Maestra ve a estudiante huérfana compartiendo el almuerzo con un indigente y se entera de que es su padre - Historia del día
A una maestra le preocupa que su alumna huérfana almuerce con un indigente y trata de detenerla, pero en un giro inesperado de los acontecimientos, descubre que él es el padre de la niña y un viejo conocido.
Sarah había perdido el apetito. A pesar de estar inundada de trabajo desde la mañana, no tenía hambre ni estaba cansada. En cambio, estaba preocupada. No sobre ella, sino sobre su alumna de 6 años, Mandy, que había perdido a su madre soltera en un incendio en su casa.
La maestra sabía que iba a ser un día largo. Con los próximos eventos escolares, estaba más ocupada que de costumbre.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
Pero ahora era la hora del almuerzo, su tiempo para relajarse, y estaba comiendo salchichas y croquetas de patata, sus favoritos desde que era pequeña, aunque no estaba de humor para comer.
Guardó la comida y volvió a su salón de clases. Estaba vacío. Se paró junto a la ventana y comenzó a mirar hacia el patio de recreo. Allí vio a Mandy y comenzó a recordar.
“Mandy, ¿estás bien? Si necesitas algo, házmelo saber, ¿de acuerdo?”, le había dicho Sarah a su alumna amablemente cuando la niña regresó a la escuela por primera vez después de la muerte de su madre. Como los familiares de la pequeña no querían acogerla, vivía en un albergue.
“Estoy bien, señorita Villanueva”, respondió Mandy con lágrimas en los ojos. “Pero extraño a mi mami”.
Sarah la abrazó. “Ay cariño, comprendo. Pero ten fe, las cosas mejorarán. Tu mami puede estar muy lejos en los cielos con los ángeles, pero ahora mismo te está mirando y sonriendo. Sabe que su hija es valiente”.
“¿Lo soy? ¿Soy valiente, señorita Villanueva?”.
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Sarah asintió y secó suavemente las lágrimas de Mandy. “La más valiente de todas. Te contaré un pequeño secreto, ¿de acuerdo? Shhh... No se lo digas a nadie, pero la señorita Villanueva tiene una alumna favorita, ¡y se llama Mandy!” exclamó la maestra.
Los labios de la niña se inclinaron en una sonrisa. Sarah no esperaba que la pequeña manejara todo tan bien cuando la estaba consolando, pero a pesar de tener 6 años se estaba portando de forma admirable. El corazón de la mujer se rompió al pensar que la niña era huérfana.
“¡Ella claramente no se merecía esto!”, pensó mientras veía a Mandy desde la ventana mientras le daba un gran mordisco a su comida.
De repente, Sarah se tensó. Frunció el ceño con la mirada fija en el banco donde estaba la niña. Vio a un hombre alto, vestido completamente de negro, acercándose a Mandy y sentándose a su lado.
La pequeña empujó su plato hacia él y Sarah estaba confundida. El hombre se veía andrajoso y la maestra no entendía por qué la niña estaba compartiendo su comida con un indigente. Al menos por su apariencia, no parecía otra cosa que eso.
“¿Quién es él? ¿Cómo llegó allí?”. Sarah se preocupó por el hombre desconocido que estaba con Mandy.
Preocupada por su estudiante, Sarah salió corriendo del salón de clases al patio de recreo. “¡Aléjate de esa niña! ¡O llamaré a la policía!”, gritó mientras corría hacia Mandy.
“¡No, no, maestra! ¡Se equivoca! ¡Él no es un mal hombre! ¡Él es mi papá!”, dijo la pequeña.
Sarah se sorprendió. “¿Papá? ¿Cómo es eso posible?”. Los ojos de la mujer se abrieron con incredulidad. “¡Los registros escolares dicen que eres huérfana, cariño!”.
“Me disculpo por la confusión”, intervino el hombre. “Si no te importa, ¿podemos discutirlo en privado? Volveremos enseguida, cariño”, le dijo a Mandy. Luego, él y Sarah se dirigieron a un salón de clases.
“No encontrarás mi nombre en los registros porque mi esposa no quería tener nada que ver con un hombre como yo”, explicó. “Sí, así es. Nos casamos jóvenes y luego tuvimos a Mandy”.
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“Yo no tenía trabajo y el dinero escaseaba. Quería ganar dinero rápido, me involucré en cosas equivocadas y terminé cumpliendo una condena”.
“Había olvidado que nada es fácil en la vida, y todo lo que sucede, desaparece pronto. No tengo trabajo ni hogar, así que no puedo llevarme a Mandy conmigo. Fui liberado recientemente y la he estado viendo ocasionalmente”.
“Hoy, no pude contener mi impulso de verla, así que entré por la entrada trasera de la escuela. Por suerte, estaba abierta”.
Sarah no pronunció palabra y su mirada estaba fija en el rostro del hombre. “¿Por qué siento que te he visto antes?”, preguntó ella como si no hubiera escuchado nada de lo que el individuo había dicho. “¿Cómo me dijiste que te llamabas?”.
“Jaime”, respondió él. “Jaime García”.
“¿El estudiante de clase A, Jaime García? ¿Asististe a la Escuela Trinidad en Santa Ana?”.
“Sí, estudié en esa escuela”, admitió, asombrado. “Pero, ¿cómo sabes eso?”.
“Yo estaba en un año inferior que tú en la escuela secundaria. Ha pasado un tiempo, ¿no? En ese entonces, ¡escuchábamos muchas historias sobre ti! Nunca esperé encontrarte de esta manera, pero supongo que así es la vida”.
El hombre bajó la cabeza, avergonzado. “Así es”.
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“Pero, Jaime, ¿estás dispuesto a cambiar? Si no por ti, ¿al menos por Mandy? Es una niña maravillosa que merece un buen hogar”.
“Es tu responsabilidad como padre mantenerla. Puedo hablar con el director y convencerlo de que te contrate. Pero solo si cambias para mejor y crías a Mandy con amor. ¡Ella se lo merece! De todos modos, no me gusta ese sistema de refugio. Crecí en uno, ¡y es horrible!”.
“Haré lo que sea”, susurró Jaime entre lágrimas. “Haré cualquier cosa por mi pequeña. Por favor, ayúdame. Ella es mi vida. ¡Prometo que haré lo mejor que pueda!”.
“Está bien entonces, ven conmigo”.
Como humanos, todos cometemos errores, y Jaime no era la excepción. Lo que cuenta es si estamos dispuestos o no a enmendarnos.
El padre de Mandy quería hacer las cosas bien, así que Sarah lo ayudó. Ella le consiguió un trabajo como conserje en la escuela y, con el tiempo, pudo encarrilar su vida.
Entonces alquiló una casa y logró sacar a la niña del refugio. Sarah se alegró de que su valiente estudiante tuviera el hogar lleno de amor que se merecía.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Todos cometemos errores como humanos, pero lo que importa es si estamos dispuestos a corregirlos o no: Jaime decidió dejar su vida corrupta por el bien de su hija y, finalmente, pudo brindarle una buena vida.
- Sé siempre amable con los demás; nunca sabes por lo que están pasando: Gracias a la ayuda de Sarah, Jaime volvió a encarrilar su vida y recuperó todo el tiempo perdido con Mandy.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.