Hijo hace llorar a su madre anciana en silla de ruedas en el restaurante: se disculpa cuando el dueño interviene - Historia del día
Un joven llevó a su madre discapacitada a un restaurante, pero la ignoró hasta que se le cayó el vaso de agua. Él la regañó por eso, haciéndola llorar, y el dueño, al ver lo ocurrido, se enojó e hizo algo sorprendente.
"Esto es bueno", le dijo Emily a su hijo, Diego, después de que la camarera tomó su pedido y se fue con los menús. Quería llamar la atención de su hijo porque estaba concentrado únicamente en su teléfono.
"Sí, claro", murmuró, con los ojos pegados a la pantalla. Pero de repente, miró a su alrededor. "Ojalá no estuviéramos tan cerca del baño, pero con tu silla de ruedas, no podemos sentarnos en ningún otro lado".
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
Emily trató de ignorar ese comentario ambiguo y bebió un poco de agua de su vaso. "Aun así, es bueno que estemos juntos después de tanto tiempo. ¿Cómo va la universidad? ¿Tus clases? ¿Pasa algo interesante en el campus?", preguntó, curiosa acerca de su hijo.
Diego rara vez llamaba a su mamá después de que se fue a la universidad, y Emily sabía que estaba encontrando su camino y amaba la independencia. Crecer con una madre discapacitada no pudo haber sido fácil, incluso con los cuidadores que a veces contrataba. Quería que él disfrutara de su propia vida lejos de ese problema. Aun así, sería genial saber de él.
Por lo tanto, ella lo invitó a una comida especial y tuvo que rogarle varias veces oara que él aceptara. Incluso lo sobornó con el costoso reloj de su difunto abuelo. Tal vez, por eso vino después de todo. Pero ella iba a mirar el lado positivo.
"Oh, está bien qué más da", suspiró, levantando un lado de su boca como si no le importara.
Una vez más, Emily agarró su vaso de agua para tomar un sorbo, pero accidentalmente lo golpeó contra la mesa y el vaso se hizo añicos en el suelo. El estruendo fue tan ensordecedor que todo el restaurante se volvió y, finalmente, Diego levantó la vista de su teléfono.
"¡Por el amor de Dios! Ni siquiera puedo tener una buena cena sin que hagas un espectáculo y la gente nos mire. ¡No quería venir, pero fuiste muy insistente! Dios, no puedo esperar a que esta noche se termine rápido", estalló Diego con más virulencia de la que Emily jamás había escuchado.
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Sus ojos estaban muy abiertos por la conmoción de su arrebato, y sabía que la gente todavía estaba mirando. Su voz resonó por todo el restaurante. Finalmente, las lágrimas se acumularon en sus ojos y comenzó a sollozar en silencio. "Ok, vámonos ahora", dijo a través de los gritos de su hijo.
"¡Excelente!", dijo Diego y agarró la silla de ruedas de su madre para sacarla del lugar.
"¡Espera un minuto!", acotó un hombre que se les acercó. Emily miró hacia arriba y vio la expresión de enojo en su rostro. Tenía las cejas fruncidas, la comisura de los labios hacia abajo y las arrugas de la frente eran más prominentes bajo el resplandor amarillo de las luces del techo.
"No vamos a comer aquí. Cancele nuestra comida", dijo Diego, agitando la mano con desdén. Pero el hombre negó con la cabeza.
"Cállate y siéntate", dijo el hombre, sorprendiendo a Diego y Emily. El malhumorado hijo se sentó lentamente como si tuviera miedo. "Escuché tu pequeño arrebato hace unos segundos, joven, y tengo que decirte que fueron las palabras más impactantes que he escuchado. He estado hablando con mi personal, y entiendo que la señora es tu madre. ¿Cómo pudiste hablarle de esa manera?”.
"Yo… ¿Yo qué hice?", tartamudeó Diego.
"Daría cualquier cosa por tener a mi madre conmigo de nuevo. Ella me enseñó todo sobre la vida, el amor, la esperanza y los sueños y me crio de forma independiente. Al igual que esta hermosa mujer aquí, también tenía una discapacidad…”.
“Tenía una condición que le imposibilitaba tener un trabajo normal. Y a pesar de todo eso, ella me crio. Nunca pasé hambre. Nunca me faltó. Sospecho que esta mujer ha hecho lo mismo por ti. Hoy, soy dueño de este restaurante y de muchos otros en esta ciudad. Todo gracias a ella. Y ella no pudo ver mi éxito".
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Diego bajó la mirada hacia su regazo avergonzado mientras Emily miraba al dueño del restaurante, totalmente concentrada en la historia.
"Entonces, llama a tu madre. Habla con ella. ¡La tienes justo aquí! ¡Es el privilegio más grande que jamás tendrás! ¡Sé mejor! De lo contrario, no importa lo que hagas o cuánto dinero ganes, nunca serás conocido como un verdadero hombre", finalizó el dueño del restaurante”.
Emily miró a su hijo y se sorprendió al ver lágrimas corriendo por sus mejillas. Pero antes de que pudiera decir algo, Diego levantó la vista. "Lo siento mucho, mamá", dijo con voz ahogada. Su cara mostraba su angustia y Emily quería abrazarlo para quitarle el dolor.
"Oh, querido", dijo ella, y él saltó para abrazarla, pidiéndole perdón nuevamente.
"Está bien, mi trabajo terminó. Tu comida estará lista pronto y alguien vendrá a recoger ese vidrio roto rápidamente", dijo el propietario, quien luego se presentó como el Sr. Henry, quien fue aplaudido por los presentes antes de alejarse.
Diego volvió a sentarse, guardó su teléfono, se secó las lágrimas y comenzó a hablar. "Bueno, mis clases son buenas. Aunque a veces aburridas”.
Emily sonrió, secándose la cara. El resto de la cena fue fantástica, gracias a las palabras de regaño del Sr. Henry. Y Diego nunca volvió a maltratar a su madre.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Respeta a tus padres porque nunca sabes cuánto tiempo estarás con ellos: El propietario le dijo a Diego que deseaba que su madre estuviera allí para ver su éxito, por lo que debería aprovechar al máximo su tiempo con Emily.
- A veces, se necesita un extraño para que te despiertes y lo hagas mejor: Diego trató a su madre horriblemente hasta que el dueño del restaurante lo regañó y vio el error cometido.
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Esta pieza está inspirada en historias de la vida cotidiana de nuestros lectores y escrita por un escritor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes son solo para fines ilustrativos. Comparte tu historia con nosotros; tal vez cambie la vida de alguien. Si desea compartir su historia, envíela a info@amomama.com.