El público exige que anciana sucia sea echada del teatro: los actores se dirigen a ella cuando termina la función - Historia del día
Un grupo de visitantes ansiosos por pasar un buen rato se indignaron y no quisieron sentarse al lado de una mujer mayor sucia en el teatro. Por lo tanto, la cambiaron a la última fila, donde nadie pudiera verla. Al final del programa, se arrepintieron de sus acciones.
Una sonrisa se dibujó en los labios de Marla cuando el presentador del programa anunció que la obra comenzaría pronto. No podía esperar más.
Había gastado todo su dinero en el boleto, que era un poco caro, y sabía que, debido a esto, tendría dificultades económicas durante meses, pero no se arrepentía.
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Lamentablemente, su alegría fue borrada rápidamente por una voz detrás de ella. “¿Quién permitió que esta mujer se sentara con nosotros? ¡Apesta!”.
Los ojos de Marla se llenaron de lágrimas y vio a una mujer que le lanzaba una mirada tenaz. “¡Sí, me refiero a usted! Ugh, ¿cómo entró aquí? ¿Se coló?”.
“Señora”, dijo la mujer mayor respetuosamente. “Merezco estar aquí tanto como usted. Yo pagué mi entrada”.
“Sí, claro”, dijo un hombre riendo. “Como si fuéramos a creer eso. ¿Se miró en el espejo antes de venir aquí? ¡Apesta, su ropa está andrajosa y parece que ni siquiera puedes pagar una comida! ¿Qué le hace pensar que merece estar sentada con nosotros?”.
“¡Guardias, por favor échenla! ¡No queremos sentarnos junto a ella!”, agregó la mujer.
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Marla trató de explicarle al público que ella había pagado la entrada, pero no la escucharon. Siguieron lanzando insultos sobre su apariencia hasta que los guardias la trasladaron a un asiento en la esquina de la última fila, donde nadie podía verla.
La mujer mayor se secó las lágrimas y forzó una sonrisa en su rostro. Se dijo a sí misma que no llorara. Era un día especial para ella. Sin embargo, los visitantes aún no habían terminado de ridiculizarla.
“¡Dios! Por su culpa, el aire aquí está contaminado. ¿Por qué los guardias simplemente no la echaron?”, se quejó una mujer lo suficientemente alto para que Marla la escuchara.
“Cálmate, cariño”, dijo su esposo rico. “Parece que tenía un boleto. Tal vez gastó los ahorros de toda su vida en eso”, agregó riendo.
Fue terrible. Marla se sintió muy herida y faltada al respeto. Sin embargo, ni una sola persona en la audiencia acudió en su apoyo. Todos eran ricos y la menospreciaban porque no era tan rica como ellos.
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Poco después, comenzó la actuación y la mujer mayor se consoló a sí misma en ese momento. Ella siempre lo hacía.
Como mujer pobre que vivía en un refugio para personas sin hogar, Marla había visto muchos días malos, algunos peores que los que acababa de experimentar en el teatro.
Siempre se decía a sí misma que Dios solo ayudaba a los que mantenían la calma en las adversidades. Así que se olvidó de los insultos y se animó.
“Estos chicos están haciendo un trabajo brillante! Son actores muy jóvenes, pero son muy talentosos”, pensó Marla cuando comenzó la presentación en vivo. “¡Qué especiales son! ¡Valió la pena el dinero y la espera!”.
La función duró dos horas, pero Marla no se dio cuenta de lo rápido que había pasado el tiempo. Al final de la obra, los actores se tomaron de las manos e hicieron una reverencia frente al público, que aplaudió por la excelente actuación.
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“¡Hicieron un trabajo brillante!”, gritó alguien del público, y los actores dieron las gracias.
Poco después, la gente comenzó a abandonar sus asientos para dirigirse a la salida cuando la voz de uno de los actores los detuvo.
“¿Podrían tomar sus asientos, damas y caballeros? ¡Hoy nos gustaría presentarles a alguien especial! Nuestra invitada especial para esta noche”, anunció un joven actor.
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Pronto toda la audiencia estaba gruñendo confundida. Marla también estaba confundida. Nadie había sido informado sobre el invitado especial.
El joven actor sonrió y continuó: “Todos, demos la bienvenida a la mujer que nos ayudó a llegar a donde estamos hoy”.
“Éramos un grupo de adolescentes irresponsables despreciados por toda nuestra escuela, pero ella creyó en nosotros. Fue la única maestra que siempre nos apoyó”.
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Entonces el joven se acercó a Marla y la invitó al escenario. “Sra. Andrade, ¿puedo tener el honor de acompañarla al escenario?”.
La audiencia quedó atónita. La multitud no podía creer que la mujer a la que habían ridiculizado fuera la invitada especial.
Marla caminó hacia el escenario llorando y los artistas se apresuraron a abrazarla. “Chicos, no esperaba que me recordaran. ¿Cómo han estado?”, dijo llorando.
“Absolutamente increíble, Sra. Andrade”, exclamó el joven mientras se giraba para mirar al público.
“Damas y caballeros, si estamos actuando con confianza hoy, es gracias a nuestra maestra. Vimos cómo la trataron hace un rato. Por decirlo suavemente, eso nos decepcionó”.
“No esperábamos que personas tan dignas la trataran de esta manera. La Sra. Andrade constantemente nos alentaba a no faltarle el respeto a los mayores, y ella tampoco merece que le falten al respeto”.
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“Recientemente, descubrimos que vive en un refugio para personas sin hogar”, dijo, y un fuerte murmullo resonó en el auditorio.
“Sí, desafortunadamente, eso es cierto. Sus hijos la echaron y se apoderaron de su casa. Organizamos el espectáculo de hoy para recaudar fondos y conseguirle un nuevo hogar, y queremos realizar futuras presentaciones con el mismo objetivo en mente”.
“Si podemos encontrar un patrocinador, será de gran ayuda para la Sra. Andrade. Entonces, hasta aquí mi discurso de hoy, y agradecería que pudieran disculparse con ella. Se lo merece. Gracias”.
Hubo un silencio absoluto en el auditorio, y Marla estaba llorando. “Chicos, no se preocupen”, dijo. “Estoy feliz de haberlos visto hoy. Eso es suficiente, y…”. No pudo terminar cuando uno por uno, la gente de la multitud se le acercó y comenzó a disculparse con ella.
Algunos eran demasiado orgullosos para arrepentirse de sus acciones, pero no importaba. Marla tenía un gran corazón y perdonaba a todos.
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La mujer rica que había insultado a Marla antes cambió de opinión y se ofreció a donar una suma considerable para ayudarla.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La amabilidad es lo que importa, no el dinero: Gracias al buen corazón de Marla y la fe en sus exalumnos, obtuvo respeto, amor y disculpas de los arrogantes visitantes ricos.
- Nunca juzgues a una persona por su apariencia y estatus: La mayoría de los visitantes se arrepintieron de sus duras palabras después de saber lo especial que era Marla para los actores y cómo los había ayudado.
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