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Gerente de hotel detrás del mostrador de recepción. | Foto: Flickr.com/fhotels (CC BY 2.0)
Gerente de hotel detrás del mostrador de recepción. | Foto: Flickr.com/fhotels (CC BY 2.0)

Gerente de hotel echa a una anciana bajo la lluvia sin saber que es la madre del dueño - Historia del día

Vanessa Guzmán
20 feb 2023
19:00

Un presumido gerente de hotel pierde los estribos y desaloja a una anciana que busca refugio de la lluvia en su vestíbulo. Luego se arrepiente de sus acciones cuando el karma lo alcanza y el hijo de la señora interviene.

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Mientras gruesas cortinas de lluvia caían del cielo que se oscurecía afuera, Patricia seguía revisando su teléfono en busca de una llamada de su hijo. Adam había pedido encontrarse con ella en el hotel, pero no le había explicado por qué. Llegó temprano y buscó refugio de la lluvia en el vestíbulo del lugar. Y ahora Adam ni siquiera respondía a sus llamadas.

“¿Dónde está este chico?”, se preguntó Patricia mientras marcaba su número por quinta vez.

"Hola, cariño. Soy mamá. Te estaré esperando en el hotel. ¡Llámame cuando recibas el mensaje!", dijo Patricia en un mensaje de voz. Luego metió el teléfono en el bolsillo de su abrigo y miró a su alrededor.

"Este lugar definitivamente ha cambiado mucho a lo largo de los años", pensó, reconociendo el lujoso hotel como el lugar donde había trabajado hace tres décadas.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Disculpe, señora, ¿puedo ayudarla con algo?", una voz suave distrajo los pensamientos de Patricia, y se dio la vuelta para ver a un hombre vestido con un traje impecable con una etiqueta con su nombre en el bolsillo de su abrigo.

"Tomás, ¿verdad?", preguntó ella, mirando la etiqueta con su nombre.

"Sí, señora. Entonces, ¿puedo ayudar con algo?".

"Oh, no", dijo suavemente. "Se suponía que debía reunirme con mi hijo aquí, pero comenzó a llover y tuve que refugiarme. Lo siento. Hay muy mal tiempo".

"¿Así que supongo que no tiene ninguna reserva aquí?", preguntó.

"Oh, me temo que no".

"Bueno, entonces, ¡tiene que irse!", dijo Tomás, tensionando la mandíbula. "¡Esto claramente no es un lugar para hacer escala, y no dejamos entrar a las personas así como así!".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Pero la lluvia... está lloviendo a cántaros, ¡y no tengo adónde ir! Estoy segura de que mi hijo llegará pronto, Tomás. Si pudieras dejarme quedarme aquí, sería genial. Te aseguro que no molestaré".

"¡Lo siento, señora!", dijo Tomás venenosamente. "¡No podemos permitir que nadie de la calle entre y pase todo el tiempo que quiera en nuestro edificio sin gastar un centavo! ¡Somos un hotel premium y nos estamos preparando para un evento festivo! ¡Debe irse!".

"¡Pero conozco este lugar!", exclamo Patricia. "Solía trabajar aquí hace 35 años, y el dueño era un hombre amable. ¡No creo que hayamos echado a nadie así!".

"Bueno, ¡los tiempos cambian y la gente cambia! ¡Debe irse o me veré obligado a llamar a seguridad! ¡Fuera!".

El cruel gerente echó a patadas a Patricia bajo la lluvia, y ella se quedó allí, apretando su abrigo lo más posible y temblando con las ráfagas heladas que acompañaban a la lluvia. Desafortunadamente, Adam no había respondido a su mensaje ni a sus llamadas, por lo que tendría que esperar allí más tiempo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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De repente, un joven se le acercó y la cobijó bajo su paraguas. Luego le ofreció una manta para cubrirse.

"Me disculpo en nombre del gerente, señora", dijo. "Tomás es un hombre desagradable. No hay nada bueno en él. Lamento la forma en que la trató".

"¿Y usted es?", preguntó Patricia, confundida por la generosidad del hombre.

El joven se presentó como Carlos, el portero. Dijo que había estado trabajando con Tomás durante tres años y que sabía lo deshonesto y cruel que era.

"Él siempre se sale con la suya porque lleva tiempo aquí y conoce bien las cosas. Es considerado el mejor empleado. ¿Puede creer eso?", le dijo a Patricia.

"Bueno, muchas gracias, Carlos. Deberías regresar adentro. No quiero crearte más problemas".

"Oh, no, no es problema. Me alegro de haber podido ayudarla. Me tomaré un descanso ahorita. Cuídese", dijo Carlos, preparándose para irse.

En ese momento llegó Adam y vio a Carlos y Patricia juntos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Mamá, ¿qué haces aquí?", preguntó Adam. "¿Por qué no esperaste adentro?".

"Oh, estaba adentro, Adam, pero el gerente tuvo un problema con eso".

"Hace frío aquí, mamá. ¡Entremos, por favor!"-

Patricia entró con Adam y le contó todo lo que había pasado. Adán se sorprendió. Los preparativos del evento fueron nada menos que para Patricia, quien fue despedida de su trabajo hacía años por traer a su hijo pequeño al trabajo.

Patricia había criado a Adam sola después de la muerte de su esposo, y como en ese entonces no podía pagar una niñera para él, llevó a Adam a trabajar con ella.

El gerente de Patricia la humilló frente a todo el personal porque trajo a su hijo al trabajo y la despidió. En ese momento, Adam había decidido que algún día compraría el hotel para su madre y la recibiría con orgullo.

Desafortunadamente, había dejado su teléfono en la oficina, por lo que no pudo atender las llamadas de Patricia antes.

"Tomás es el nombre del empleado, ¿verdad? ¡Llámalo aquí ahora mismo!", ordenó Adam a Carlos.

Tomás apareció con una fachada amable, como siempre, pero Adam no iba a caer en la trampa.

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"¡Oh, señor Adam! ¡Qué placer tenerlo finalmente aquí!", dijo alegremente. "Ya casi terminamos con los preparativos. No nos informó quién es el invitado especial de la noche".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Adam sonrió y dijo: "La mujer que echaste bajo la lluvia, Tomás, y así...". Dio un paso adelante, arrancó la insignia del uniforme de Tomás y le entregó un trapeador y un balde.

"Tienes dos opciones ahora: ¡tomas el trabajo de limpiar el hotel o te largas de este lugar! ¡La mujer a la que le faltaste el respeto es mi madre, y no puedo dejar pasar eso! Se suponía que este evento era una sorpresa para mi mamá, ¡y había estado esperando este día por mucho tiempo! ¡Arruinaste todo, así que te mereces esto!".

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Tomás nunca pensó que su karma lo alcanzaría, pero así fue. Tuvo que aceptar eventualmente el puesto de limpiador, mientras Patricia estaba orgullosa de su hijo, quien nunca olvidó sus sacrificios.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • El karma es como un boomerang; vuelve a la persona que lo lanza: Tomás pensó que se saldría con la suya con su comportamiento grosero como siempre lo hacía, pero esta vez, el karma lo alcanzó.
  • Ama y respeta a tus padres y honra sus sacrificios: Adam sabía lo difícil que era para Patricia criarlo sin ayuda. Él nunca olvidó el sacrificio que ella hizo por él y lo honró cumpliendo su promesa de comprar el hotel.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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