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Mujer durmiendo sobre mantas en una acera. | Foto: Getty Images
Mujer durmiendo sobre mantas en una acera. | Foto: Getty Images

Pastor ve a chica embarazada durmiendo en la acera y reconoce a su sobrina de 18 años - Historia del día

Un pastor había echado a su hermana por sus pecados y no sabía si había tomado la decisión correcta. Muchos años después, encontró a su sobrina en una situación precaria y se enfrentó de nuevo a la misma decisión difícil.

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“¡Tú no eres un hombre de Dios, Tomás! ¡Él no será amable contigo!”, gritó Erika, la hermana de Tomás, cuando estaba saliendo de su casa con un bebé en brazos. Los hombros del hombre estaban encorvados, pero no podía hacer nada.

Erika había tenido una aventura extramatrimonial y había quedado embarazada. Había llegado a la casa de su hermano pidiéndole refugio.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Su esposo, ahora ex, era un miembro destacado de la iglesia protestante de Tomás y, como pastor, él no podía refugiarla en su casa.

Sus colegas lo desaprobarían y la congregación lo juzgaría por albergar a una pecadora conocida. Sin otra opción, el pastor echó a su hermana, pero no sin antes escuchar las duras palabras que salían de su boca. “¿Tenía razón?”, se preguntó, pero tuvo que dejar ir esos pensamientos.

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Al día siguiente, habló con su mentor, el pastor Jiménez, y le contó lo sucedido. Para su sorpresa, el hombre pareció estar de acuerdo con su decisión.

“Tienes que hacer lo mejor para tu familia, y albergar a alguien como ella en la casa, considerando que tienes cinco hijos, no es una buena idea. Sin mencionar que tu carrera en la iglesia estaría en riesgo”.

“Este tipo de situación es complicada, pero tenemos que ser justos. Aunque Jesús comió con el pecador... al final depende de ti”, aconsejó el pastor Jiménez. Eso le dio a Tomás demasiado en qué pensar.

Esa noche, habló con su esposa, Lily, quien había notado su introspección durante la cena. Ella estaba en una obra de teatro con los niños cuando Erika apareció y él no le dijo nada hasta entonces.

“No debiste hacer eso, Tomás. No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos. ‘No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores’”, dijo su esposa citando la Biblia. Esto hizo que el pastor se sintiera como un completo idiota.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Tomás sabía que su codicia y ambición habían motivado su elección, y no estaba bien. Solo esperaba poder compensar a Erika y que Jesús lo perdonara por este pecado.

Desafortunadamente, su hermana se había ido. Una mujer de la iglesia creyó haberla visto tomar el autobús expreso que salía de la ciudad. El pastor pasó años tratando de encontrarla. Oraba por su seguridad y la de su hijo todos los días.

***

Unos 18 años después, Tomás todavía cargaba con la culpa de haber rechazado a su hermana. Nunca la encontró, y nadie sabía de ella, ni siquiera su exmarido, que se había vuelto a casar hacía años y era más feliz que nunca.

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Ver su rostro sonriente le recordaba a Tomás el dolor de la traición en los ojos de su hermana cuando la echó. Él la había rechazado cuando era más vulnerable.

Ese era un pecado que no había podido expiar, incluso cuando se había propuesto como misión visitar los refugios para mujeres y ayudar a quienes pudiera, incluida una mujer en particular que había conocido en la calle. Estaba caminando, pensando en su siguiente sermón, cuando vio a la joven durmiendo en la vereda con algunas mantas.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Se acercó a ella, con la esperanza de ofrecerle algún refugio en la iglesia, y vio su gran barriga de embarazada. Le rompía el corazón ver mujeres jóvenes en esa situación.

“Señorita, ¿está despierta?”, dijo suavemente, y la joven abrió los ojos lentamente. Se enderezó y lo miró con los ojos muy abiertos, y el corazón de Tomás se detuvo. Llevaba el colgante de su madre en el cuello.

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“¿Sí, pastor?”, preguntó la mujer, sacándolo de su estado de congelación.

“Ah, quiero ofrecerle refugio. La iglesia tiene algunas camas y tenemos comida. No es mucho, pero es mejor que esto. También puedo llevarla a un refugio para mujeres cercano si lo prefiere”, dijo Tomás. Pero sus ojos estaban pegados al colgante.

La mujer se dio cuenta. “¿Está mirando mi pecho? ¡Usted es un pastor, por el amor de Dios!”.

“¡No, no!”, el hombre negó con la cabeza y levantó los brazos a la defensiva. “Ese colgante alrededor de su cuello. Mi madre tenía uno así. Se lo dio a mi hermana y no la he visto por... 18 años”, le dijo.

“Este colgante era de mi madre. No la conocí muy bien. Solo tengo unos pocos recuerdos vagos de su rostro. Murió cuando yo tenía 3 años”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Las enfermeras del hospital me dieron sus pertenencias cuando me enviaron a la casa de acogida. He tenido este colgante desde entonces”, dijo la joven. Su mano agarraba el colgante con fuerza.

Tomás cerró los ojos y, de alguna manera, supo la verdad. La supo sin necesitar explicaciones o análisis de ADN.

Esta era la razón por la que no había podido encontrar a Erika. Ella había muerto, y esta joven indefensa era su sobrina, la bebé que su hermana llevaba en sus brazos la noche que la echó de su casa.

“¿Cómo te llamas, dulce niña?”.

“Amanda”.

