he dejado algo para ti en la notaría. Ponte en contacto con el notario.

Con cariño, la abuela Sara".

"¡Así que la abuela sí me dejó su herencia!", pensó Bruno mientras llamaba a la notaría, pero sus esperanzas se vieron rápidamente frustradas.

"Creo que se equivoca, señor Méndez", le informó el hombre. "Su abuela solo le dejó un cuadro y una nota. Todos sus bienes y fondos importantes serán donados a la caridad".

"¿Qué?" Bruno se quedó sorprendido. "¿Está usted seguro? Quiero decir...".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Si no me cree, puede venir a la oficina y confirmarlo", expresó. "¡Gracias!" Y la llamada se desconectó.

Bruno, sacudido por la noticia, fue inmediatamente a la notaría para confirmarlo... solo para que sus esperanzas se vieran frustradas de nuevo. Se maldijo a sí mismo por haber cuidado de Sara, y cuando miró el cuadro, pensó que era horrible y que ni siquiera le darían 20 dólares por él. Además, la otra nota que había dejado le hizo sentir que se burlaba de él: "Espero que te haya gustado el regalito de la abuela Sara, Bruno. Créeme, te cambiará la vida", decía.

"¡Claro que sí! Si fuera un indigente pidiendo limosna!", pensó mientras salía de la notaría con el cuadro.

Cinco años después...

Bruno trabajaba como operador en la empresa de un amigo. Conoció al amor de su vida, Alicia, poco después de incorporarse allí, y al tiempo se casaron.

Cuando Alicia quedó embarazada, la pareja decidió mudarse a una casa más grande y vender algunos de los viejos objetos del sótano. En ese momento, Bruno volvió a encontrarse con el cuadro. Cuando lo vio, perdió la calma. "¿Durante tantos años me he retorcido por un cuadro inútil?", murmuró mientras lo llevaba al salón para apilarlo con los objetos que pretendía vender.

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De repente, sonó el timbre de la puerta. Sus amigos, Jorge y Linda habían hecho una visita para comer. "¡Entren!", dijo, indicándoles el camino hacia el interior.

"¡Cariño, Jorge y Linda están aquí! Siento el desorden de la casa, chicos... Ya saben, la mudanza y todo eso...".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Alicia salió de la cocina. "Jorge y Linda, me alegro mucho de que hayan podido venir hoy. Los voy a extrañar terriblemente cuando nos vayamos".

"Oh, querida", exclamó Linda. "No te preocupes, iremos a visitarte, después de todo, tenemos que conocer al pequeño...".

De repente, Jorge tomó la palabra. "Oye, Bruno... este cuadro... ¿Dónde lo has conseguido?".

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"Me lo regaló mi abuela. Voy a venderlo por unos cuantos dólares...".

"¿Estás loco? Ese es un cuadro de mil millones de dólares!", expresó Jorge, haciendo que el corazón de Bruno se acelerara con fuerza.

"¿Qué? Pero..."

"Sí, créeme, soy coleccionista. He visto varios cuadros, ¡pero este es raro! ¿Has oído hablar del pintor Angel McKinsekey? Solía pintar solo cuando estaba triste, ¡y todas sus obras valen miles de millones!".

Bruno no podía creer las palabras de Jorge, pero tras unos días de búsqueda y consultas se dio cuenta de que su amigo le decía la verdad. Ese cuadro era una auténtica rareza, y muchos coleccionistas se lo disputaban.

Bruno no pudo evitar sentirse culpable en ese momento. Su abuela lo adoraba, pero él estaba obsesionado con el dinero, olvidando por completo que su abuela Sara era más valiosa. Así que, tras darse cuenta de su error, guardó el cuadro como recuerdo de que su abuela probablemente sabía que iba detrás de su dinero, pero seguía queriéndole.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La familia es el tesoro más valioso: Bruno se dio cuenta de ello cuando descubrió lo que Sara le había dejado, pero ya era demasiado tarde.
  • Enmienda los errores antes de que sea demasiado tarde: Si Bruno hubiera cuidado de Sara con su corazón, no se habría perdido todos esos años de su genuino amor y preocupación por él.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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