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Niño haciendo labores en un jardín | Foto: Shutterstock
Niño haciendo labores en un jardín | Foto: Shutterstock

Niño va a diario a la casa de anciana para ayudarla con sus labores: encuentra allí fotos de su difunta madre - Historia del día

Guadalupe Campos
25 ago 2022
17:35

Agustín comenzó a ayudar a la señora Catalina Spinoza con varias tareas en su casa por una razón sorprendente. Pero pronto halló viejas fotos de su madre y descubrió una verdad que nunca hubiera imaginado.

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"¿Por qué me ayudas, Agustín?", preguntó Catalina Spinoza, de 71 años, a Agustín, el chico de 13 años que llevaba unas semanas brindándole asistencia.

En el último tiempo, le había cortado el césped, la ayudaba con sus bolsas de compras y mucho más. A veces, incluso se quedaba y cocinaba con ella.

Estaba increíblemente agradecida por su ayuda, más de lo que el niño podía imaginar, ya que se había sentido muy sola en la última década.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Catalina le estaba enseñando a Agustín su famosa receta de pastel de manzana, y él estaba encantado. Pero la pregunta lo tomó desprevenido. Frunció los labios y miró a sus pies, todavía usando un palote para esparcir la masa en la mesada.

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Catalina se sintió mal por el chico y estuvo a punto de retirar su pregunta, pero él finalmente habló. "Porque odio estar solo en casa", reveló Agustín, encogiéndose de hombros.

La señora frunció el ceño. No tenía ni idea de que él estaba solo en casa. "¿Qué hay de tu madre?".

"Mi madre murió hace un año, y mi hermana trabaja tanto que si me quedo en casa me quedo solo toda la tarde", continuó Agustín, completamente concentrado en la masa de pastel, por lo que Catalina sabía que algo más estaba pasando.

"Sabes que puedes decirme lo que sea, ¿verdad? Hemos pasado las últimas semanas juntos, y aunque puede que no lo sepa todo, puedo darte un consejo", ofreció, preparando las manzanas para el relleno del pastel. "No se llega a mi edad sin aprender un par de cosas, ¿sabes?".

"Bueno… cuando mamá murió, me sentí culpable de no haber podido ayudarla lo suficiente en la casa". "Mientras andaba en bicicleta por esta calle todos los días después de la escuela, vi cómo te tambaleabas por los escalones de la entrada de tu casa y pensé que podrías necesitar mi compañía", se sinceró el adolescente, terminando la masa.

Catalina sonrió. Qué buen chico, pensó. "Está bien, no me entrometeré en mucho más si no lo quieres, pero gracias por contármelo. Te lo agradezco. ¿Hay algo que quieras saber sobre mí?".

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"Bueno...", dijo Agustín, aparentemente pensando mucho en qué preguntar.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Pasaron la tarde terminando el pastel y hablando de la vida. Agustín también reveló que su hermana, Helena, era mucho mayor. Tenía 33 años, porque su madre había quedado embarazada a los 17. Tuvo a Agustín muchos años después.

Por supuesto, inicialmente vivió con su madre en un pueblo lejano, pero cuando ella murió, se mudó con su hermana en el barrio de Catalina en la capital, y fue entonces cuando comenzó a notar que la jubilada tenía problemas con cosas básicas en la casa.

Claramente, este niño echaba de menos a su madre y quería compensar su culpa, pensó Catalina cuando se fue. Se sintió compelida a ser una figura materna para él, siempre y cuando él quisiera que lo fuera.

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***

Unos días después, Agustín estaba en la casa de Catalina, ayudándola a limpiar un armario viejo lleno de cajas y basura que quería regalar. Para su sorpresa, él comenzó a revisar y mirar el contenido de cada caja.

"Si encuentras algo que te guste puedes quedártelo, aunque no creo que haya nada de valor por aquí", propuso Catalina. La señora siguió mirando dentro de otra caja para asegurarse de que no tiraran nada importante.

Después de un tiempo, Agustín se puso de pie, sosteniendo algunas fotos en sus manos. "¿Por qué tienes esto?", preguntó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Catalina miró hacia arriba. "¿Qué?".

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"¡Esta es una foto de mi difunta mamá!", dijo, mirando casi enojado a Catalina.

"¿Qué? Eso es imposible", respondió Catalina, y extendió la mano para ver las fotos. "Déjame ver".

Agustín le alcanzó bruscamente las fotos con el ceño fruncido. "¡Esta es mi madre!", dijo, casi gritando.

"No, cariño. Esta es... ella no puede ser tu madre", contestó la mujer mayor. Su voz se hizo ronca por la angustia. No podía ser. La chica de las fotos era la hija de Catalina en su adolescencia. La imagen trajo recuerdos desgarradores para Catalina.