“Soy el pastor Tomás, y creo que eres mi sobrina. ¿Me acompañas para explicarte un poco más?”, preguntó gentilmente, rezando para que ella dijera que sí.

Por suerte, ella accedió. La chica se puso de pie y agarró sus cosas para seguirlo.

Tomás la llevó a su casa en lugar de a la iglesia o a un refugio para mujeres. Su esposa se sorprendió, pero cuando le explicó la situación, casi se echó a llorar y abrazó a Amanda con fuerza. La joven quedó atónita, luego comenzó a toser terriblemente.

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“Siéntate. Siéntate. ¡Necesitas descansar en tu condición!”, sugirió Lily. Luego fue a prepararle un poco de té.

Tomás le mostró una foto de Erika con el colgante y Amanda finalmente creyó las palabras del pastor. Ella le contó a él y a Lily todo sobre su dura vida. También les dijo que no tenía idea de quién era el padre de su hijo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Mi última familia de acogida me echó cuando cumplí 18 años porque los pagos del gobierno se detienen cuando se cumple la mayoría de edad. Además, no he estado rodeada de las mejores personas”.

“Me avergüenza decir que no he sido una buena mujer cristiana. ¿Dios me seguirá aceptando? ¿Iré al infierno?”. Amanda lloró cuando terminó de contar su complicada vida.

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Tomás la tomó en sus brazos y le aseguró que estaría bien y a salvo. “Irás al cielo, niña. Has perseverado a pesar de tu vida difícil, y Dios te trajo a mí porque quiere que te ayudemos. Lo haremos. No te abandonaremos”, prometió mientras Lily se unía a ellos en el abrazo.

La mujer ayudó a la joven a tomar un baño tibio y la acostó para que sanara de su resfriado. Luego fue a su dormitorio y vio a Tomás sosteniendo la Biblia.

“Cariño, ¿estás seguro de esto? Echaste a tu hermana años atrás. Ahora, tienes a una joven soltera embarazada en tu casa. ¡No comprendo!”, dijo la esposa del pastor, levantando una ceja.

“No voy a cometer el mismo error que cometí hace mucho tiempo. Dios me está dando una segunda oportunidad. Lo sé en mi corazón. Lo creo, y ahora entiendo aún más cuán horriblemente pequé contra mi hermana en ese entonces”.

“Si la iglesia no puede aceptarme a mí o a nosotros, renunciaré a mi puesto. Ella es más importante. Nuestra familia es más importante”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Ayudarnos unos a otros es más importante y más piadoso que cualquier cosa que haya hecho por nuestra congregación hasta ahora", respondió Tomás, poniéndose más enfático mientras continuaba.

Lily no podría haber estado más orgullosa. Desafortunadamente, los rumores sobre la joven embarazada corrieron por su pequeño pueblo. Algunas personas susurraban y miraban a Tomás con desaprobación. Finalmente, el pastor Jiménez le dijo que no podía dejar que diera más sermones.

“Tal vez, es hora de reconsiderar tu posición con la iglesia. Tener a una mujer soltera embarazada de las calles en tu casa no se ve bien. La gente está hablando”, dijo su mentor. Tomás lo miró con nuevos ojos y un extraño sentimiento en su corazón: decepción.

“Tiene razón. Este ya no es el lugar adecuado para mí”, le dijo y salió de la iglesia.

Afortunadamente, encontró un nuevo trabajo en otro templo a unos minutos de distancia con diferentes personas y diferentes valores. Eran más indulgentes y estaban en sintonía con los nuevos puntos de vista del pastor Tomás. Pronto, los feligreses de su iglesia anterior se enteraron y comenzaron a asistir a sus sermones nuevamente.

En esta época, la gente no quería ir a un lugar donde fueran juzgados o estar cerca de una comunidad que no se uniera para ayudar cuando alguien lo necesitara.

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Querían un lugar para conectarse con un Dios que perdona, un Dios que pudiera entender sus errores, con pastores que los ayudaran a encontrar la absolución sin prejuicios.

El pastor Tomás estaba más feliz que nunca en este nuevo lugar, y más y más personas iban a agradecerle. Su familia se benefició del cambio de muchas maneras y su sobrina prosperó gracias a esa comunidad.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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La gente estaba ansiosa por ayudar a la joven con su bebé, sabiendo que los bebés eran bendiciones sin importar nada. Eventualmente, Amanda conoció a su futuro esposo en esa iglesia, y el pastor Tomás los casó.

El día de la boda, durante la recepción, él le preguntó a Lily: “¿Crees que Dios... y Erika, han perdonado mi pecado, cariño?”.

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“Tengo que creer que sí, mi amor. Un Dios que perdona es la base de nuestra fe, ¿verdad?”, respondió ella, apoyando la cabeza en el hombro de su esposo.

“‘Porque perdonaré su maldad y no me acordaré más de sus pecados’, Jeremías 31: 34”, susurró Tomás mientras observaba a su sobrina reír y bailar con su nuevo esposo y su hijo, a quienes adoraba con todo su corazón.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Nadie es perfecto, así que no puedes juzgar a los demás: Tomás le hizo algo horrible a su hermana años atrás, la juzgó y la echó en su momento más vulnerable. Eso lo atormentó durante mucho tiempo.
  • Dios perdonará tus pecados mientras te arrepientas: La base de la fe en Dios es que serás perdonado por los errores que cometas siempre que te arrepientas y expíes lo que hiciste. A Tomás le tomó años creer que Dios lo perdonaría.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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