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Pareja de ancianos en una entrada | Foto: Shutterstock
Pareja de ancianos en una entrada | Foto: Shutterstock

Mis padres me echaron hace 14 años: ayer mi hijo los encontró y los trajo a mi casa - Historia del día

Mayra Pérez
06 ene 2023
06:15

Una mujer expulsada de su hogar por sus padres se encuentra con ellos catorce años después, cuando su hijo los trae inesperadamente a casa. Le hacen una revelación desgarradora para la que no estaba preparada.

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“¿Quieres que dirija la tienda de comestibles solo para seguir la herencia familiar?”, le pregunté a mi padre, en medio de una discusión. Fue una semana después de mi graduación.

Todo iba bien, o eso pensaba, hasta que mi papá me dijo que quería hablar sobre mi futuro. Creí que respetaría mi sueño de convertirme en abogada. Pero me sorprendió cuando me dijo que tenía que hacerme cargo del negocio familiar.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pixabay

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pixabay

Llevar casos, defender la justicia… Esos eran mis sueños. Pero mi papá reventó la burbuja y dijo: “Escucha, Meghan, es nuestro negocio familiar. Tienes diecinueve años y eres lo suficientemente mayor para hacerte cargo. No tienes otra opción”.

“¿Quieres que sacrifique mi sueño para sentarme en el mostrador a cobrar facturas y almacenar artículos? Quiero ser abogada, no vendedora de abarrotes, papá”, argumenté, pero él no quiso escucharme.

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Así que le confesé algo que verdaderamente lo enfureció… mi matrimonio secreto con David, un chico ocho años mayor que yo con el que había estado saliendo durante algunos meses.

“¿Cómo pudiste hacernos esto? ¿Qué dirá la gente? ¿Cómo enfrentaremos a nuestros amigos y familiares en la iglesia?”, reclamaron mis padres. Pero ya estaba hecho y no se podía deshacer. Estaba casada y mis padres tenían que aceptarlo, les gustara o no.

Sin embargo, algo me había llevado a casarme con David en secreto. Aunque respetaba a mis padres, en el fondo sabía que ellos me cortarían las alas y me impedirían volar alto para alcanzar mis sueños.

Y cuando conocí a David, un joven adinerado de una familia bien establecida, nos enamoramos. Respetó mi ambición y eso me acercó más a él. Tenía miedo de que mis padres se opusieran, así que me casé en secreto con él, antes de que me obligaran a dejarlo.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Unsplash

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Pero tuve que pagar un alto precio por arruinar sus perfectos planes: mis padres me echaron y me apartaron de sus vidas.

“Nunca vuelvas con nosotros”, dijeron y me echaron con mi equipaje. Era el golpe más grande que jamás había enfrentado.

Después de eso, David se convirtió en mi mayor apoyo. Me abrió las puertas de su casa, me ofreció estabilidad económica y apoyo emocional y así pude inscribirme en la facultad de derecho para perseguir mis sueños.

Pasaron los años y mis padres nunca me contactaron. No es que me haya olvidado de ellos, pero me hicieron daño en todos los aspectos. No podía perdonarlos y asumí que estábamos mejor separados.

Me gradué con una licenciatura en derecho y mi próximo objetivo fue encontrar un trabajo. Pero nadie quería contratarme sin experiencia previa y comencé a tener dudas: ¿había tomado la decisión equivocada? ¿Debí haber escuchado a mis padres?

Mi corazón me decía lo contrario, así que seguí intentándolo durante tres años y, de la nada, un bufete de abogados me ofreció contratarme por una buena paga. Me pareció un milagro.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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David y yo éramos tan felices. Nuestra alegría se duplicó cuando quedé embarazada de mi tercer bebé. Dedicaba mi corazón y mi alma a mi trabajo. Llevaba años viviendo mi sueño cuando un día, mi hijo mayor, Eduardo, de 12 años, trajo a casa algunos invitados.

“¡Mamá, mira quiénes han venido! ¡¡Sorpresa!!”, gritó. Me di la vuelta y no supe si gritar de alegría, llorar o encerrarme en mi cuarto.

“¿Mamá? ¿Papá? ¿Qué están haciendo aquí?”, pregunté.

