Policías ven a niña de 11 años conduciendo una camioneta SUV: encuentran a un hombre inconsciente en el asiento trasero - Historia del día
Dos policías detuvieron a una niña por conducir a exceso de velocidad en la autopista. Cuando descubrieron la razón por la que conducía ilegalmente, se quedaron sin palabras.
"Oye, Jim, ¿te vas a comer eso?", dijo Steve señalando la última dona de la caja.
El hombre negó con la cabeza. "Estoy intentando comer menos, y tú también deberías hacer lo mismo".
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Steve se rio y le arrebató la última dona. "Somos policías, Jim. Merendar donas es una tradición".
"Una poco saludable. Llevan demasiado azúcar", expresó.
"¿Hablas tú o tu mujer?", contestó Steve.
Jim estaba a punto de responder cuando un vehículo pasó a toda velocidad delante de ellos. Inmediatamente, Jim encendió las sirenas y arrancó la patrulla.
"¿Realmente vi lo que pienso que vi?", dijo Steve.
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"¿Una niña conduciendo a toda velocidad por la autopista?", preguntó Jim. "Sí, eso es exactamente lo que viste".
Los policías salieron tras la camioneta con las luces encendidas y las sirenas a todo volumen. El auto se detuvo a un lado del camino.
"¿Qué cree que está haciendo, señorita?", preguntó Jim al llegar al coche.
"¡Por favor, tiene que ayudarme!", suplicó la niña. "Mi papá se desmayó cuando sacaba la comida del carro y no se despierta".
Jim miró en el asiento trasero y vio a un hombre con sobrepeso tirado allí. El color de su piel no era saludable y respiraba con dificultad.
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"Mi padre vende coches y me enseñó a conducir, así que lo llevo al hospital", continuó la chica.
"No te preocupes, vamos a ayudarte a llevar a tu papi al hospital, pero tendrás que dejarnos conducir a mí o a mi compañero. ¿Te parece bien?".
La niña asintió y se secó las lágrimas que corrían por sus mejillas.
Jim le contó a Steve lo que ocurría y notificaron a la comisaría. Luego trasladaron rápidamente al padre de la niña al hospital.
Las enfermeras y los médicos llevaron al hombre a la sala de urgencias. Jim y Steve regresaron con la chica.
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"¿Hay alguien a quien podamos llamar para que venga a esperar contigo?", preguntó Steve.
La niña negó con la cabeza. "Mi mamá está muerta y nunca veo a mi otra familia porque viven lejos", explicó.
"Solo estamos mi papá y yo", agregó.
Jim y Steve se miraron. Aunque los dos eran policías con carácter, ninguno tuvo el valor de dejar sola a la niña mientras el personal del hospital trataba a su padre.
En ese momento, una enfermera entró en la habitación y se agachó delante de la pequeña.
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"Hola, me llamo Emily. ¿Cómo te llamas?".
"Me llamo Sofía", contestó la niña.
"Sofía, voy a tener que hacerte algunas preguntas sobre la salud de tu padre. ¿Sabes si tiene alguna enfermedad?".
"Tiene diabetes", respondió.
"Desde que murió mamá, come demasiado. Y he intentado decirle que tiene que comer comida sana, pero sigue comprando hamburguesas y donas".
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Jim le dio un codazo a Steve. "¿Qué te dije sobre las donas?", susurró.
Steve se miró el abdomen. Últimamente, había engordado, pero pensaba que no le hacía mucho daño comer unas donas de vez en cuando.
Sofía contestó algunas preguntas más y la enfermera se marchó. Steve y Jim se sentaron con ella a esperar. Aunque no dijo nada, a Steve le preocupaba que la enfermera volviera con malas noticias.
Él y Jim tendrían que llevar a Sofía a Servicios Infantiles si ocurría lo peor. Aunque Steve sabía que las personas que trabajaban allí hacían todo lo posible por ayudar a todos los niños que encontraban, le aterraba tener que entregarles a Sofía.
Finalmente, Emily regresó con una amplia sonrisa.
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"Buenas noticias, Sofía", dijo. "Tu padre se va a poner bien. Se desmayó porque sus niveles de azúcar en sangre subieron demasiado. Ahora está despierto y ansioso por verte".
Steve suspiró aliviado mientras Sofía saltaba de alegría.
"¿Podemos hablar un momento con él?", preguntó Jim.
"Por supuesto, agente. Síganme".
Steve y Jim entraron en la habitación donde yacía el padre de Sofía. Su respiración aún sonaba agitada, pero su piel estaba más sana, y se incorporó cuando los vio.
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"Oficiales, me han dicho que les debo mi agradecimiento por ayudar a Sofía a traerme al hospital".
"Es la primera vez en mi vida que tengo que parar a un niño por exceso de velocidad", expresó Steve.
El hombre soltó una risita, pero Jim le dirigió una mirada severa.
"Bromas aparte, este es un asunto serio", dijo Jim. "Sofía nos dijo que su madre había fallecido, y usted pudo haber muerto hoy".
"La diabetes es una enfermedad grave, señor. Estoy seguro de que los médicos de aquí le han dicho que tiene que cuidarse más, pero me siento obligado a decirle lo mismo", comentó.
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Jim se acercó más a la cama. "Piense en lo que le pasaría a Sofía si usted muriera. Seguro que no quiere dejar huérfana a esa preciosa niña".
El hombre agachó la cabeza. "No, no quiero. Hasta hoy no me había dado cuenta de lo perjudiciales que eran mis hábitos alimenticios. Desde que murió mi mujer, empecé a comer como forma de sentirme mejor."
"Con el debido respeto, tiene que encontrar una forma mejor de afrontar su pérdida", dijo Jim.
"Lo sé, y lo haré". El hombre levantó la vista con lágrimas en los ojos. "Esto ha sido una llamada de atención. Ahora sé que tengo que cuidarme mejor, aunque solo sea por el bien de Sofía".
"Procure hacerlo", asintió Jim.
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"Y pase por la comisaría cuando se encuentre mejor", dijo Steve. "Puede hacer ejercicio con nosotros en el gimnasio. A mí también me vendría bien perder unos kilos".
Unas semanas más tarde, el hombre visitó la comisaría. Comenzó a hacer ejercicio con Steve y Jim semanalmente, perdió peso y empezó a consumir alimentos más sanos.
Los tres hombres se hicieron buenos amigos. Steve y Jim también aprendieron una importante lección sobre cómo seguir una dieta sana y no comer en exceso.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Vivir bien es una elección: Es fácil quedar atrapado en hábitos poco saludables, como le ocurrió al padre de Sofía, pero la única manera de vivir mejor es esforzarse por hacerlo.
- No pierdas de vista las cosas buenas de tu vida: El padre de Sofía entró en un camino oscuro tras la muerte de su mujer y perdió de vista lo que era valioso: su hija.
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