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Padres regresan de vacaciones y su hijo sobreprotegido que se quedó con el abuelo no está en casa - Historia del día

Mayra Pérez
11 jun 2022
06:40

Tomás siempre fue sobreprotegido por sus padres, a quienes les había costado mucho concebirlo. Ellos tuvieron que dejarlo con su abuelo por un período muy corto, y al regreso descubrieron algo impactante sobre su hijo.

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“Tomás, ¿vas a estar bien en la casa del abuelo?”, le preguntó Marla Salazar a su hijo de 13 años, quien estaba en su cuarto desordenado jugando videojuegos. El niño apenas se volvió hacia su madre.

“Sí, mamá”, respondió y siguió jugando.

“¿Sabes?... He estado pensando que tal vez podríamos cancelar el viaje y quedarnos contigo”, continuó Marla, mientras recogía la ropa sucia y la ponía en el cesto.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“¡Mamá, estás atravesada! No puedo ver la televisión”, se quejó Tomás y siguió jugando.

Cuando Marla terminó de recoger el desorden, habló con su esposo, Fernando, sobre la situación. Él le dijo que todos necesitaban esas vacaciones, porque la familia estaba a punto de colapsar.

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Como era una oferta especial para parejas, no podían llevarse a su hijo. Pero Marla estaba preocupada. Esta sería la primera vez que Tomás estaría lejos de ellos.

Marla y Fernando habían sido muy protectores de Tomás toda su vida. Ella había sufrido varios abortos espontáneos antes de lograr tener a su único hijo, así que lo cuidaron y mimaron demasiado.

Fernando trató de calmar las preocupaciones de su esposa. “Cariño, no se va a quedar solo. Lo vamos a dejar con mi papá. Todo va a estar bien y a nosotros nos hará mucho bien”, la tranquilizó.

Finalmente, Marla logró calmarse lo suficiente para llevar al niño a la casa de su abuelo, que vivía en una granja a las afueras de la ciudad, a solo unas horas de distancia de su casa.

“Está bien, cariño, compórtate, escucha a tu abuelo y asegúrate de llamar si necesitas que regresemos”, le recordó Marla a su hijo, con las manos sobre sus hombros. Tomás puso los ojos en blanco y asintió.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“¿Qué me puede pasar aquí, mamá? Mira este lugar”, dijo el niño, señalando las praderas vacías. “No hay mucho que pueda hacer. Solo me aburriré a muerte”.

“Bueno, yo crecí aquí y hay muchas cosas que hacer”, se rio Fernando y miró a su papá.

“Sí, lo tendremos ordeñando vacas muy pronto”, dijo el anciano., palmeando el hombro de su hijo y sonriendo.

“No queremos que Tomás se canse trabajando en la granja. Es mejor y más seguro si se queda adentro. ¿Quién sabe qué le harán esos animales? ¿Y las enfermedades?”, argumentó Marla; su rostro se contrajo de angustia mientras negaba con la cabeza.

“Sería bueno para él, cariño”, agregó Fernando.

“¡No, absolutamente no!”, exclamó Marla con un tono definitivo. Finalmente, se despidieron de Luis Manuel y de Tomás mientras subían a su auto y se iban a disfrutar de sus vacaciones.

Dos semanas después, la pareja estaba de regreso. Marla se sentía muy ansiosa. “Espero que no se haya aburrido demasiado en la granja, ni que tu padre le haya impuesto muchas tareas peligrosas”, dijo estrujando sus manos sobre sus piernas.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Fernando suspiró. “Estará bien. No pasa nada malo en una granja, incluso si mi padre lo hizo trabajar un poco. De hecho, cariño, creo que algo de trabajo sería bueno para él. Lo estamos malcriando demasiado”.

“¡Por supuesto que no lo estamos malcriando! ¡Solo amamos y cuidamos a nuestro hijo! Es nuestro deber. Lo trajimos al mundo”, se defendió Marla, ofendida por la insinuación de su esposo. Fernando solo suspiró y siguió conduciendo.

“No entiendo. ¿Dónde está?”, gritó a su suegro cuando llegaron a la granja y descubrieron que Tomás no estaba.

