Pasajeros ignoran el llanto de bebé recién nacida hasta que el chofer se da cuenta de que los padres no están en el bus - Historia del día
Lucas es un chofer de autobús que hacía una ruta a otra ciudad, cuando su viaje se vio interrumpido por el llanto de un bebé. Tras llegar a una de las paradas decidió regañar a los padres por no tomar acciones al respecto. Fue entonces cuando se dio cuenta de que el bebé estaba solo y tuvo que hacer algo que nunca había pensado.
El infante llevaba demasiado tiempo llorando en el autobús y Lucas no podía entender cómo los pasajeros toleraban ese ruido.
Lucas conducía el autobús de una ciudad a otra, en un trayecto que duraba unas tres horas. Durante casi todo el viaje, el bebé había estado llorando en la parte trasera de la unidad. Al principio no era gran cosa, pero ahora estaba al límite de su paciencia.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
No podía parar el autobús hasta llegar a su destino, porque cubría una ruta que solo podía hacer paradas específicas.
Esperaba que alguno de los pasajeros dijera a los padres del bebé que hicieran algo, pero esto no pasó. El infante siguió llorando durante todo el viaje. Se sintió aliviado de llegar a la siguiente parada.
Se levantó de su asiento y comenzó a caminar hacia la parte trasera. "Hola, pasajeros. ¿Puede alguien decirme quiénes son los padres del bebé que llora?", inquirió a las personas sentadas en esa zona de la unidad.
Algunos de ellos parecían aliviados de que alguien se ocupara por fin del tema, pero nadie habló. Miraron a su alrededor como Lucas y, finalmente, sus expresiones se convirtieron en desconcierto. "¿Hola? ¿Quiénes son los padres del bebé?", volvió a preguntar, esperando una respuesta. Pero, de nuevo, nadie respondió.
"Señor, creo que ese bebé está solo", dijo alguien del fondo, señalando hacia uno de los asientos. Lucas frunció el ceño y se dirigió al asiento donde estaba el portabebés del que venía el llanto. Descubrió que el bebé era una niña y que no había nadie a su lado.
"¿Estás segura? ¿Podría estar su madre en el baño?", le preguntó Lucas a la pasajera que había intervenido.
"No lo sé. Solo me di cuenta de que la bebé estaba sola cuando empezó a llorar. Pero no soy buena con los bebés, así que la ignoré", afirmó la mujer y se encogió de hombros.
"¡Es una locura! ¿Alguien abandonó a su bebé en un autobús interurbano? ¿Qué está pasando?", se preguntó Lucas, y otra pasajera intervino.
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"Puedo cuidarla un rato. Tengo nietos y puedo dormirlos. No dije nada antes porque no tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero puedo ayudar", se ofreció una amable señora, recogiendo el portabebés para llevarlo a su sitio.
"Gracias, señora. Pronto sabremos qué pasa, espero", agradeció Lucas y volvió a su asiento para retomar la conducción.
Preocupado por la bebé, Lucas decidió llamar a la central y descubrió algo que nunca había imaginado. Al parecer, la madre de la niña estaba armando un escándalo en la oficina, tratando de obtener respuestas sobre su hija.
Estaba en el autobús con la chiquilla cuando decidió ayudar a una anciana a bajar del autobús con sus compras. Por desgracia, las puertas del autobús se cerraron antes de que ella pudiera volver a subir y por eso la bebé estaba sola.
"¡Jesús, es una locura!", le dijo Lucas a la secretaria, María, que había atendido su llamada. "¿Y qué pasa ahora?".
"Desgraciadamente, el tuyo era el último autobús que salía hoy, así que la señora no podrá ver a su hija hoy. Lucas, vas a tener que quedarte con la niña hasta que su madre la recoja mañana", declaró María, haciendo que Lucas se quedara boquiabierto.
"¡No, María! Eso es una locura. Es la hija de una desconocida. Puedo llamar a los servicios sociales o algo así. No puedo ocuparme de la bebé!", respondió él, aterrado.
"Lucas, no puedes hacer eso. Se meterá en problemas y no fue su culpa. Parece una señora encantadora. Estaba muy preocupada. Por favor, ¿puedes ayudarla? Le daré tu dirección. Tomará el primer autobús mañana. ¿Por favor? A veces, tenemos que darnos una mano, ¿no?", suplicó María, y Lucas finalmente cedió.
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Cuando terminó su ruta, Lucas recogió el portabebés y se llevó a la niña a casa. Su mujer, Julia, se quedaría, como mínimo, atónita. Durante varios años, él había expresado su aversión a los niños, asegurando que no quería tener ninguno. La idea entristecía a Julia, pero como amaba a Lucas y quería que fueran felices, había aceptado su manera de pensar sobre el tema.
***
"¿Qué es esto?", dijo Julia cuando su esposo entró con un portabebés. Él le explicó todo lo que había sucedido, y ella finalmente sonrió.
"Vaya, cariño. Estoy sorprendida. No puedo creer que hayas accedido a algo así", dijo, con una sonrisa cada vez más amplia.
"Lo sé, ¿verdad? Pero bueno, María me convenció de que era lo correcto, y quiero decir que mañana es mi día libre. Seguro que puedo esperar a que esa madre venga a recogerla”, añadió con una sonrisa contrariada.
Sorprendentemente, aquella noche con la bebé fue una de las mejores de la vida de Lucas y Julia. Era pequeña, vulnerable y sonreía cuando la arrullaban. Se durmió a pierna suelta cuando la pusieron en una pequeña cama improvisada en su habitación de invitados.
Carolina, la madre de la chiquilla, llegó temprano a la mañana siguiente con lágrimas en los ojos. "¡Gracias! ¡Muchas gracias! ¡Soy una idiota! Es una recién nacida, por el amor de Dios. No debería haber viajado, pero quería visitar a mi madre. Luego vi a una mujer que tenía problemas para bajar del autobús con su compra y no pude evitarlo, quise ayudarla", se reprendió.
"No te preocupes. Tu bebé es una delicia, aunque Lucas dijo que lloraba mucho en el autobús", comentó Julia, acariciando el brazo de la nueva madre. "Por cierto, ¿cómo se llama?".
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"Oh, es Daniela", contestó Carolina mientras Julia le pasaba el portabebés.
Carolina les dio las gracias de nuevo y se fue con su bebé. Cuando cerraron la puerta, Lucas se volvió hacia su mujer con los labios fruncidos y un brillo de algo en los ojos. "Sabes... tener un bebé no sería tan malo...".
Los ojos de Julia se abrieron de par en par, sorprendida, y se lanzó a sus brazos. Un año después, tuvieron su propia hija, Daniela, llamada así en honor a la bebé que había hecho cambiar de opinión a Lucas.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Algunos accidentes no son realmente circunstanciales: Algunas cosas están destinadas a suceder para hacerte ver todo de otra manera. Lucas tuvo por fin la oportunidad de cuidar de un niño, lo que le hizo cambiar de opinión sobre tener bebés con su esposa.
- Lo correcto no siempre es lo que parece: Lucas pensó que lo correcto era llamar a los servicios de protección de menores, pero María le convenció para que cuidara del bebé hasta que su madre pudiera recogerlo y eso cambió su vida.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.