Hijo visita la tumba de su madre durante 7 años hasta que oye su voz diciendo: "Hola, cariño" - Historia del día
Un chico había estado visitando la tumba de su madre desde que tenía nueve años. Pero algo sucedió cuando cumplió 16 y el adolescente fue al cementerio nuevamente.
Andrés, de 16 años, caminó hacia la tumba de su madre Daisy. Él la había estado visitado casi todos los días durante los últimos siete años.
El chico solo tenía nueve años cuando ella murió, y su padre, Tadeo, no le permitió ir al funeral, explicando que era demasiado pequeño para presenciar eso.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
El adolescente recordó haberse sentado junto a la ventana ese día y esperado a que regresara su madre. Siempre sintió que ella volvería y que no se había muerto. Pero nunca regresó y, finalmente, aceptó la verdad.
Mientras tanto, su vida se volvió más oscura sin ella cuando su padre se convirtió en un tirano. Andrés nunca se sintió cercano al hombre, pero esta brecha se hizo aún más grande cuando se convirtió en el receptor de toda la ira y los frecuentes arrebatos de su padre.
Fue entonces cuando comenzó a visitar la tumba de su madre. Allí encontraba un poco de consuelo en la tranquila vegetación y en sus conversaciones con ella.
Pasaron los años así, hasta que cumplió 16. Sin embargo, su vida cambió por completo cuando su padre murió repentinamente. Tuvo un ataque al corazón y Andrés no sabía qué sentir.
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Lo enterraron en un lugar al lado de Daisy, así que él también iba a visitarlo. Aunque su relación había sido defectuosa y problemática, nunca quiso que su padre muriera. Era una situación complicada.
Mientras se acercaba a las dos tumbas, se sintió más atraído por la de su madre. Sabía que no iba a encontrar ningún consuelo en su padre. Solo su madre podía darle la paz que buscaba.
“Ojalá hubieras estado aquí mucho más tiempo. Realmente te extrañamos, mamá”, dijo el chico, colocando algunas flores sobre su tumba y pensando en qué más decirle.
Tal vez podría hablar sobre sus sentimientos con respecto a su padre, pero esas palabras eran difíciles. Justo cuando estaba a punto de decir algo, una voz habló detrás de él. “Hola, cariño”, dijo una mujer, y Andrés sintió algo en el pecho.
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Aunque habían pasado siete años, reconocía esa voz. Aunque habían pasado siete años, reconocería esa voz en cualquier lugar. Se giró rápidamente y vio a la mujer que había extrañado durante tanto tiempo. “¿Mamá?”, preguntó en completo shock.
Se veía mayor y lucía preocupada, pero le sonrió a Andrés, haciendo que las arrugas alrededor de sus ojos se juntaran. “Sí, cariño... Sé que esto es confuso, pero puedo explicarlo todo”, pronunció Daisy con cuidado mientras se acercaba a su hijo.
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Se sentía como un niño pequeño mirándola, pero todo lo que quería era abrazarla sin importar lo que pasara, y lo hizo. Nada importaba, excepto que finalmente había obtenido lo que había deseado durante todos esos años: su madre había regresado.
Se abrazaron y ella lloró en silencio durante varios minutos. Cuando finalmente se separaron, Andrés estaba listo para escuchar la verdad.
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“Antes que nada, tengo que decirte algo. No eres mi hijo biológico. La persona en esa tumba que has estado visitando es María, la primera esposa de tu padre y tu madre biológica”.
“No conozco las circunstancias sobre su muerte, pero después de todos estos años, y por lo que sé de tu padre, creo que es mejor no saberlo”, comenzó Daisy, frotando el brazo de Andrés de arriba abajo.
“Cuando tenías 9 años, le pedí al vecino que me ayudara con un interruptor de luz en nuestra habitación que no funcionaba bien. Él era electricista. Pero cuando tu padre llegó a casa, me acusó de haber hecho algo turbio con el hombre y me echó”.
Los ojos de Andrés se abrieron en estado de shock ante la revelación. “¿Pero por qué dijo que moriste?”.
“Creo que se avergonzaba de decirles a los demás que supuestamente yo lo había engañado. Sinceramente, nunca entendí mucho a Tadeo, y nadie más lo hará”.
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“Pero fingió que esta era mi tumba y siguió adelante, supongo”, continuó, aun tomando el brazo del chico.
“¿Por qué no viniste por mí?”, preguntó él finalmente.
“Fingí ser tu madre biológica, pero nunca firmamos ningún documento de adopción. Nunca arreglamos eso. Él habría peleado por tu custodia y yo no tenía derechos legales sobre ti”.
“Siempre me arrepentiré de no haber presentado esos documentos y haber hecho las cosas bien. Pero quiero que sepas que siempre he estado cerca, cuidándote”.
“Pero no había podido acercarme a ti hasta ahora”, explicó Daisy. Su rostro mostraba preocupación. “Espero que puedas entender mis motivos algún día”.
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Andrés estaba en conflicto. Deseó haber sabido que ella estaba viva todo este tiempo, y deseó haber estado con ella. Pero conociendo a su padre, su actitud y sus formas tiránicas, lo entendió.
“Lo entiendo, o al menos, un poco”, respondió él, mirándola con rostro agridulce.
Después de ese día, se veían todo el tiempo, y Daisy finalmente adoptó a Andrés porque ella era y siempre sería su madre, sin importar nada.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- El amor determina quiénes son tus padres, no la biología. Andrés extrañaba mucho a su madre, y cuando ella regresó con la impactante verdad, la aceptó como si no hubiera pasado el tiempo.
- La verdad siempre saldrá a la luz al final. No importa cuántas mentiras se digan, los hechos tienen una forma de ser revelados a su debido tiempo.
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