Mujer visita la casa de su vieja amiga con su hijo adoptivo: "Viví aquí hace años", dice el niño - Historia del día
Una mujer que adoptó a un niño lo lleva a visitar a su mejor amiga y se queda atónita cuando su hijo reconoce la casa... y se revela su verdadera identidad.
Linda Contreras siempre soñó con casarse con Jorge Allegri y tener hijos con él. Los dos habían estado saliendo desde el comienzo de la escuela secundaria, y en la noche del baile, Jorge le propuso matrimonio.
Linda lo amaba, pero lo rechazó. "Cuando vuelvas de la universidad y si todavía quieres casarte conmigo, pídemelo otra vez".
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Cuatro años más tarde, Jorge volvió a pedirle matrimonio y Linda dijo "sí". Ella pensó que iba a tener su 'felices para siempre' de cuento de hadas, pero se equivocó.
Tuvieron una hermosa boda y su dama de honor fue su mejor amiga del instituto, Karen. Linda era muy feliz. La familia de Jorge era rica y él era un ingeniero con talento y un gran trabajo.
Linda quería tener hijos enseguida, y Jorge también, pero mes tras mes, se sentía decepcionada. Preocupado por la creciente ansiedad de Linda, Jorge la llevó a un especialista, y el resultado de la prueba a la que los sometió fue devastador.
"Me temo que no puede tener hijos, señora", le dijo el médico. "Le sugiero que piense en aceptar una donación de óvulos, una gestación subrogada o la adopción".
Linda tardó mucho en asimilar el diagnóstico del médico, pero con la ayuda de Jorge lo aceptó. Le dijo a su esposo que le gustaría adoptar y él aceptó.
Jorge y Linda aceptaron acoger a un niño de cuatro años en lugar de un recién nacido. El niño se llamaba Andrés y la pareja se enamoró del pequeño.
Linda estaba satisfecha. Por fin tenía todo lo que había soñado: Jorge, el amor de su vida, y un niño maravilloso que la quería y la necesitaba. Nada podía estropear su felicidad, o eso creía ella.
Cuando Andrés cumplió ocho años, Linda se quedó atónita al recibir un mensaje directo en Instagram de su vieja amiga Karen. Karen se había alejado de la vida de Linda después de la boda y habían perdido el contacto.
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Karen había estado viviendo en Madrid durante los últimos cuatro años, y ahora había vuelto y vivía en la antigua casa de sus padres. Invitó a Linda a visitarla y a traer a su hijo.
Linda estaba muy entusiasmada, pero a Jorge no le agradaba mucho la idea. "Nunca me gustó Karen", dijo. "¡Sinceramente, su desaparición fue una bendición! Solo Dios sabe lo que ha estado haciendo".
"¿Cómo puedes decir eso?", comentó Linda. "Es mi amiga y siempre fue muy leal. La lealtad significa mucho para mí, Jorge, ¡y no me importa lo que haya estado haciendo!".
Al día siguiente, Linda llevó a Andrés a visitar a Karen. Llegaron a la casa de la mujer y Andrés miró a su alrededor con una expresión extraña en su rostro. "Oye, ¿hemos estado aquí antes, mamá?", le preguntó a Linda.
"No", le dijo Linda. "Solía pasar el rato con Karen aquí cuando estaba en el instituto, pero hace años que no vengo".
"Conozco este lugar…”, insistió, pero en ese momento, Karen abrió la puerta y las dos amigas comenzaron a abrazarse y besarse y a hablar a mil por hora.
Linda le presentó a Karen a Andrés. "¿Cómo te llamas?", le preguntó. "¿Y qué edad tienes?".
"Soy Andrés", dijo él. "Y tengo ocho años".
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Karen pareció sorprendida. "¿Ocho?", preguntó.
"Andrés es mi niño especial. Lo adoptamos", explicó Linda.
"¿Adoptado?" Karen puso cara de asombro.
