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Una camioneta vieja | Foto: Shutterstock
Una camioneta vieja | Foto: Shutterstock

Hombre pobre humillado por conducir el viejo auto de su difunto abuelo halla un testamento debajo del asiento - Historia del día

Mayra Pérez
22 may 2022
07:55

Los adolescentes se burlan de él por conducir el auto viejo de su difunto abuelo, hasta que un día, el auto reveló una bendición inesperada que cambió la vida del joven.

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Javier era un chico de 16 años que vivía con su padre. Su madre los había dejado hace mucho tiempo para seguir con su vida en un país diferente.

El adolescente había sido criado por dos hombres fuertes que significaban todo para él: su padre, Esteban, y su abuelo, Miguel Eduardo, quien falleció cuatro años atrás.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Su familia no tenía una buena posición económica, pero disfrutaba de su vida sencilla y Javier estaba muy agradecido por lo poco que tenía. Él amaba profundamente a su padre y su abuelo, y eran sus mejores ejemplos.

Sin embargo, las cosas no le iban del todo bien en la escuela. A veces era objeto de burlas por su ropa desgastada, y tenía muy pocos amigos.

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En las tardes, Javier iba al garaje de su abuelo y juntos reparaban su auto. El jovencito se había convertido en un mecánico muy hábil, gracias a la paciente enseñanza del anciano. Tras su muerte, se esmeró en mantener el vehículo en buenas condiciones.

Cuando cumplió 16 años, su padre le entregó las llaves de ese vehículo. “Tu abuelo quería que te diera esto en tu decimosexto cumpleaños. Dijo que podías decidir qué hacer con él: venderlo o quedártelo. ¿Qué dices?” le preguntó.

Javier no pudo evitar sonreír. ¡Estaba tan agradecido! Ahora tendría su propio vehículo, y estaba feliz.

“¡Me lo quedaré, por supuesto! ¡Ya no tendré que tomar el autobús para ir a la escuela, solo conduciré hasta allá!”, dijo emocionado.

Al día siguiente, cuando llegó a la escuela, todos en el estacionamiento se burlaron de él porque su auto era viejo y ruidoso.

“¡Vaya, Javier! ¿De qué año es? ¿De 1945?”, uno de sus compañeros.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“¡Parece sacado de una vieja película de Hollywood! ¡Se mueve en cámara lenta!”, dijo otro.

Javier los ignoró a todos porque sabía que su automóvil no tenía precio. Más tarde ese día, después de la escuela, no pudo encenderlo y provocó más burlas a su alrededor.

“¡Vende eso a la chatarrería y tal vez tengas suficiente para tomar el autobús de vuelta a casa!”, gritó un compañero de clase de Javier mientras se alejaba en su nuevo auto deportivo.

A Javier no le afectaron las burlas y siguió intentando reparar el auto de su abuelo durante un par de horas más. Ya estaba oscuro cuando lo logró. Al llegar a casa, su papá le preguntó: “¿Día difícil?”.

“Pues sí”, dijo Javier, sentándose en el sofá a su lado. “El auto ya no aguanta largas distancias. Después de todo, nadie lo ha usado en años. Seguiré intentando y lo repararé para que esté en mejores condiciones”.

Javier pasó la noche en el garaje, con la esperanza de reparar el auto para que funcionara con normalidad. Fue entonces cuando notó un sobre sellado debajo del asiento del conductor, y estaba dirigido a él.

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Confundido, lo abrió rápidamente. Era un testamento, escrito por su abuelo, donde le dejaba $15.000 a su único nieto. Los ojos de Javier se abrieron con sorpresa. Adjunto estaba un cheque por el monto exacto.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Había una nota en el sobre, escrita a mano por Miguel Eduardo, que decía: “¡Sabía que no venderías mi auto! Gracias, Javier. Espero que este dinero pueda ayudarte a crecer. ¡Sé un buen hombre!”.

En ese momento, el padre de Javier entró al garaje. “¡Por fin lo encontraste!”, dijo, sonriendo.

“¿Sabías sobre esto?”, preguntó Javier, sorprendido de que su padre le hubiera ocultado eso por años.

“¡Por supuesto que lo sabía! Papá me lo advirtió por si acaso decidías venderlo, pero estaba seguro de que no lo harías”, dijo Esteban con orgullo.

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Javier y Esteban se sentaron en el garaje en silencio durante un par de minutos, recordando al anciano y sus cosas.

“¿En qué gastarás el dinero? ¿Comprarás otro vehículo?”, preguntó Esteban.

“No”, respondió Javier, sacudiendo la cabeza. “Voy a mejorar este garaje y abrir una pequeña estación de servicio de automóviles. Creo que la llamaré ‘El garaje de Miguel Eduardo’. ¿Qué te parece, papá? ¿Trabajarías conmigo?”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Esteban no pudo evitar llorar. “Por supuesto, hijo. Hagamos eso”.

Abrieron un negocio familiar en honor al abuelo y su amor compartido por los autos. Con el tiempo, el lugar se convirtió en uno de los talleres de reparación más populares de la ciudad.

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La familia es lo más importante y valioso que tenemos. Javier tenía una vida maravillosa gracias al amor, las enseñanzas y el apoyo de su padre y su abuelo, y se sentía muy agradecido por ello.
  • La felicidad se puede encontrar en las cosas más simples. Javier no necesitaba mucho para ser feliz. A pesar de lo viejo que era el vehículo de su abuelo, se sintió feliz de recibirlo de regalo solo porque sabía su valor sentimental.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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