Padre soltero adopta a su sobrina y lucha por criarla: años más tarde se entera de herencia de $2 millones - Historia del día
Un hombre divorciado aceptó criar a su sobrina, tras el fallecimiento de su hermana. El sujeto hizo todo lo posible para desempeñar bien su papel como padre.
"Soy un perdedor", dijo William, mirándose al espejo. "Por eso se fue". Luego bajó la mirada y empezó a llorar. Acababa de perder a su mujer.
Su esposa, Lorena, le había dejado. "¡Necesito más, William! No eres lo suficientemente bueno", dijo la dama.
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William supuso que no podía culpar a Lorena. Tenía un trabajo como bibliotecario en una universidad y lo amaba. No era un hombre ambicioso.
Ganaba suficiente dinero para pagar la hipoteca y comprar la comida, pero no para ropa o zapatos de lujo. Así que Lorena encontró a un hombre con un coche de lujo y una gran cuenta bancaria que podía darle todas esas cosas.
William tenía días buenos y días malos, a veces la echaba tanto de menos que no podía respirar. Sobre todo, trabajaba para no pensar en Lorena, hasta que un día le llamaron de Servicios Sociales.
"¿Sr. William?", preguntó la mujer.
"Sí", dijo respondió él, "¿Quién habla?".
"Soy la señora Karla, de los Servicios Sociales Infantiles", dijo ella. "¿Usted tenía una hermana que se llamaba Jessica?".
"Sí, mi hermana se llama Jessica", dijo William. "¿De qué se trata?".
"Me temo que su hermana y su marido han fallecido, señor William", dijo Karla. "Por lo que podemos determinar, usted es el único pariente vivo de su sobrina".
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"¿Mi sobrina?", respondió William. "¿Tengo una sobrina?".
"Sí, Isabella, de siete años", respondió ella. "¿Estaría dispuesto a llevársela?".
"¿Llevármela?", preguntó William, desconcertado. "¿Llevármela a dónde?".
"Adoptarla, señor William", respondió la mujer. "Si no, irá a parar al sistema de acogida. Por favor, Sr. William, piénselo.
William aceptó y adoptó a su sobrina Isabella. El hombre pensó que la paternidad sería una tarea sencilla, pero no fue así.
Isabella era bonita y muy brillante, y tenía el mismo aspecto físico que su hermana Jessica. También sonaba como ella. "¿No sabes hacer trenzas?", preguntó la niña. "Mi padre sabía hacer trenzas".
William suspiraba y se esforzaba por atar los delicados lazos con sus grandes y torpes dedos.
Isabella ocupaba cada segundo de su tiempo libre fuera del trabajo. Ahora era un padre a tiempo completo, y no uno muy bueno.
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Escogió los calcetines de color equivocado para combinarlos con la falda rosa y recibió un sermón sobre moda durante todo el camino a la escuela.
Pasó casi un año antes de que William se diera cuenta de que no había pensado en Lorena ni una sola vez. Estaba agobiado y estresado, pero era FELIZ. Incluso empezó a salir con una madre que había conocido en la venta de pasteles del colegio.
Fue aún más feliz cuando Isabella empezó a ayudarlo a elegir su ropa y sus corbatas, y la gente empezó a decirle que era "elegante" y "guapo".
"Yo soy linda, tío William", le dijo Isabella. "¡Así que tú también tienes que serlo!". Sí, William era feliz, pero le preocupaba el futuro de Isabella. ¡Era tan brillante! ¿De dónde iba a sacar el dinero para la universidad?
Un día sonó el teléfono. "¿Sr. William?", preguntó una voz de hombre. William sintió un escalofrío.
"¿Qué pasa?", preguntó ansioso. "¿Qué quiere?".
"Sr. William", dijo el hombre. "Me gustaría que se reuniera conmigo en mi oficina. Tengo cierta información con respecto a su sobrina, Isabella".
El hombre fue insistente, así que William condujo al centro de la ciudad para encontrarse con el desconocido. "Sr. William", dijo el hombre. "Soy el abogado del Sr. González. Él era el abuelo paterno de Isabella".
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"¡Pensé que era el único pariente de Isabella!", exclamó William.
El abogado parecía avergonzado. "El Sr. González no aprobaba el matrimonio de su hijo", explicó. "Desgraciadamente, el Sr. González falleció. Isabella es su única heredera. Ella heredó dos millones de dólares.
William se quedó atónito y encantado. Ahora sabía que el futuro de Isabella estaba asegurado. Decidió tomarse un año sabático para escribir un libro.
Su primera novela se vendió por millones, e inmediatamente empezó a escribir su segundo libro. “A la gente le gusta el romance, y nadie entiende mejor el romance que un bibliotecario”. Eso fue lo que le dijo William a la periodista de un programa de televisión.
Esa tarde, Lorena lo llamó. "William, dime la verdad, ¿tu heroína estaba basada en mí?".
"No", respondió William, y le colgó.
"¿Quién era, tío William?", preguntó Isabella con curiosidad.
"Nadie importante", dijo él y la abrazó.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La bondad y la honestidad son más valiosas que el dinero: Lorena pensaba que William era un perdedor porque no era rico, pero tenía cualidades maravillosas que ella no valoraba.
- La familia es lo más importante que podemos tener: William descubrió que dedicarse a su sobrina le hizo un hombre más feliz y mejor.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.