"¡Te estoy diciendo que ESTA es MAMÁ!" Agustín finalmente gritó, y los ojos de la mujer mayor se abrieron en shock. El adolescente nunca le había hablado así. Él sacó su teléfono, buscó algo y se lo arrojó a las manos de Catalina. "Mira, ¡te digo que es mamá!".

Catalina cogió el dispositivo y miró la imagen. Sus ojos se abrieron como platos: aunque la mujer en la foto digital era mayor que la de las impresas de Catalina, era su hija, Sabrina. "¡No puede ser!", murmuró.

"Entonces, ¿por qué tienes fotos de mi madre?", preguntó Agustín. Su voz había bajado, pero había lágrimas en sus ojos.

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"Agustín, esta es mi hija, Sabrina Spinoza", respondió, mirando al niño con ojos nuevos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"El nombre de mi madre era Sabrina Corrado", dijo Agustín, sus ojos mostrando su confusión.

"¿Alguna vez se casó? ¿Qué hay de tu padre?" preguntó Catalina, casi desesperadamente porque el cambio de nombre de Sabrina finalmente podría explicar por qué nunca había encontrado a su hija después de esa fatídica noche hacía muchos años.

"Mamá nunca se casó. Ni mi hermana ni yo tenemos padre. No sabemos quiénes son nuestros padres, excepto que son personas diferentes", respondió Agustín con sinceridad, y luego respiró profundamente. "Entonces, si esta es tu hija... ¿eso significa que eres mi abuela? ¿Por qué no estuviste en mi vida? Mamá dijo que no tenía familia".

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Catalina miró fijamente a los ojos del chico, queriendo abrazarlo y nunca dejarlo ir. "Oh Agustín, quiero contarte todo, pero creo que tenemos que hablar con tu hermana. Puede que sepa más", sugirió porque no quería contarle todo sin la presencia de su hermana. Ella necesitaba conocer su historia también.

Agustín llamó a su hermana y le dijo que viniera a la dirección de Catalina después del trabajo. Helena estaba confundida, pero estuvo de acuerdo porque Agustín le había contado que solía pasar las tardes en la casa de la mujer mayor.

***

"Esto es imposible", negó Helena con la cabeza, haciéndose eco de las palabras que Catalina había pronunciado antes. Le habían mostrado las viejas fotos que Agustín había encontrado.

"Helena", comenzó Catalina y miró a Agustín también. "Agustín, ustedes necesitan una explicación. Hace años, cuando Sabrina vino a mí y me reveló que estaba embarazada, yo... bueno, no me lo tomé muy bien".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Helena asintió con la cabeza. Tanto ella como Agustín sabían que su madre había quedado embarazada cuando era adolescente, pero pensaban que estaba sola en el mundo.

Catalina continuó. "La eché, y Sabrina se fue de la ciudad rápidamente. Pasé años tratando de encontrarla pero no pude. Supongo que es porque cambió su apellido".

Hablaron durante mucho tiempo. Helena y Agustín tenían muchas preguntas, y Catalina les respondió con calma y verdad con todo el pesar que sentía en su corazón. Trató de mantener las lágrimas a raya cuando sus nietos hablaron de la muerte de su madre. Ella había abrigado la esperanza de que, en alguna parte, su hija estaría viva y sería feliz.

En algún momento, Catalina le preguntó a Helena: "¿Estás enojada conmigo? Si me das una oportunidad, prometo hacer lo mejor que pueda para compensarlos".

Ella negó con la cabeza. "Tal vez si hubiéramos descubierto esto hace años, estaría enojada. Pero después de que mamá murió, entendí que no hay suficiente tiempo para compartir con la familia en este mundo".

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"Así que eres nuestra abuela, ¿verdad?", intervino Agustín. "Ahora somos una familia, ¿verdad?". Sus lágrimas empezaron a caer.

"Si ustedes dos lo permiten, me gustaría mucho ser su abuela", respondió Catalina con los ojos llenos de lágrimas.

"¡Sí!" dijo el adolescente.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

"Me gustaría intentarlo", añadió Helena con una sonrisa llorosa. Habían estado solos en el mundo durante tanto tiempo que, incluso siendo adulta, le gustaba la idea de tener más miembros de la familia.

Todos se abrazaron, lloraron y compartieron su vínculo durante varios minutos.

Cuando se separaron, Catalina prometió no cometer nunca el mismo error que cometió con su hija hace muchos años. Ella estaría allí para Agustín e incluso Helena, una adulta madura, para todo lo que necesitaban.

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Algunas coincidencias parecen dictadas por el destino. Agustín comenzó a ayudar a Catalina porque extrañaba a su madre y luego descubrió que la mujer mayor era su abuela biológica. La coincidencia es muy grande para ser una mera casualidad.
  • Siempre corrige tus errores para no arrepentirte de nada. Catalina no tuvo la oportunidad de arreglar las cosas con su hija después de echarla, y lo lamentó terriblemente durante décadas.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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