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Niño en brazos de su madre | Foto: Shutterstock
Niño en brazos de su madre | Foto: Shutterstock

"Empezó a ligar temprano", colegas se burlan de madre soltera de un hijo: descubren que en realidad ella no es la madre - Historia del día

Mayra Pérez
12 dic 2022
05:30

Una joven soltera que cría sola a un niño es criticada de forma despectiva por sus compañeros de trabajo. Ellos también cuestionan su eficiencia como madre, hasta que descubren su verdadera historia.

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Tarareando una canción de moda, Karla preparó dos sándwiches con forma de monstruo y un paquete de galletas mientras revisaba la tarea de Miguel.

Una vez que todo estuvo listo, y la mochila escolar estuvo empacada, fue hasta la habitación del pequeño para que la acompañara a desayunar.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

“Cómete todo, cariño”, dijo dulcemente, mientras le servía un sándwich y un vaso de leche. “Nos vamos en unos minutos”.

Así era la típica mañana de Karla. Desde el momento en que se despertaba, la joven se ocupaba de las tareas de la casa, luego hacía los preparativos para la escuela de Miguel y finalmente se dirigía al trabajo.

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Algunos días, Karla hubiera deseado quedarse unos minutos más en la cama, pero ese pequeño de apenas seis años era su gran motivación.

Madre e hijo caminaron juntos hasta la escuela y Karla besó a Miguel en la mejilla y se despidió de él al llegar. “¡Pórtate bien!”, le dijo. Luego, fue a la parada del autobús.

A bordo de la unidad de transporte revisó su teléfono y entró en pánico. Había varios mensajes del gerente sobre la presentación que le habían pedido que hiciera para la reunión.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Ella se había olvidado por completo de terminarla. Miró su reloj de pulsera y frunció el ceño. Llegaría tarde a la reunión para la que ni siquiera estaba preparada. Preocupada, sacó su computadora portátil de su mochila y comenzó a trabajar en el informe.

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Pero ese era uno de esos días en que todo se complica. Se quedó atascada en el tráfico y llegó a la oficina cuando la reunión había terminado.

“El señor Luis ha pedido verte en la sala de conferencias”, dijo la secretaria mientras se sentaba en el escritorio.

Karla esperaba una advertencia formal cuando entró en la sala de conferencias, pero no estaba preparada para lo que sucedió a continuación.

“¿Quería verme, señor?”, le preguntó al gerente.

“Oh, sí, sí, adelante, Karla”, dijo con seriedad. “Has llegado justo a tiempo”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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Karla miró alrededor de la habitación y se sintió confundida. Todos sus colegas estaban reunidos allí, aunque la reunión había terminado hace un rato.

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“Debes estar al tanto de la reunión de hoy, y queríamos saber por qué faltaste. ¡Tus colegas y yo tenemos curiosidad por saber por qué te perdiste algo tan importante! Estamos acostumbrados a tus retrasos, pero faltar a las reuniones es nuevo”.

“La cosa es que había un atascamiento en la zona de…”.

“¡Oh, Dios!, ¿era el tráfico esta vez?”, preguntó el gerente con sarcasmo, y los otros empleados se rieron de Karla.

“Vamos, muchachos. No se rían. Cualquiera puede quedar atrapado en el tráfico”, agregó en un tono serio.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“Entonces, Karla, dinos la verdad. Nuestros clientes no pudieron ver tu presentación, y estoy seguro de que al señor César le gustaría hablar contigo más tarde hoy. ¡Buena suerte!”, dijo mientras se levantaba y salía.

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Karla estaba profundamente avergonzada. Acababa de ser reprendida frente a sus colegas y subordinados. Pero eso no fue todo. Apenas salió, los escuchó hablar de ella.

“¡Luce demasiado joven para ser madre! Supongo que empezó a ligar temprano”, dijo uno de sus compañeros de trabajo con una sonrisa, y los ojos de Karla se llenaron de lágrimas.

“¡Vi a su hijo una vez, y ese mocoso ni siquiera habla con nadie! ¡Eso es lo que sucede cuando te quedas embarazada joven!”, comentó en tono despectivo una compañera. “¡La crianza no es para todos!”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“Espero que tenga un día terrible con el jefe por hacernos pasar un infierno frente a los clientes”, remató un tercer compañero, y todos estallaron en risas.

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Karla se alejó del lugar y se encerró en el baño a llorar. Sus compañeros de trabajo no tenían idea de lo difícil que era todo para ella. Era una mujer de 22 años criando sola a un niño de 6. Ella había perdido a sus propios padres muy pronto y de verdad se esforzaba en hacerlo bien.

