Hombre abandona a esposa discapacitada: años después le ruega por $1 cuando ella se baja de su camioneta - Historia del día

Después de ser traicionada por su esposo, una mujer discapacitada pasó por otro terrible accidente, y luego toda su vida cambió. Años más tarde, vio a su ex pidiendo dinero y tuvo que tomar una decisión importante.

"Ya no puedo hacer esto, Pamela. Esto no es para lo que me casé contigo", dijo Manuel después de que estacionaron frente a su casa de campo.

"¿Qué?", preguntó Pamela, sorprendida. "Durante años, hice todo por ti. Apoyé tu carrera musical. Te apoyé en todo. ¡Nunca tuviste que mover un dedo! Fui la mejor esposa del mundo, y ahora que te necesito, ¿te vas?".

"Lo siento", dijo Manuel, mirando hacia abajo. Salió del auto, arregló su silla de ruedas y la sacó del vehículo en contra de sus deseos. Pamela gritó y protestó en vano.

Luego, la subió por la puerta principal de la casa, tomó algunos bolsos que estaban guardados en el auto y los dejó a su lado; ella no tenía idea de que él los había empacado. Pamela lloró y rogó y suplicó, pero Manuel la ignoró y no habló hasta que terminó.

"Soy músico, Pamela. No estoy hecho para esto", dijo. Subió a su auto y se fue. Una semana después, recibió su solicitud de divorcio y pensó que la vida no podía empeorar.

Se habían conocido unos años antes cuando la banda de Manuel tocaba en el restaurante que Pamela solía administrar. Toda su vida había administrado el dinero con inteligencia y tenía dos casas: una en la ciudad y otra en el campo para las vacaciones de verano.

Pamela se enamoró del sexi músico de inmediato y se casaron rápidamente, prometiéndose amor eterno e incondicional. Ella respetó cada una de sus promesas sin dudarlo.

Sin embargo, las cosas se pusieron feas cuando ella sufrió un infarto, a pesar de su juventud. Perdió la mayor parte de su movilidad y quedó confinada a una silla de ruedas.

Necesitaba la ayuda de su esposo para desplazarse dentro de su casa todos los días y para ir a terapia física a diario, y estaba segura de que él se la daría. Y así lo hizo durante una semana. Luego la dejó abandonada en la casa de campo.

No tenía idea de cómo se recuperaría, pero la verdad es que fue más resistente de lo que inicialmente pensó. Comenzó a tomar el tren local para ir a la fisioterapia en la ciudad, y sus vecinos eran lo suficientemente amables como para ayudarla a entrar y salir.

Eventualmente, tuvo más movilidad, pero aún necesitaba su silla de ruedas. Un día, de camino a la parada del tren, se le cayó su bolso e hizo todo lo posible para recogerlo.

Se apoyó en la silla de ruedas para alcanzar el bolso, y no vio el coche que se acercaba. Escuchó el sonido de los frenos, pero el vehículo no pudo detenerse lo suficientemente rápido y su hombro se llevó la peor parte del impacto.

"Señora. ¿Está bien? ¡Lo siento! No la vi hasta que fue demasiado tarde. ¡Oh, Dios mío!, llamaré a emergencias", exclamó el chofer del vehículo. Hablaba demasiado rápido para ella, y sus sentidos estaban alterados, pero asintió, con la esperanza de llegar pronto al hospital.

Afortunadamente, los médicos le dijeron que sus piernas estaban bien y que el impacto no había sido tan grave. Solo tendría algunos moretones. Sin embargo, la situación afectó emocionalmente a Pamela, quien comenzó a sentir que la vida no era justa con ella.

"Señora, ¿está bien? ¿Qué dijeron los médicos?", preguntó alguien desde la puerta de la habitación del hospital.

Pamela entrecerró los ojos y reconoció al hombre que conducía el vehículo. Sostenía flores y globos de la tienda de regalos. Entró en su habitación con una mirada tímida y de disculpa; se sentó junto a su cama y se presentó como Teodoro.

Hablaron durante horas y él se disculpó un millón de veces. Pamela pensó que era divertido y dulce, pero no creyó que estaría en su vida por mucho más tiempo. Estaba equivocada.

Teodoro fue todos los días al hospital hasta que le dieron el alta médico y la llevó a su casa. Siguió yendo a visitarla y eventualmente la invitó a salir. Años después, se casaron.

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Teodoro vivía en una mansión junto a su casa de campo, y tenía un gran negocio que le obligaba a ir a la ciudad con frecuencia. Pamela se mudó con él, quien la llevaba a terapia física y la buscaba o enviaba a alguien para que lo hiciera.

Con el tiempo, ella recuperó la mayor parte de su movilidad, aunque tenía que usar un bastón. Fue agradable recuperar su independencia y volvió a trabajar en el restaurante, que había tenido que dejar después de su accidente.

Su esposo le regaló un lujoso vehículo, especialmente diseñado para personas con discapacidades, para que siempre estuviera segura. Un día, estacionó frente al restaurante y alguien la abordó

"Por favor, señora. Deme $1 para comer", pidió el hombre cuando Pamela se bajó de su camioneta.

Pamela reconoció la voz. "¿Manuel?", dijo ella, confundida.

"¿Qué? ¿Cómo? ¿Pamela? ¡Puedes caminar!", exclamó Manuel. Él se veía terrible. Sus ojos estaban oscuros, dilatados como si… bueno, se veía mal. De repente, comenzó a contarle su trágica historia.

Su vida había sido un infierno después de dejarla. Se vio obligado a vender su casa poco después del divorcio, debido a que de pronto nadie quería contratar a su banda.

Aparentemente, los trabajadores del restaurante donde trabajaba Pamela antes del accidente corrieron la voz de que él le había hecho algo terrible y por eso lo habían hecho a un lado.

Sin embargo, lejos de administrar el capital recibido por la venta, se gastó todo ese dinero bebiendo y festejando. Eventualmente, fue expulsado de la banda y no tenía a quién recurrir. Había estado sin hogar durante meses.

"Pamela, por favor, ayúdame. Lamento mucho lo que hice. Sé que no merezco tu ayuda, pero te pido que me perdones y me ayudes a salir adelante". Manuel se derrumbó y se arrodilló frente a ella en medio de la calle.

Pamela lo miró y durante algunos segundos pensó en seguir su camino, tal y como él había hecho con ella. Pero no era ese tipo de persona. Lo ayudó a levantarse y lo llevó dentro del restaurante.

"Puedo darte trabajo diario, lavando los platos y ayudando en la limpieza", le ofreció Pamela después de darle agua y comida. "Si demuestras que eres un buen trabajador, podemos hablar de tocar la guitarra y cantar de nuevo. Pero no puedes lucir así".

Manuel no podía dejar de llorar. "Gracias. Gracias", dijo, mientras intentaba comer en forma calmada, a pesar de que solo quería engullir todo con desesperación.

Todos sintieron que Pamela era demasiado blanda por haber perdonado al hombre que la había traicionado y más aún, por darle la oportunidad de recuperarse, pero Teodoro la entendió.

"Eres un gran ser humano, Pamela. También por eso te amo", le dijo esa noche cuando ella le contó todo. Al final del día, las horribles acciones de Manuel la habían llevado a Teodoro, por lo que tenía algo que agradecerle.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

• Las promesas matrimoniales deben tomarse en serio: Piensa bien en las promesas que le haces a la persona con la que esperas pasar el resto de tu vida.

• La venganza nunca es la respuesta: Sé la mejor persona que puedas ser, independientemente de lo que te hayan hecho.

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