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Niño en silla de ruedas junto a una niña. | Foto: Shutterstock
Niño en silla de ruedas junto a una niña. | Foto: Shutterstock

Niña se avergüenza de su nuevo hermanastro discapacitado hasta que su clase lo aplaude cuando pasa al pizarrón - Historia del día

Vanessa Guzmán
14 nov 2022
01:00

Una niña fue obligada a caminar con su hermanastro discapacitado a la escuela y le avergonzaba que los vieran juntos. Sin embargo, durante su clase de matemáticas, su hermanastro hizo algo con lo que se ganó los aplausos de toda la clase y ella no podía creerlo.

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“No puedo creer esto. Odio esto. ¿Por qué papá me hizo hacer esto?”. Pensó Tania mientras caminaba a la escuela con su hermanastro. Tuvo que ayudarlo a empujar su silla de ruedas por el patio y los pasillos.

Todos se habían girado para mirarlos, y ella mantuvo su sonrisa tensa, pero estaba furiosa por dentro.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"No tienes que empujarme. Puedo hacerlo yo mismo", dijo su hermanastro, Carlos. Obviamente podía sentir su vergüenza. Pero Tania no podía alejarse. Su padre le dio instrucciones estrictas para ayudarlo ese primer día.

La madre de Carlos, Gina, se casó recientemente con el papá de Tania, Zacarías. Se mudaron a la casa de Tania, lo que significó que su hermanastro tuvo que cambiar de escuela. Por tal motivo ahora iban juntos al mismo recinto escolar y ella tuvo que enfrentar la vergüenza de llevar al chico en silla de ruedas.

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Tania era una chica popular en su escuela, por lo que todos la miraban siempre. Algunos de sus amigos, susurraron entre sí, mientras la veían empujar a su hermano en su primer día de clases. Ella trataba de evitar sus ojos tanto como fuera posible. Finalmente, llegaron al salón. Ayudó a Carlos a acomodarse en un escritorio y luego se sentó dos filas detrás de él.

Su primera clase fue de matemáticas con la Sra. Pérez, y Tania se quejó. Fue la peor clase de todas porque la Sra. Pérez era una profesora odiosa. Ella hacía exámenes muy difíciles y mandaba toneladas de tareas todos los días.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Todos los niños a menudo se preguntaban por qué la dejaban enseñar en la escuela secundaria, ya que claramente no tenía paciencia para tratar con los estudiantes.

La lección comenzó, y fue más o menos lo mismo. Tania no entendió mucho, pero anotó cosas en su cuaderno e hizo lo mejor que pudo. Algunos de sus compañeros de clase estaban igual de confundidos, por lo que no se sentía tan mal.

Sin embargo, entró en pánico cuando Carlos levantó la mano. “¡Oh, no! ¡No le hables a la Sra. Pérez!”, pensó. La profesora no sería muy amable con él, aunque estuviera en silla de ruedas.

"¿Sí?", respondió la profesora a Carlos con un tono de sarcasmo.

"Solo quería decir que la respuesta al número cinco es 15", respondió Carlos con naturalidad, y el resto de la clase se volvió hacia él en estado de shock.

Todos estaban congelados, excepto Tania, quien de mala gana miró a la Sra. Pérez y luego volteó sus ojos hacia Carlos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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La profesora se burló del hermanastro de Tania. "Por supuesto que no. No cometo errores. Vuelva a revisar su trabajo y no interrumpa mi clase", señaló la Sra. Pérez y continuó como si nada hubiera pasado.

"Lo he revisado muchas veces y está mal. Por favor, puede revisarlo de nuevo. Soy muy bueno en matemáticas", dijo Carlos, y Tania se llevó las palmas de las manos a la cara. Ella debería haberle hablado acerca de la Sra. Pérez.

"¿En serio? Bueno, ¿por qué no vienes al frente y resuelves el problema tú mismo? Demuestra que cometí un error", dijo la profesora sonrojada.

Carlos se encogió de hombros. "Puedo hacer eso. Pero, ¿qué obtendré a cambio?".

Las mandíbulas de todos cayeron.

"¿Qué dices?".

"Me escuchó", respondió Carlos con petulancia.

"Bien. Si demuestras que estoy equivocada, no te pondré tarea", ofreció la señora Pérez, cruzando los brazos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Carlos lo pensó por un segundo, frunciendo los labios. "¿Qué tal si no le damos tarea a nadie por hoy?", respondió, y todos los niños fruncieron el ceño ante esa propuesta.

"Oh, ¿estás seguro? Si te equivocas, te pondré el doble de tarea", dijo la Sra. Pérez con malicia.Tania trató de que su hermanastro se detuviera. "Oye, Carlos. Detente", susurró. Pero él no escuchó.

"Trato hecho", dijo, apartó la silla de su escritorio y se acercó al frente de la clase.No pudo llegar a la parte superior del pizarrón, pero pronto demostró que la Sra. Pérez había cometido un error estúpido que podría detectarse fácilmente si se hubiera dignado mirar.

Su rostro no tenía precio. Tania deseó tener su teléfono celular, que tenían que guardar en casa porque a los estudiantes de secundaria no se les permitía llevarlo. Todos en la clase esperaron con la respiración contenida mientras Carlos rodaba hacia su escritorio, colocaba los brazos encima y entrelazaba los dedos.

La Sra. Pérez se aclaró la garganta y Tania pensó que algo de humo saldría de sus oídos, habiendo sido superada por su hermanastro. Finalmente, ella asintió. "Bueno, tenías razón. Eres el chico nuevo, Carlos, ¿verdad?".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Sí, señora", respondió con una sonrisa.

"Está bien. No hay tarea para nadie hoy", dijo a regañadientes.

Toda la clase estalló en vítores y aplausos, agradeciendo a Carlos y llamándolo "el mejor" de todos. Y Tania finalmente sonrió.

Después de clase, toda la escuela se enteró del incidente y Charles se convirtió en uno de los niños más populares. La gente se acercó a Tania y le preguntó por él, y ella orgullosamente les dijo que era su hermanastro.

Ese día, Tania y Carlos se rieron y hablaron durante todo el camino de regreso a casa. Tania también se disculpó por su comportamiento anterior y dijo que nunca volvería a suceder."No te preocupes", le dijo Carlos, encogiéndose de hombros. "Yo tampoco estaba muy feliz de tener una hermanastra".

Él le dedicó una sonrisa jocosa y disfrutaron el camino de regreso a casa.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Lo mejor es no juzgar a nadie, sin importar su condición o situación: Tania aprendió que no tenía que avergonzarse por la discapacidad de su hermanastro y se disculpó por su actitud.
  • Los maestros son humanos. Ellos también cometen errores: Carlos demostró que incluso la todopoderosa Sra. Pérez también comete errores.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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