Madre reza por hija que no respiró durante 30 minutos — Momentos después la niña le aprieta la mano
La familia de una niña la encontró sin latidos tras haber caído en un estanque y pasar 30 minutos sin respirar. Su madre confió en la fe para devolver milagrosamente a su hija a la vida, y la niña llegó a apretarle la mano en un momento mientras estaba en el hospital.
Perder de vista a un hijo es la peor pesadilla de un padre, sobre todo en una propiedad inmensa con tantas posibilidades diferentes de dónde podría haber ido a parar el niño. Así se encontró la familia Aycock cuando se dio cuenta de que su hija de 2 años, Tessa Claire, había desaparecido.
Los Aycock vivían en un terreno de 2 hectáreas. Tenían un campo bastante extenso y un gran estanque, donde la niña podría haberse aventurado por su cuenta después de encontrar la forma de salir de la casa.
Búsqueda de la niña desaparecida
Toda la familia buscó durante 20 minutos antes de que Amanda, la madre de Tessa, le dijera a su esposo que empezara a buscar en el estanque. Como su estanque era grande, la madre sabía que no sería una tarea fácil, pero estaba desesperada por localizar a su pequeña.
Cuando Amanda se acercaba al estanque, de repente escuchó a su esposo y a su suegro gritar pidiendo ayuda. Fue entonces cuando supieron que algo terrible había ocurrido.
Al principio, buscar en el estanque y encontrar de algún modo a Tessa parecía descabellado para la familia. El estanque estaba lleno de musgo y era imposible ver nada debajo. Sin embargo, el suegro de Amanda siguió su instinto y buscó allí.
Él y su hijo se lanzaron al agua y echaron una red de pesca dos veces. Fue en su segundo intento cuando pudieron localizar a Tessa, que no respondía y no tenía latidos.
Le hicieron RCP a la niña
Desesperados por que Tessa sobreviviera, le practicaron inmediatamente la reanimación cardiopulmonar hasta que los servicios de emergencia llegaron al lugar. Ella no dio señales de vida hasta que la subieron a una ambulancia, donde su corazón volvió a latir milagrosamente.
Habían pasado 30 minutos desde que Tessa se había ahogado en el estanque, y otros 30 minutos desde que empezaron a practicarle la reanimación cardiopulmonar. Para darle los mejores cuidados posibles, la trasladaron a otro hospital, donde la ingresaron en la Unidad de Cuidados Intensivos pediátrica.
Una vez ingresada, la familia de Tessa tuvo que enfrentarse a la dura realidad de sus opciones: reanimar a la niña en caso de que volviera a sufrir una parada cardiaca o firmar un formulario de “No reanimar” para evitarle más sufrimiento.
Se apoyaron en la fe
Amanda, la devastada madre de Tessa, empezó a apoyarse en su fe para encontrar fuerzas. No podía creer lo que le estaba ocurriendo a su hija de dos años, pero no dejaba de recordarse a sí misma que Dios tenía una razón para todo.
Al final, la familia decidió que reanimarían a Tessa si algo ocurría. Aunque la niña seguía con vida, sus complicaciones de salud empezaron a empeorar, y Amanda no tenía a quién recurrir salvo a Dios.
No sólo Amanda y su familia rezaban por Tessa. Sus amigos, su comunidad e incluso desconocidos empezaron a pedir milagros al cielo. En un momento dado, Amanda se derrumbó junto a su hija y le tomó la mano.
“No puedo vivir sin ella”, rezó. “La necesito, Padre. Te lo suplico. Te lo suplico”, continuó rezando. En ese momento, Dios respondió a sus plegarias. Mientras agarraba la mano de su hija, ella le devolvió el agarre, y eso fue todo el valor que la madre necesitaba para seguir adelante.
Una recuperación milagrosa
En los días siguientes, Tessa empezó a mostrar signos de recuperación. Sin embargo, a pesar de sus progresos, los médicos le dijeron a su familia que no volvería a ser la misma. La lesión cerebral que había sufrido era tan grave que alteraría su forma de moverse, su manera de hablar e incluso de recordar a las personas: les dijeron que Tessa no las reconocería.
A pesar de las malas noticias, Amanda confiaba en que Dios sanaría a su hija. Aunque les queda un largo camino por recorrer, la esperanzada madre cree que las oraciones los sacarán adelante, junto con los numerosos mensajes y donativos de apoyo que han estado recibiendo de todo el mundo.
Amanda y el resto de su familia han aprendido mucho de todo este calvario. Sin embargo, si hay algo que puede servir de consuelo, ella dice que es esto:
“Dios es fiel y tiene el control”.
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