Encontré un mapa en la mesa de mi difunto padre que me llevó a un lugar escondido en el bosque - Mi historia
Micaela se sorprendió cuando perdió su lujoso estilo de vida para estar casi en la pobreza después de que su padre se declarara en bancarrota. Años después, supo que él estaba tratando de enseñarles a ella y a sus hermanos una valiosa lección de vida.
Mi nombre es Micaela y cumplo 28 años en un par de meses. El último año ha sido muy intenso para mi familia y para mí. Ni en un millón de años hubiera imaginado que nos encontraríamos donde estamos hoy.
Al crecer, siempre estuvimos por encima del promedio financieramente. Para decirlo claramente, éramos ricos. Mi padre, Alberto, trabajó duro para que mi hermana Anna, mi hermano Julián y yo pudiéramos vivir rodeados de lujos.
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Teníamos una casa grande, una cocinera y muchos empleados que hacían que nuestro hogar siempre estuviera impecable.
Entonces, comprensiblemente, fue toda una sorpresa cuando mi papá regresó del trabajo un día y dijo que teníamos que mudarnos.
"Micaela, Anna y Julián, necesito que todos me escuchen con atención. Las cosas serán diferentes a partir de ahora y necesito que confíen en mí, ¿de acuerdo?", dijo mi padre.
"¿A qué te refieres con diferente?", preguntó Julián.
"¿Adónde nos mudamos?", quise saber.
Antes de que mi papá pudiera responder, los camiones de carga sonaron afuera. Nunca olvidaré la mirada en el rostro de mi hermano cuando vio a los embargadores sacaban todo de nuestra casa.
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Todos sentimos mucho dolor; no hay duda de eso. Pero a Julián le resultó difícil de aceptar la pequeña y deteriorada casa de tres dormitorios que ahora sería nuestro hogar. No tenía agua ni electricidad, y cada nuevo día allí se sentía surrealista.
Mi padre nos explicó que su socio comercial lo había incriminado y que podría haber sido arrestado. Dijo que tendríamos que quedarnos en esta casa hasta que las cosas se resolvieran y sus bienes se descongelaran.
"He trabajado incansablemente para criarlos y cuidarlos a ustedes tres. Ahora es su turno de cuidarme a mí", dijo papá.
No agregó nada más; todos sabíamos que teníamos que encontrar trabajo. En un mes, Anna y yo encontramos empleo. Ella en el café local como camarera, y no la pasó bien. Debía aguantar cosas desagradables de algunos clientes a diario.
Yo conseguí trabajo ayudando a los pescadores en el muelle. Ambas teníamos títulos y esperábamos encontrar algo mejor en nuestros respectivos campos de estudio. Pero en ese momento nos tocó aceptar cualquier cosa.
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Julián, por su parte, no se molestó en buscar nada. Para mi hermano, esto era solo una gran pesadilla de la cual despertaría y volvería a su realidad de lujo.
A menudo discutíamos entre nosotros sobre la caída en desgracia de Alberto. Anna y yo dudábamos de la inocencia de nuestro padre, mientras que Julián no.
"Escuchen, pase lo que pase, papá es inocente", decía Julián.
"Abre los ojos, Julián. Las personas inocentes no se esconden y no les congelan y confiscan sus bienes", respondía Anna.
"Es cierto hermano. Es hora de aceptar esa posibilidad", agregué.
Estas discusiones causaron una ruptura en nuestra relación. Pero seguimos viviendo juntos y apoyándonos los unos a los otros. Solamente así podíamos salir adelante.
Entonces, como si las cosas no pudieran empeorar, mi padre cayó enfermo. Al principio, parecía algo simple, pero comenzamos a temer lo peor cuando no mejoraba con el tratamiento.
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Luego, de un par de semanas, sucedió. Mi padre falleció. Todos estábamos destrozados, y no sabíamos cómo manejar nuestro inmenso dolor.
Hace unos días, entré en su habitación para ver lo que le quedaba y lo que encontré me dejó completamente desconcertada.
"¿Qué es eso, Micaela?", preguntó Julián.
"Es un mapa; lo encontré en la habitación de papá", respondí.
"Un mapa… ¿De dónde exactamente?", preguntó Anna.
"No estoy segura. Eso es lo que estoy tratando de averiguar", respondí.
Cuanto más lo estudiaba, más me recordaba a un área de nuestra antigua casa donde mi padre y yo solíamos jugar a los piratas en el bosque cercano. Decidí investigar más a fondo.
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Si bien fue un poco complicado entrar a la casa, finalmente lo logré. Cuanto más seguía las instrucciones, más convencida estaba. El mapa era, en efecto, de nuestro patio trasero.
Me preguntaba a qué estaba jugando mi padre. Tenía todo tipo de preguntas que nunca podré hacerle, y esperaba fervientemente que lo que hubiera al final de esta búsqueda del tesoro proporcionara algún cierre.
Nunca podría haberme preparado para lo que encontré en el patio trasero: un verdadero tesoro subterráneo. Sin embargo, estaba cerrado. Supuse que la llave debería estar en algún lugar de su habitación, así que volví a casa y la encontré.
Abrí la puerta oxidada y, para mi asombro, el lugar no estaba vacío; todos nuestros objetos de valor estaban allí, además de un par de documentos que no pude entender del todo. Entonces decidí acudir al viejo amigo y abogado de mi padre, Gabriel.
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"Gracias por venir y por la confianza, Micaela", dijo Gabriel.
"Gracias por ayudar. Entonces, ¿qué puedes decirme? ¿Qué significan estos documentos?", pregunté.
"Bueno, en primer lugar, creo que hay mucho que su padre les estuvo ocultando. No tengo ninguna duda de que tuvo buenas razones para hacerlo", dijo Gabriel.
"Estás hablando de lo que encontré en el lugar subterráneo", le dije.
"No solo eso. El caso de tu padre se resolvió hace un par de meses, y recuperó todos sus bienes. Fue absuelto de todas las acusaciones", dijo Gabriel.
"Pero, ¿cómo es eso posible? ¿Por qué no nos lo dijo? ¿Por qué nos dejó sufrir así?". Tenía mil preguntas en mi mente.
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"Tal vez lo mejor es que lo escuchen de él mismo. Me pidió que les diera esta nota si alguna vez venían en busca de respuestas", dijo Gabriel mientras me entregaba un sobre.
En la nota, mi padre nos explicaba que toda su vida había pensado que el dinero nos ayudaría y mejoraría nuestras vidas, pero solo nos corrompió. Entonces, decidió dejar la vida de lujo con la esperanza de enseñarnos cómo vivir sin dinero.
Papá sabía que pronto moriría y tenía miedo de que no supiéramos el valor del dinero y siguiéramos siendo solo unos jóvenes caprichosos que jamás habían trabajado. Eso nos llevaría a despilfarrar su herencia.
Mirando hacia atrás, estoy agradecida por las lecciones que aprendimos mi hermana y yo durante ese período tan difícil que nos tocó vivir. Entiendo sus razones y valoro las enseñanzas.
Julián finalmente entendió lo que había querido enseñarnos nuestro padre y a partir de ese momento comenzó a trabajar duro con nosotras.
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Me sorprendió descubrir que nuestro padre pudiera ocultarnos algo tan grande. ¿Crees que estuvo bien que nos engañara de esa manera? ¿El fin justifica los medios?
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