Mujer regaña a su suegra todo el tiempo hasta que Beatriz, de 82 años, queda paralítica - Historia del día
Cuando su padre murió, Hernán decidió llevar a su madre a su casa. Pero después de un año, su esposa se cansó del arreglo y la echó. Cuando la anciana tuvo un problema de salud, toda la familia se dio cuenta de algo vital.
“Por favor, ¿puedes dejar de darles dulces a los niños todo el tiempo? No es bueno para su salud ni para sus dientes”, le pidió Pamela una vez más a su suegra, Beatriz Rojas, de 82 años.
Su esposo, Hernán, había mudado a su madre con ellos cuando murió su padre, para que no tuviera que vivir sola en su gran casa al otro extremo de la ciudad.
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Al principio, Pamela pensó que sería muy conveniente. La anciana podía cuidar a sus tres hijos mientras ella administraba su negocio. Sus niños aún eran muy pequeños y necesitaban a alguien que los cuidara, y Beatriz parecía la solución perfecta.
Pero Pamela comenzó a sentirse más frustrada con su suegra, quien ignoraba descaradamente sus reglas y dejaba que sus hijos hicieran su voluntad.
“Está bien, Pamela. Un poco de caramelo no les hará ningún daño”, respondió Beatriz, sacudiendo la cabeza.
Pamela odiaba cuando ella le hablaba de esa manera. Le parecía condescendiente. Por supuesto, Beatriz tenía más experiencia con la maternidad, pero no por eso debía pasarle por encima.
“Beatriz, son mis hijos y sé lo que es mejor para ellos”, le dijo, con los brazos cruzados.
“Por favor, Pamela. Eres una profesional y trabajas todo el día. Yo era ama de casa. Confía en mí. Sé lo que estoy haciendo. Hernán salió bien”, respondió la anciana con una sonrisa amable.
Pronto, la tensión en casa se volvió insoportable. Hernán prefería pasar todo el tiempo posible en la oficina, para evitar las constantes peleas entre Pamela y Beatriz. Nunca se gritaban, pero el ambiente no era agradable.
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Pamela estaba harta. Le dijo a su esposo que Beatriz necesitaba regresar a su casa de inmediato.
“Ha pasado un año, cariño. Necesitamos nuestro espacio como familia. Es hora de que se vaya a su casa”, insistió.
“Pamela, no es tan simple. Los niños adoran a su abuela y ella los cuida para que no tengamos que pagar una niñera”, protestó su esposo.
“Tenemos suficiente dinero para pagar una niñera. He sido paciente. Hablo en serio, Hernán, ¡es hora!”, dijo Pamela.
Hernán suspiró, frotándose la cabeza con frustración. Sabía que su esposa no cedería. Al día siguiente, habló con su madre, quien fue muy comprensiva con el tema, aunque estaba dolida.
Se mudó de vuelta a su gran casa y todos trataron de adaptarse una vez más a vivir por separado, pero fue una pesadilla. Los niños se rebelaron, lo que provocó que tres niñeras renunciaran en menos de un mes.
Pamela no sabía qué hacer con ellos. Ella no se había dado cuenta de lo organizada que estaba su casa con Beatriz allí hasta que se fue. Nunca supo cuánto la ayudaba.
Ahora, todas las tareas de la casa recaían sobre ella una vez más, y era agotador. Su negocio estaba en auge, pero todos los días llegaba a casa y se encontraba con una casa desordenada, niños malhumorados y un montón de cosas que hacer.
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Hernán no era un holgazán. Él hacía su parte en el hogar, pero era muy agotador. Sugirió traer de vuelta a su madre, pero Pamela se negó de plano. “Nosotros podemos manejar esto. Lo hicimos antes. Todo estará bien”.
Sin embargo, unos días después de su conversación sucedió algo que les cambió la vida. Pamela estaba trabajando cuando Hernán irrumpió en su oficina en pánico. “¡Tenemos que ir al hospital! ¡Rápido! ¡Mi madre tuvo un derrame cerebral!”.
Los ojos de Pamela se abrieron con sorpresa y salió corriendo tras su esposo. Llegaron lo más pronto que pudieron al hospital y tuvieron que esperar mucho tiempo porque Beatriz estaba en cirugía.
Después de un tiempo, el médico salió y les dio una mala noticia. “Tengo entendido que la señora Rojas vive sola. Desafortunadamente, le tomó un tiempo llegar aquí y eso planteó algunas complicaciones en su salud”.
“¿Qué tipo de complicaciones?”, preguntó Hernán con desesperación.
“Podremos evaluarla mejor cuando se despierte, pero es seguro decir por ahora que no puede mover sus piernas”, reveló el médico, y ambos quedaron muy sorprendidos.
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El médico tuvo que irse, pero les permitió visitar a Beatriz en su habitación. Hernán se sentó y lloró junto a la cama de su madre mientras Pamela los miraba, sintiendo culpa en su corazón.
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“Esto no habría pasado si ella estuviera viviendo con nosotros”, dijo finalmente, con una expresión avergonzada.
“Pamela, por favor. Un derrame cerebral puede ocurrir en cualquier momento”, susurró Hernán entre lágrimas.
“Pero tal vez no estaría tan mal. Los niños podrían haber llamado al 911 o algo así. Nuestra casa tiene vecinos más cercanos. Cometí un gran error, Hernán”, continuó diciendo. “Oh, Dios... los niños. ¿Cómo les vamos a contar esto?”.
“Lo resolveremos. Pero ella no regresará a esa casa grande”, decidió Hernán.
“De acuerdo”, respondió Pamela de inmediato.
Beatriz pasó varios días en el hospital. Cuando se despertó, parecía que el único problema era su movilidad limitada. Después de hacerle algunas pruebas, los médicos le indicaron fisioterapia. Sin embargo, debería movilizarse en una silla de ruedas a partir de ese momento.
Hernán y Pamela regresaron a casa con Beatriz y los niños entendieron rápidamente que debían ayudar a su abuela. La pareja contrató a una niñera para sus hijos y un enfermero para la anciana.
Pamela fue extremadamente considerada con su suegra a partir de ese momento. Ella había aprendido una gran lección, junto con el resto de la familia.
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Para evitar situaciones complicadas, Hernán decidió vender la casa de Beatriz y comprar una más pequeña cerca de ellos. Fue la solución perfecta. Los niños podían visitar a su abuela con la frecuencia que quisieran y ella nunca estaría demasiado lejos en caso de una emergencia.
Este arreglo funcionó perfectamente para Beatriz, quien estuvo rodeada por el amor y los cuidados de su familia por el resto de su vida.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La familia es muy valiosa y debemos valorarlos, aunque sean molestos. Es fácil enfadarse con los seres queridos, pero es fundamental tener paciencia y comprenderlos porque la familia es lo más importante.
- Es crucial cuidar y atender a los ancianos. Algunas personas se olvidan de sus familiares mayores porque están muy ocupados, pero es necesario asegurarse de que alguien esté allí para ayudarlos en caso de emergencia.
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