Linda se sorprendió por la reacción de Karen, pero se preocupó al ver que Andrés miraba alrededor con una expresión extraña en su rostro. "Hay una habitación con una cortina roja por allí...", dijo.
Se levantó y abrió la puerta antes de que Linda pudiera detenerlo. Linda se levantó de un salto y le siguió y se quedó atónita al ver que HABÍA una cortina roja. "Yo estuve aquí, mamá", susurró Andrés. "Viví aquí hace años... cuando era pequeño..."
"¿Qué?", se sorprendió Linda. Se giró y miró a Karen, que estaba llorando. "¿Qué es esto? ¿Qué está pasando?".
"¡Es mi hijo!", expresó Karen. "¡Yo... tuve que renunciar a él! Mis padres murieron justo después de que Andrés naciera, y yo estaba arruinada... Para cuando él tenía tres años yo estaba endeudada... No podía criarlo".
"¿Pero qué pasa con su padre?", preguntó Linda.
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"¡No podía decírselo!", dijo Karen. "¡Nunca podría decírselo! Tuvimos un... un... asunto, una noche, un gran error. Decírselo estaría... mal".
Una horrible sospecha apareció en la mente de Linda. "¿Quién era, Karen? Necesito saberlo".
"Fue Jorge. La noche antes de la boda... estábamos borrachos... lo siento mucho...", dijo Karen.
Linda agarró a Andrés de la mano y salió corriendo. Conduciendo hacia su casa, lo único que podía pensar era que el hombre que amaba y su mejor amiga la habían traicionado y que ese niño era suyo.
Cuando Linda llegó a su casa, mandó a Andrés arriba a jugar y se enfrentó a Jorge. "Entonces", le dijo. "¿Sabes quién es la madre de Andrés?".
Jorge parecía desconcertado. "No, ¿cómo podría?", preguntó. "¿Intentó ella ponerse en contacto con Andrés?".
"No exactamente", dijo Linda. "Lo descubrí por accidente, en realidad, lo hizo Andrés. Y hasta sé quién es su padre".
"¿Quién?", preguntó Jorge, curioso.
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"Tú", dijo Linda. "Tú engendraste a Andrés la noche antes de nuestra boda, cuando te acostaste con mi mejor amiga. Tú eres el padre y Karen es la madre. Te dejo, Jorge, pero me llevo a Andrés. Él es lo único bueno en todo esto".
"Linda", gritó Jorge. "¡Por favor, te quiero! Fue un error, un estúpido error, ¡y no volví a engañarte! Por favor...".
"La lealtad es muy importante para mí, Jorge", dijo Linda con lágrimas en los ojos. "Por favor, vete ya".
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Durante los meses siguientes, Jorge intentó disculparse con Linda una y otra vez, pero ella no le escuchó. Entonces, un día, llegó un sobre al correo. Dentro había varias libretas de ahorro, documentos legales y una carta de Jorge que decía:
"Quiero darte todo lo que tengo y empezar una nueva vida. Siento mucho todo lo que he hecho, pero me alegro de que mi hijo sea criado por una mujer como tú, Linda. Te quiero. Siempre te querré".
Linda se sintió conmovida. Tomó el teléfono y llamó a Jorge. Los dos hablaron durante horas y al día siguiente quedaron para tomar un café. Poco a poco, Jorge se ganó su confianza y volvió a vivir con su mujer y su hijo.
Linda le perdonó, y a Karen también, e incluso permitió que su antigua amiga visitara a su hijo. Del dolor de la traición había surgido algo bueno: el maravilloso niño que ahora era hijo de Linda.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Se necesita fuerza y valor para perdonar: Linda perdonó a Jorge y a Karen y eso la convirtió en una persona más fuerte.
- Todos podemos cometer errores: Jorge y Karen se equivocaron al engañar a Linda, pero ambos se arrepintieron y aprendieron de ello.
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