Desconocido llena el carrito de anciano que no puede comprar comida, se encuentran más adelante en un jet privado - Historia del día
Un exprofesor llamado Carlos se dio cuenta de que no iba a poder pagar la compra que había metido en su carrito. Entonces, un desconocido intervino y cubrió todos los gastos. Poco después, se volvieron a encontrar y el anciano recibió la sorpresa de su vida.
Carlos era un profesor de matemáticas jubilado de 86 años que luchaba contra el Alzheimer y dependía en gran medida de una cuidadora que lo ayudaba en su casa. Llevaba una vida solitaria y se negaba a mudarse a una residencia de ancianos. Su mujer y su único hijo habían muerto antes que él, por lo que ahora estaba solo.
Sin embargo, lo que más frustraba a Carlos, era cómo iba perdiendo la memoria poco a poco. No quería olvidar los mejores recuerdos de su esposa y su hijo, y de sus días en la universidad, donde fue uno de los estudiantes y profesores más inteligentes.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
"¿Por qué tenía que pasarme esto a mí, de entre todos los demás? ¡Tenía una mente tan aguda!", le dijo un día a su cuidadora. "Una cosa es que el destino me haga vivir el resto de mi vida solo, pero ¿perder la memoria? Qué mala suerte".
Su paciente cuidadora, Melissa, siempre intentaba que Carlos se sintiera menos solitario hablando con él a lo largo del día y ejercitando su mente con juegos de mesa. Sin embargo, a veces esto no era suficiente y el anciano seguía añorando la compañía de su familia.
Un día, Melissa estaba libre y Carlos quería salir de casa. Entonces, decidió ir al supermercado cercano a comprar comida para la semana.
Como no tenía nada mejor que hacer, recorrió lentamente todos los pasillos y eligió cuidadosamente los artículos que quería. Cuando llegó a la caja, se dio cuenta de que había olvidado la cartera en casa.
La cajera vio que Carlos miraba fijamente al vacío como si estuviera confundido sobre qué hacer. "¿Y bien? ¿Tiene su tarjeta de crédito, señor, o va a pagar en efectivo?", le preguntó.
"Yo... creo que me he olvidado la cartera en casa", respondió un desorientado Carlos.
"Oh, vamos, he escuchado esa excusa muchas veces, señor", se quejó la cajera. "A mí no me va a servir, y a usted no le van a regalar el carro de la compra hoy. Muévase ahora. Está retrasando la cola", gritó.
Carlos estaba a punto de rogar a la cajera que le diera un par de minutos para volver a casa y buscar su cartera, pero ella ya estaba a punto de llamar a seguridad, así que el anciano devolvió lentamente las cosas al carro. Fue entonces cuando sintió una mano encima de la suya, deteniéndolo.
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"No los saque", dijo el hombre, colocando los artículos de nuevo en el mostrador. Vació el carro de Carlos en la cinta transportadora y añadió un par de cosas más de la sección de productos listos para comer.
"No tengo dinero para pagar esto. He dejado la cartera en casa", explicó Carlos al hombre. Pero el sujeto negó con la cabeza y le puso un brazo tranquilizador sobre el hombro.
"Yo invito", dijo, entregándole a la cajera su tarjeta de crédito. "La próxima vez, no seas grosera con los mayores, ¿entendido? Han pasado por mucho", le dijo a la empleada con severidad, y la cara de la mujer se puso roja al instante.
El amable desconocido se ofreció a llevar a Carlos a casa cuando descubrió que no tenía auto. En agradecimiento, Carlos le brindó una taza de té y el hombre la aceptó encantado.
"¿Cómo se llama, joven?", le preguntó Carlos en cuanto se instalaron en su casa.
"Soy Mario, señor. ¿Se acuerda de mí?", preguntó el sujeto.
Carlos se detuvo, observando bien el rostro del hombre. Sus frustraciones volvieron a aparecer cuando se dio cuenta de que no reconocía al joven que estaba frente a él. "Lo siento. Sufro de Alzheimer y mi memoria es terrible. ¿De qué le conozco?".
"Fui su alumno en la universidad. Usted me daba clases gratis todos los días después de la escuela, y gracias a eso, conseguí una beca completa para una excelente universidad en Europa", reveló Mario. "Gracias a usted, soy quien soy hoy".
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"Mario", dijo Carlos. "Me alegra mucho saber que de alguna manera te he ayudado. ¿A qué te dedicas?", le preguntó a su antiguo alumno.
"Soy un empresario. En realidad tengo que ir a una reunión dentro de un rato, pero me encantaría volver a verlo. ¿Podemos encontrarnos el sábado? Haré que mi chófer lo busque".
Carlos disfrutaba de la compañía de Mario aunque no lo recordaba. Asintió felizmente, aceptando verse el sábado. Antes de que Mario se fuera, le dijo a su profesor:
"No se preocupe por perder sus recuerdos, señor. Lo importante es que siga siendo capaz de crear nuevas experiencias en el presente. Viva la vida al máximo: es lo que habrían querido su mujer y su hijo".
Días después, el chófer de Mario recogió a Carlos y lo llevó a un hangar privado. El anciano subió al jet privado de Mario para vivir la aventura de su vida. "¿Adónde vamos?", preguntó.
"Recuerdo que una vez dijo que su sueño era ver el mundo como los pájaros. Nos vamos de paseo de fin de semana a Europa", reveló Mario a un emocionado Carlos, que no podía evitar seguir mirando por la ventanilla.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Sé siempre amable con los demás. Nunca sabes por lo que están pasando: La cajera se ensañó con Carlos sin saber que tenía Alzheimer. Mario tuvo que recordarle que fuera respetuosa con los ancianos, ya que han pasado por mucho más de lo que otros creen.
- Nunca olvides a los que te han ayudado en el camino: Aunque hacía varios años que no se veían, Mario nunca se olvidó de Carlos. Todavía recordaba el sueño de su profesor de volar algún día al extranjero y se aseguró de cumplirlo antes de que fuera demasiado tarde.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.