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Una madre dolida sosteniendo un oso de peluche | Foto: Flickr.com/Mike Goad (Dominio Público)
Una madre dolida sosteniendo un oso de peluche | Foto: Flickr.com/Mike Goad (Dominio Público)

Madre en duelo llora por el poco tiempo que pasó con su hijo fallecido: un día escucha su voz en la sala - Historia del día

Maggie quedó destrozada después de que su único hijo muriera repentinamente. Habría dado cualquier cosa por volver a oír su voz. Y un día, no podía creer lo que escuchaba cuando su deseo imposible se hizo realidad.

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Para todos en el vecindario, Maggie era “la mamá de Mateo”. Todos los comerciantes, feligreses y madres jóvenes del pequeño pueblo conocían la historia de la mujer que se había mudado allí con su hijo de 10 años después de que su padre los abandonara.

Cuando los vecinos se enteraron de que el niño de aspecto frágil tenía una enfermedad cardíaca, siempre estuvieron presentes para la madre y el hijo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

La gente vivía en casas modestas y tenía lo justo para sobrevivir. Pero siempre estaban allí para cuidar a Mateo cuando su mamá estaba en el trabajo todo el día.

Lo llevaban al hospital en uno de sus autos viejos cuando su mamá no podía o le daban a Maggie algunos víveres en un mes particularmente difícil. Ella siempre estuvo agradecida con sus vecinos serviciales porque su apoyo le permitió concentrarse en trabajar duro.

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La cirugía que los médicos habían recomendado para el corazón de Mateo no iba a salir barata. Pasaron tres años y Maggie había ahorrado casi lo suficiente para la operación de su hijo.

“Solo otro mes de correr”, le susurró a Mateo una noche. Estaba maravillada de que su pequeño ahora tenía 13 años.

“Sé que no he podido pasar mucho tiempo contigo, cariño. Mamá ha tenido que trabajar demasiado. ¡Pero pronto tendremos todo el tiempo del mundo!”, dijo besando su frente. Pero ella no sabía que era la última vez que lo haría.

Al día siguiente, Maggie estaba trabajando en su turno en la tienda de comestibles cuando recibió la llamada que la hizo desplomarse en el suelo. Su hijo, su pequeño tesoro, había fallecido mientras dormía esa mañana.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

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Cuando corrió a casa y vio a su pequeño tendido sin vida ante sus ojos, le pidió perdón mil veces. “Lo siento tanto, bebé, ojalá hubiera pasado más tiempo contigo. Ojalá no me hubiera sumergido tanto en el trabajo...”.

Todo el pueblo se había reunido en el funeral para despedir al niño valiente y bondadoso que se había convertido en un hijo para ellos.

En los días subsiguientes, nadie vio mucho a Maggie. Permaneció encerrada en su casita, echada en la que había sido la cama de su hijo, llorando entre sus juguetes y ropa, culpándose e imaginando cientos de cosas que podría haber hecho diferente.

Mantenme a salvo, como siempre lo has hecho. Tu sonrisa es mi sonrisa.

Podía ver a su vecino caminar hasta el porche y llamar a su puerta, pero sabía que no podían hacer nada para que se sintiera mejor. Ella no quería sentirse mejor.

Todos se fueron después de tocar el timbre un par de veces, excepto un chico llamado Eric. Él era diferente. Era un niño indefenso que sufría acoso escolar y maltrato por parte de su familia, y Mateo había sido su único amigo.

“¡Solo quiero llorar contigo, tía Maggie!”, le dijo él desde el otro lado de la puerta.

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La mujer no pudo evitar abrir y dejar que el niño la abrazara y llorara. Los dos pasaron toda la tarde recordando a Mateo y llorando en el regazo del otro.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

“Espera un momento, Eric. Déjame traerte algo caliente para beber”, dijo Maggie. Fue a la cocina a preparar una taza de chocolate caliente para el niño.

Lo hizo como a Mateo le gustaría. El pensamiento de él hizo que un escalofrío le recorriera el cuerpo y trató de no volver a echarse a llorar.

“Daría cualquier cosa por volver a oír su voz...”, dijo entre sollozos la madre doliente. En ese momento, lo escuchó: ¡era la voz de Mateo que le llegaba desde la sala!

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“¡Feliz cumple, mami!”. El tarro del azúcar se resbaló entre los dedos de Maggie, y esparció su contenido por el suelo. Ella quedó helada ante la voz del niño que había perdido.

Por un momento, apenas podía respirar. Corrió hacia la sala de estar y encontró el rostro de Mateo hablando con ella en la pequeña pantalla del teléfono que Eric sostenía.

“Sé que, si estás viendo esto, ya no estoy allí. Probablemente, has estado llorando hasta quedarte dormida y has dejado fuera a todos los vecinos. ¡Y apuesto a que también olvidaste que es tu cumpleaños!”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Bueno, yo no me olvidé. Puede que no esté allí en persona, mamá. Pero debes saber que estoy agradecido por cada momento que pasé contigo. Sé que te culpas por no haberme dado mucho tiempo, pero sé que también hubo un gran amor en esa ausencia”.

Maggie tuvo que sentarse para no caerse porque sus lágrimas se negaban a detenerse. Sostuvo más cerca la cara de Mateo en el dispositivo mientras él decía:

“Te amo, mamá. ¡Eres una heroína! Tú no lo ves, pero yo sí. Cuando se trataba de mantenerme, no había nada que no pudieras hacer. Y sé que crees que no podrás superar esto, pero si puedes”.

“Siempre estaré allí contigo, mamá. Ese es el único lugar en el que estaré de ahora en adelante. Mantenme a salvo, como siempre lo has hecho. Tu sonrisa es mi sonrisa. Tus lágrimas son mis lágrimas”.

Maggie sintió que brotaba otra avalancha de lágrimas, pero rápidamente se secó los ojos y se sentó mientras su hijo se despedía de ella.

Algo en ella cambió después de escuchar ese mensaje. Era como si un destello de vida hubiera regresado a sus ojos. Abrazó a Eric y le agradeció por preservar este mensaje.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

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Ella le preparó una comida deliciosa y le pidió que eligiera cualquiera de los juguetes de Mateo que le encantaban.

“Esta es tu habitación ahora, Eric. Cada vez que te sientas solo o necesites a alguien con quien hablar, ven aquí”. Besó al niño en la frente, con la misma sonrisa amable que solía mostrarle a su hijo.

¿Qué puedes aprender de esta historia?

  • El amor de una madre es infinito, al igual que el de un hijo. Maggie trabajaba hasta el agotamiento para hacer posible que Mateo tuviera una operación que cambiara su vida. Y Él le hizo saber que la amaba, incluso después de su muerte.
  • Muestra un poco de amor a los corazones que se sacrificaron por ti. Mateo encontró una manera de agradecerle a su madre y hacerla sentir apreciada. Si aún no lo hemos hecho, deberíamos dejar que nuestros guardianes y héroes nos hagan saber lo agradecidos que estamos con ellos también.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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