Niña le pide a su mamá que le compre zapatos a un compañero necesitado: halla cajas de zapatos en la puerta de su casa - Historia del día
A pesar de usar zapatos gastados para ir a la escuela, Helena, una niña de ocho años, le rogó a su mamá que comprara zapatillas nuevas para su pobre compañero de clase que usaba unas andrajosas. Al día siguiente, alguien inesperadamente rindió homenaje a su amabilidad.
“¿Qué es ese ruido chirriante?”, le preguntó Melissa a su hija de ocho años, Helena. Miró los zapatos de la niña y notó que las suelas se habían abierto.
Madre e hija iban de camino a casa desde la escuela y acababa de dejar de llover. El agua en el camino se había filtrado en el calzado dañado de la niña y había comenzado a hacer un ruido.
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Melissa inmediatamente llevó a su hija a una zapatería para comprarle un nuevo par de zapatillas. Tenía algo de dinero para comestibles, pero pensó que comprarle a Helena un nuevo par de zapatos era más importante.
“Esos, sí, esos zapatos rosas en el estante debajo de los azules”, instruyó la madre a la dependienta.
“¿Qué tal estos?”, escuchó Melissa decir a Helena. Se dio la vuelta y vio a su hija revisando zapatos en la sección exclusiva para niños.
La madre frunció el ceño y se acercó a la niña.
“Mamá, quiero estos tenis de edición limitada. A Andy le encanta este programa de televisión y siempre me dice que le gustaría usar esos zapatos”.
Melissa se sorprendió. No solo no tenía dinero para comprar dos pares de zapatos, sino que se preguntaba por qué Helena estaba tan interesada en comprarle un par nuevo a su compañero de clase, Andy.
“¿Por qué querrías comprarle zapatos nuevos a tu compañero de clase?”.
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La sonrisa de la niña se convirtió en desesperación. “Andy es de una familia muy pobre, mamá. Más pobre que nosotros. Sus zapatos están rotos y se ven horribles. Todos se burlan de él. Por favor, ¿podemos comprarle estos zapatos? Puedes comprar los míos después”.
Melissa pensó por un momento y decidió que sería mejor si le compraba zapatos a su hija por ahora.
“Te enfermarás si sigues usando tus zapatos mojados y rotos. Lo siento, cariño, pero necesitas un par nuevo”, explicó Melissa. Helena suspiró profundamente y estuvo de acuerdo. De todos modos, no estaba emocionada de ver el nuevo par de zapatillas que su mamá le había comprado.
Cuando la mujer y la niña se fueron, Roberto, el dueño de la zapatería que conocía bien a Melissa, caminó hacia la entrada y suspiró. Había escuchado todo y sabía lo que era vivir en la pobreza.
Su difunto padre era zapatero, y eso lo inspiró a establecer una zapatería que vendiera calzado para personas de todos los ámbitos de la vida.
Él quería ayudar a Helena a cumplir su misión de ayudar a Andy, pero no sabía cómo. Además, el par de zapatos que la niña quería comprarle a su compañero era de una colección de edición limitada. Eran bastante caros y no podía simplemente regalarlos.
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De repente, recordó algo y bajó las escaleras al sótano de la tienda, donde se almacenaban viejos zapatos de edición limitada.
“¡Mmm!”. Roberto sonrió. Sacó un estante entero de zapatos sin vender y escogió los mejores que se podían usar. Luego contactó a la madre de Helena.
“¿Y a qué hora puedo pasar? Quiero sorprender a la pequeña. Asegúrate de que no se levante y salga antes de las siete de la mañana, ¿de acuerdo?”.
“Claro... Claro... gracias, Sr. Velázquez. ¡Me alegro de que pudiera ayudar!”.
Helena no había dormido en paz en toda la noche. La acosaba la idea de Andy y sus zapatos andrajosos. Incluso había revisado su alcancía, pero las pocas monedas que traqueteaban en ella la desanimaron aún más.
Decidió que invitaría a sus compañeros de clase a juntar dinero para comprar zapatos nuevos para Andy.
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“¡Cariño, despierta! Es hora de prepararte para la escuela. ¡Helena, despierta!”, dijo Melissa mientras sacudía a su hija.
“¡Buenos días, mamá!”.
“Buenos días, cariño. ¿Puedes traerme el periódico de la puerta?”, le pidió Melissa a su hija. No podía esperar a ver la reacción de la niña una vez que abriera la puerta.
Helena se frotó los ojos soñolientos y bostezó mientras caminaba hacia la entrada principal. Ella abrió y se quedó atónita.
“¡Mamá! Ven aquí, mami... Hay muchas cajas en la puerta. ¡Mami, por favor, ven rápido!”.
Melissa salió corriendo. Cuando llegó a la puerta le pidió a su hija que abriera las cajas y viera qué había dentro.
“¡ZAPATOS NUEVOS!”, exclamó la niña de alegría.
En una de las cajas estaba escrito: “¡Espero que a Andy le encanten!”.
Melissa luego le dijo a Helena que el dueño de la zapatería había escuchado su conversación y quería ayudar.
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“Es un viejo amigo y tiene dos nietas como tú. Me dijo que no podía verte triste. Entonces, cariño, ¿estás feliz? ¡Hay zapatos nuevos para Andy y sus padres!”.
Helena inspeccionó el calzado destinado a su compañero y descubrió que eran los que él quería, que estaban inspirados en su serie de televisión favorita, pero en una versión más antigua.
Mientras recogía las cajas, encontró una con su nombre. La abrió para ver lo que había dentro y poco después comenzó a llorar.
“¡Nuevas zapatillas de ballet!”, dijo la niña mientras lágrimas de alegría brotaban de sus ojos.
Resultó que Melissa había visitado una vez la zapatería de Bob para comprar nuevas zapatillas de ballet. Pero no había podido comprarlas porque eran demasiado caras.
Aprovechó la oportunidad para recompensar a Helena por su amabilidad y le regaló un nuevo par.
Melissa y su hija felizmente cargaron las cajas de zapatos en la cajuela de su auto y fueron a la casa de Andy para entregárselos.
“Muchas gracias, señora. ¡Nunca olvidaremos su ayuda!”, dijeron los padres de Andy, abrumados.
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Mientras el niño usaba sus zapatos nuevos felizmente y saltaba de alegría, sus padres apartaron algunos pares para transmitir su amabilidad. Decidieron donar algunos a la caridad para difundir el mensaje de que la bondad engendra amor y eleva a la humanidad.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- El amor y la bondad bendicen tanto al que recibe como al que da: A pesar de no tener buenos zapatos para ella, Helena quería comprar un par nuevo para su amigo Andy. Finalmente, su amabilidad le trajo al niño sus zapatos nuevos y a Helena una recompensa inesperada al día siguiente.
- Un verdadero amigo no se ríe de tu miseria, sino que te ayuda a salir de ella: Mientras todos se reían de los zapatos rotos de Andy, Helena quería comprarle un nuevo par. Incluso estaba dispuesta a sacrificar su propio par de zapatos nuevos por él.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.