“Volverá pronto”, le aseguró Luis Manuel, encogiéndose de hombros.

“¿Pero dónde está exactamente?”, exigió saber.

“Fuera. Creo que fue a comprar en la tienda. Tomó tu vieja bicicleta, hijo. Realmente le gusta”, dijo el hombre mayor, sonriendo.

“¿ESTÁS LOCO?”, gritó Marla, fuera de control. “¿DEJASTE A MI HIJO SALIR SOLO? ¿EN UN PUEBLO QUE NO CONOCE? ¡¿SOLO?!”.

“Marla, está bien. Esta es un lugar muy seguro”, dijo su esposo, en un intento por calmarla, pero ella no podía escucharlo.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“¡Llama a la policía inmediatamente!”, dijo totalmente alterada.

“¡Marla, basta!”. Fernando habló con firmeza, mientras sujetaba con fuerza los hombros de su esposa. “Tomás tiene 13 años. Puede salir solo y es algo positivo para él”.

“¿POR QUÉ NECESITABA SALIR SOLO? ¡TU PAPÁ DEBIÓ LLEVARLO EN AUTO!”, gritó y luego comenzó a llorar sin consuelo.

“Marla”, intervino Luis Manuel. “Sé cuánto amas a tu hijo. Pero está creciendo, y los primeros días resultó evidente que está acostumbrado a que le hagan todo. Es obligación de los padres enseñarlos a sus hijos a ser independientes. De lo contrario, será un niño de mamá de 30 años, y un completo inútil”.

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“¡Aún es muy pequeño!”, se lamentó ella, con lágrimas cayendo de sus ojos.

“Estoy de acuerdo con mi papá, querida”, intervino su esposo. “Hemos mimado a Tomás durante mucho tiempo. Tiene que ser independiente en algún momento. Quiero decir, ni siquiera puede salir con sus amigos sin que lo llames cada 20 minutos. Eso no está bien”.

Marla los miró con la expresión más triste, sintiendo que la estaban atacando. Pero Tomás entró en la granja en ese momento y les dedicó la sonrisa más feliz que jamás habían visto en su rostro.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“¡Mamá! ¡Papá! ¡Regresaron! ¡Genial! ¡Compré este gran pastel en el mercado! ¡Es delicioso!”.

Esta era la primera vez que Tomás los miraba y hablaba con un interés genuino. Fue a la cocina y comenzó a guardar todo lo que había comprado. Consiguió platos y les cortó a todos un trozo del pastel que había comprado.

Se sentaron y él habló sin parar sobre todo lo que había hecho durante las últimas dos semanas, lo que sorprendió aún más a Marla. Su hijo nunca compartía con ella, y jamás le contaba nada.

“Ayudé al abuelo en la granja. Fue genial. ¡Nació un ternero! Y el abuelo me enseñó a usar la cortadora de césped y he estado ganando algo de dinero con los vecinos. Están un poco lejos, ¡pero me encanta! También conocí a algunos chicos geniales aquí. ¿Podemos venir más a menudo?”, preguntó emocionado mientras todos comían el pastel.

Cuando Marla vio lo feliz que estaba Tomás. Finalmente, sonrió, se relajó y le pidió que les contara más historias, lo que su hijo estaba muy feliz de hacer.

Ella entendió que Fernando y su padre tenían razón. Tomás estaba tan encantado después de obtener un poco de independencia, y se veía mucho más seguro de sí mismo y feliz que el huraño niño que habían dejado dos semanas atrás. Comenzaron a llevarlo con más frecuencia a la granja y fue la mejor decisión que tomaron por su hijo.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

Los niños deben ser criados para alcanzar su independencia con responsabilidad. Aunque resulta intimidante para los padres, es importante que sus hijos descubran el mundo, sean poco a poco independientes, cometan errores, se caigan, se frustren y aprendan cómo afrontar el mundo real. Solo así se convertirán en adultos saludables y responsables.

La sobreprotección puede ser un obstáculo para el crecimiento de los niños. Marla y Fernando fueron unos padres sumamente protectores con Tomás por muchas razones, pero entendieron su error después de dejarlo por solo dos semanas. Esto cambió su perspectiva sobre la crianza de los hijos.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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