Niño lleva agua a trabajadores de la carretera a diario: ellos van a su fiesta de cumpleaños para que no esté solo - Historia del día
Un niño les llevaba agua todos los días a los trabajadores de la carretera que laboraban incansablemente bajo el calor abrasador. Para pagar su caridad, los hombres hicieron algo sorprendente en el cumpleaños del pequeño.
El pequeño Miguel y su madre, Sheila, se habían mudado recientemente a un nuevo hogar debido a que ella había sido transferida en su trabajo.
El padre del niño había muerto dos años antes. La mujer era una madre soltera que trabajaba duro para mantenerse a sí misma y a su hijo.
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Un día, Miguel estaba en el jardín de su casa inmerso en una profunda reflexión sobre unos trabajadores de la carretera.
Los hombres estaban reparando un tramo del camino cerca de la casa en la que vivía él porque era muy problemático y causaba molestias a quienes lo transitaban. Hacía un calor terrible, y el niño se sentía mal por los trabajadores cansados y acalorados.
Recordó que Sheila le brindaba un jugo de frutas o le preparaba su limonada favorita cuando regresaba a casa exhausto después de jugar. Fue entonces cuando el pequeño tuvo una idea.
Entró corriendo, abrió la nevera y agarró el último jugo que quedaba allí. También tomó una jarra con agua y luego fue rápidamente a donde estaban los trabajadores.
“Disculpe, señor", dijo con voz chillona. “Se ve muy cansado. Por favor, tome esto. ¡Se sentirá mejor!”.
Los trabajadores hicieron una pausa en su trabajo e intercambiaron miradas. Sonreían y estaban encantados de que el pequeño hubiera sido tan amable con ellos.
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“Muchas gracias, jovencito”, respondió uno de ellos mientras aceptaba el agua y el jugo. “¡Llevamos aquí una semana y nadie había sido tan considerado con nosotros! ¡Muchas gracias!”.
“Es un placer”, dijo Miguel con una sonrisa. “¡Ya me voy, o la Sra. Márquez se enojará si descubre que salí de casa mientras mamá está fuera! ¡Adiós!”.
Los trabajadores sonrieron mientras se despedían y volvían al trabajo.
A partir de ese día, Miguel llevaba agua a los trabajadores todos los días. Muy pronto, se familiarizó con todos ellos y los hombres se enamoraron de su ingenuidad y consideración.
Un día, cuando el niño fue a ofrecerles agua, los trabajadores observaron que no estaba tan alegre como solía estar. Estaban preocupados y le preguntaron por qué parecía molesto.
Haciendo un puchero, el pequeño respondió: “Estoy triste porque faltan dos días para mi cumpleaños y estaré solo. Somos nuevos aquí, así que no tengo amigos”.
“Cuando papá vivía con nosotros solíamos ir a los parques de diversiones en mi cumpleaños. Ahora solo somos mamá y yo. Ella siempre está ocupada con el trabajo y ya no vamos a los parques de diversiones”.
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Los trabajadores se sintieron mal por Miguel. Era un niño muy dulce y no merecía estar triste nunca, especialmente en su día especial, así que idearon un plan.
Dos días después, Miguel estaba sentado en casa con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre su pequeño pecho. Sheila había adornado su sala de estar con globos y una pancarta de feliz cumpleaños.
También le había comprado un pastel, pero él no estaba feliz. Estaba llorando por estar solo. “Cariño, te prometo que la próxima vez será mejor. Lamentablemente tengo trabajo hoy”, dijo su madre tratando de consolarlo, pero el niño no quería escuchar.
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“¡Odio mi cumpleaños! ¿Por qué no vamos más al parque de diversiones, mamá? ¡No quiero celebrar mi cumpleaños! ¡Así no es divertido!”.
“Pero cariño...”. Antes de que Sheila pudiera terminar, el sonido del timbre la interrumpió. Ella no esperaba a nadie, por lo que se preguntaba quién podría ser.
Cuando abrió la puerta, se sorprendió al encontrar un grupo de ocho hombres, trabajadores de la construcción, en su porche delantero.
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“Sí, ¿en qué puedo ayudarle?”, preguntó ella, confundida.
“¡Estamos aquí por Miguel!”, dijo uno de ellos llamado Robert. “En realidad, queríamos llevarlo a un parque de diversiones. Sabemos que él realmente quería ir a uno en su cumpleaños. Esperamos que no le importe...”.
Sheila estaba comprensiblemente confundida, así que le explicaron todo. Incluso le dijeron que su hijo les llevaba agua todos los días.
La madre estaba increíblemente orgullosa de su pequeño y no podía creer que hubiera sido tan amable con los trabajadores. Les susurró un silencioso agradecimiento por ser tan considerados con su hijo y se giró hacia él con una gran sonrisa en su rostro.
“Miguel, cariño…”, dijo, abriendo más la puerta. “¡Tienes visitas!”.
Cuando el pequeño, que estaba de mal humor en el sofá, vio a los trabajadores, corrió hacia ellos. “¿Robert? ¿Javier? ¿Qué están haciendo todos aquí?”.
Robert se agachó para mirar a Miguel y dijo: “¡Hemos venido para llevarte al parque de diversiones! ¡Date prisa o no tendremos suficiente tiempo para visitar todas las atracciones!”.
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El rostro de Miguel se iluminó. “¿De verdad?”.
Sheila asintió. “Y mamá también irá contigo...”.
“¡Yupi! ¡Por fin iremos a un parque de diversiones! ¡Sí!”.
Al ver la sonrisa en el rostro de Miguel, Sheila se dio cuenta de que se había equivocado al priorizar el trabajo sobre la felicidad de su hijo. Decidió estar ahí para él y le envió un mensaje a su jefe diciéndole que se tomaría un día libre.
El niño estaba encantado de visitar el parque de diversiones. Se subió en sus atracciones favoritas, comió algodón de azúcar y tomó toneladas de fotos felices. Su madre estaba agradecida con los trabajadores por haberle alegrado el cumpleaños a Miguel.
Más tarde ese día, les invitó una deliciosa cena en un restaurante. Quería expresar su gratitud por haberle hecho darse cuenta de que su hijo era más importante que el trabajo y por hacerlo sonreír.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Nada es más conmovedor que la sinceridad de un niño. Los trabajadores se sintieron conmovidos por la generosidad de Miguel y no podían permitir que estuviera triste en su día especial, así que organizaron una sorpresa para él.
- Las buenas acciones nunca se olvidan y siempre son recompensadas. Miguel hizo un acto noble al ofrecer agua y jugo a los trabajadores, y ellos le devolvieron su amabilidad al hacer que su cumpleaños fuera especial.
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