Madre que pasó 47 años cuidando a su hijo admite que desearía que él nunca hubiera nacido
Una mujer, que ha dedicado más de cuatro décadas a cuidar a su hijo especial, expresó que lo amaba inmensamente. Sin embargo, lo que admitió a continuación fue impactante y la llevó al centro de una tormenta mediática.
El sueño de cualquier padre es que sus hijos nazcan saludables y que puedan tener una vida feliz. Y muchas veces, la realidad los golpea con fuerza y la crianza se convierte en un reto diario y un temor insostenible por el futuro.
La historia que compartimos expone la lucha de una madre por cuidar a su hijo especial durante muchas décadas, y los grandes desafíos que enfrentaron a su lado.
Gillian Relf. | Foto: YouTube.com/Loose Women
La familia ideal
Gillian y Roy Relf de Kent, Inglaterra, eran novios desde la infancia. Eventualmente, la pareja decidió pasar sus vidas juntos y se casaron cuando tenía 19 y 20 años respectivamente.
Casi un año después, dieron la bienvenida a su primer hijo, Andrew. Después de este maravilloso acontecimiento, los Relf estaban ansiosos por tener su segundo hijo y completar su familia.
Sus deseos se hicieron realidad cuando Gillian quedó embarazada nuevamente. Sin embargo, algo le hacía sentir a ella que no todo estaba bien con su bebé.
Según explicó, en ese momento no había exploraciones prenatales ni análisis de sangre que pudieran detectar anomalías. Además, aparentemente, los médicos y las parteras insistieron en que estaba histérica y se negaron a realizar una amniocentesis.
Gillian, quien para ese momento tenía 22 años, explicó que le argumentaron que, por su edad y su excelente salud, tenía pocas posibilidades de tener un bebé con síndrome de Down. Un domingo de 1967, en el Kent and Canterbury Hospital, Gillian y Relf dieron la bienvenida a su segundo hijo, Stephen.
Un descubrimiento impactante
Tres días después, Gillian recordó haber visto a su bebé en su cuna; tenía ojos pequeños en forma de almendra, nariz chata y una arruga en la palma de la mano. Le dijo a su madre lo que eso significaba: Stephen tenía síndrome de Down.
Pero su madre le dijo que estaba segura de que no. Según Gillian, todos, incluidos los médicos, obviaron la situación durante casi siete meses, y ella trató de convencerse de que todo estaba bien.
Cuando Stephen se enfermó ese verano y tuvo que llevarlo al hospital, escuchó a un pediatra referirse a él como “bebé con síndrome de Down”. Y aunque ella había sabido todo el tiempo, en ese momento su mundo se puso patas arriba.
Otro lado de la historia
Cientos de preguntas pasaron por la mente de Gillian. Su vida cambió drásticamente ese día y, aunque sabía que la gente esperaba que aceptara la condición de su hijo, parte de ella sentía lo contrario.
“Si bien amo a mi hijo y lo protejo ferozmente, sé que nuestras vidas habrían sido más felices y mucho menos complicadas si nunca hubiera nacido. Desearía haber tenido un aborto. Lo pienso todos los días”, expresó, según cita Daily Mail.
La madre de dos también mencionó que si Stephen no hubiera nacido, habría tenido otro bebé y habría tenido una vida familiar normal en la que su hijo mayor tendría la compañía, y no la responsabilidad, de un hermano, después de que ella y su marido se hubiesen ido.
Gillian también confesó que le preocupaba la seguridad de Stephen. Ella recordó un incidente en el que su hijo de 18 años sufrió abuso físico por parte de un cuidador en su centro, y ella y Roy hicieron todo lo posible para trasladarlo a otro lugar.
Mientras conversaba con el panel de “Loose Women”, Gillian explicó que habría considerado el aborto porque no quisiera jamás que un niño pasara por todo lo que ha tenido que pasar su hijo.
Niño especial
En una entrevista en 2014, Gillian reveló que cuidar a Stephen, quien luchaba por hablar y funcionar en el mundo moderno, le generaba un estrés y una angustia inmensa a ella y a su familia.
“Mi hijo no puede hablar. Tiene que usar el lenguaje de señas. Nadie puede entender lo que dice. Tener un hijo con síndrome de Down ha tenido un gran impacto en nuestra vida. No hemos podido ir y hacer muchas cosas, nos hemos perdido las fiestas familiares”, compartió.
Gillian recordó que sentía dolor físico cuando veía que los niños pequeños de sus amigos alcanzaban metas mientras su hijo seguía actuando como un bebé. Stephen no caminó hasta los cinco años y solo podía comunicarse a través del lenguaje de señas.
La madre angustiada explicó que cuando su hijo se enfermó, no le dio ninguna indicación de lo que se sentía mal, y cubrir sus necesidades era una lucha constante que nadie entendía. En algún momento, ella fue ingresada en un hospital después de un ataque de nervios.
Mientras luchaba con la carga emocional y la culpa, a Stephen le ofrecieron un lugar permanente en un hospital cercano en Kent. La madre confesó que se había sentido aliviada de que alguien más cuidara a su hijo.
Respondiendo a las críticas
Sus revelaciones generaron muchas críticas, que Gillian dijo que podía entender. Explicó que se había enfrentado a ese tipo de comentarios y reacciones violentas toda su vida. Pero deseaba hablar sobre las dificultades que había tenido que enfrentar como madre. Afirmó:
“Retaría a cualquiera de ellos a caminar un kilómetro y medio en los zapatos de madres como yo, cargada de por vida como estoy, con un niño necesitado, difícil y exasperante, que nunca crecerá, antes de que nos juzguen”.
Gillian reveló que su matrimonio también sufrió; ambos se deprimieron. Recordó cuando su hijo se mudó del hospital y no podía dejar de llorar. Más tarde, le diagnosticaron una afección hereditaria llamada anemia hemolítica.
Miedos y preocupaciones
Los médicos les dijeron que su hijo necesitaba una operación para extirparle el bazo o no sobreviviría. Según Gillian, Stephen pasó cinco semanas en el Great Ormond Street Hospital recuperándose.
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Cuando cumplió 11 años, volvió a casa para vivir con su familia a tiempo completo durante 18 meses. Gillian estaba tan ocupada cuidándolo, que apenas salía de la casa. El niño ha vivido en cinco casas diferentes de autoridades locales y visitaba a sus padres los fines de semana.
A partir de 2014, Stephen ha vivido en un alojamiento protegido, con dos mujeres que también tienen síndrome de Down. A lo largo de los años, Gillian ha podido disfrutar de hermosos momentos con su hijo, pero una parte de ella siempre está preocupada por su futuro y cómo afrontaría la vida después de que ella y su esposo hayan partido.
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