Miré a Eduardo en busca de respuestas. Pero él sonrió tímidamente y dijo: “¡Mamá, el abuelo quiere decirte algo!”. Luego se llevó a sus hermanos menores, Ricardo y Kevin, para que yo pudiera hablar con mis padres, algo que no había hecho en catorce años.

Recordaba haber hablado con Eduardo hacía dos semanas sobre mis padres y mi conexión perdida con ellos. Pero, ¿cómo pudo encontrarlos? No le dije dónde vivían. ¿Cómo los convenció para que se reunieran conmigo?

Estaba confundida y no sabía cómo empezar o de qué hablar. De repente, mi papá se adelantó, tomó mi mano, y se disculpó por echarme. Luego hizo otra confesión para la que no estaba preparada, y me conmovió profundamente lo que reveló.

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“Por favor, quiero pedirte perdón”, comenzó. “Quería hablar contigo después de lo ocurrido, pero no pude. Luego, cuando me enteré de tus dificultades para encontrar trabajo, tuve una idea”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

“¿De qué estás hablando? ¿Qué idea?”, interrumpí.

“Estaba buscando una manera de compensar mi error. Cuando me enteré de tus dificultades para encontrar trabajo, hablé con un viejo amigo de un bufete de abogados, ¡y te contrató!”.

Me quedé anonadada. Mi trabajo soñado que tanto disfrutaba y en donde estaba teniendo éxito en realidad había llegado a través de mi padre. Él estaba detrás de mi gran oportunidad y yo no lo sabía.

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“Papá, ¿por qué nunca me lo dijiste?”, quise saber. No podía contener el llanto.

“Realmente quería que tuvieras éxito, cariño”, dijo mi padre, secándome las lágrimas. “¡Me di cuenta de lo idiota que había sido! Quería acercarme a ti, pero tenía miedo a tu rechazo. Nunca he dejado de quererte y de pensar en ti”.

Abracé a mi papá y lloré en su hombro. Fue un sentimiento muy hermoso que me hizo sentir aliviada y feliz. Pero algo se me escapaba. ¿Cómo supo Eduardo dónde vivían mis padres? Solo le había contado una parte de mi pasado.

Obtuve algunas respuestas sorprendentes cuando mi hijo entró, momentos después…

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

“¿¿Te gustó mi sorpresa, mamá??”, preguntó feliz, mientras mis otros dos hijos abrazaban a sus abuelos.

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“Me encantó, Eduardo”, afirmé. Abracé a mi hijo. “¡Muchas gracias! ¿Pero cómo supiste su dirección? No te di ningún detalle”.

“Después de que me contaste sobre los abuelos, busqué entre tus cosas en el ático. Encontré su dirección y muchas fotos. Los visité después de la escuela ayer. Me dijeron que estaban arrepentidos y avergonzados por lo que habían hecho. ¡Entonces, se me ocurrió traerlos!”

Nada podría haberme hecho llorar más que escuchar a mi hijo. Fue tan especial y conmovedor. Ese día le dio un nuevo significado a mi vida. Aprendí que el perdón es la forma más hermosa de amar y lo hace a uno aún más fuerte.

Perdoné a mis padres y los invité a cenar al día siguiente. Pasaron con regalos y postres caseros que me encantaron.

Cuando conocieron a mi esposo, se dieron cuenta de que era un hombre maravilloso. Se disculparon con él y pasamos el resto de la noche charlando sobre los buenos recuerdos de nuestras vidas.

“¡¡Gracias, hijo!!”, le susurré a Eduardo, al tiempo que le daba un suave beso. Mis padres y yo siempre le agradecimos por habernos ayudado a reencontrarnos y seguir juntos como una familia feliz a lo largo de esta increíble vida.

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Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • El perdón es la forma de amor más bella y pura: Te vuelves más fuerte cuando perdonas a los demás. Meghan perdonó a sus padres por haberla echado catorce años antes y pudieron volver a ser una gran familia.
  • Respeta los sueños y aspiraciones de tus hijos: Anima y apoya a tus hijos para que alcancen sus sueños. Los padres de Meghan intentaron impedir que siguiera su carrera ideal, y la echaron al saber que se había casado a escondidas. Por suerte, ella contó con el apoyo de su esposo y pudo salir adelante.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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