“¡La gente critica sin siquiera tomarse el trabajo de averiguar la verdad!”, reflexionó en medio de sollozos. “¡Tengo que conseguir otro trabajo! ¡No quiero trabajar con personas que no pueden respetarme a mí ni a mi situación!”.

Karla fue hasta la oficina del director con su carta de renuncia en la mano.

“¿Estás segura de esto, Karla?”, le preguntó el señor César mientras aceptaba la carta. Era un hombre amable que sabía que ella era madre soltera de un niño.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“Sí, señor César. Estoy segura de esto. Gracias por tenerme aquí”, dijo.

“Muy bien, Karla. Aceptaré esto, pero ¿te importa si te pregunto dónde está el padre de Miguel? Soy padre de dos hijas, las he visto crecer y convertirse en mujeres independientes. No es fácil ser un padre. Y menos cuando eres tan joven y no tienes ayuda”.

“Miguel no es mi hijo biológico, señor”, dijo entre lágrimas.

“Lo adopté después de una espera de seis largos años. Lo encontré recién nacido en un basurero. Sus padres lo habían abandonado allí. Cuando no estoy en casa, mis vecinos lo cuidan. Lamentablemente, las cosas son un poco más difíciles para nosotros”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“Él no puede escuchar y necesitamos dinero para su cirugía, por lo que necesitaba este trabajo, pero después de lo que escuché decir a mis colegas no creo que pueda. Lo siento…”.

Karla salió de la oficina y regresó a casa. Sabía que los días venideros serían desafiantes porque no tenía ahorros, y buscar un nuevo trabajo sería estresante. Pero lo que la madre soltera no podía imaginar era que su vida estaba a punto de cambiar.

Tan pronto como ella recogió sus cosas de su escritorio y se marchó, el señor César convocó a todos para una reunión urgente. Dos semanas después, estaba revisando las solicitudes de empleo, cuando escuchó el timbre de la puerta.

Al abrir se encontró con sus antiguos compañeros de trabajo, el gerente de la oficina y al señor César en su puerta.

“Señor César, ¿qué están haciendo todos aquí?”, preguntó desconcertada, mientras el director sonreía y le extendía un sobre.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“Adelante, ábrelo”, dijo.

Los ojos de Karla se abrieron desmesuradamente. “¡Eso es MUCHO dinero! ¿Por qué me dan esto?”, preguntó, sorprendida.

“Porque te lo has ganado, Karla. No sabíamos que tenías un corazón tan grande. No sabíamos todo lo que habías hecho por Miguel”, dijo el mismo hombre que había sido tan grosero con ella unas semanas antes.

“Y estas…”, agregó, dándole un juego de llaves. “Son las llaves del auto de mi difunto tío. Espero que haga tu vida un poco más fácil. Nos sentimos muy mal cuando supimos sobre la condición de Miguel y cómo te has esforzado sola por él. Lo siento, no teníamos idea. Espero que nos perdones".

“Agradezco las disculpas, pero igual siento que esto es demasiado dinero. Además, un auto…”.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“Acéptalo, querida”, le sugirió el señor César. “Todos aportamos lo que pudimos, y esperamos que esto ayude con la cirugía de Miguel. Además, por favor regresa al trabajo. ¡No voy a aceptar tu renuncia!”.

El amable jefe tenía una petición más. “¿Podemos conocer a Miguel? ¡Nos gustaría saludarlo!”.

Karla estaba llorando. “Gracias a todos por su consideración. Aprecio su amabilidad. Por favor, pasen”.

Karla llevó a todos adentro y les sirvió té y galletas mientras todos se divertían interactuando con Miguel. Karla les enseñó a saludar y decir algunas cosas sencillas en lenguaje de señas, y el niño estaba feliz con la atención.

Cuando todos se iban, Miguel les dijo en lenguaje de señas: “Gracias por ser tan amables con mi mamá. Ustedes son personas maravillosas”, y Karla sonreía con lágrimas en sus ojos.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • No tienes el derecho a juzgar a otros, en especial si desconoces su historia: Los compañeros de trabajo de Karla la trataron mal e hicieron comentarios despectivos sin saber nada de ella. Al saber lo que había hecho por Miguel, se sintieron avergonzados.

  • No hay acto más generoso que darle un amoroso hogar a un niño desamparado: Karla adoptó al pequeño Miguel y le dio un hogar, una familia y una buena vida.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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