Mamá primeriza abandona a su bebé con síndrome de Down - Un sacerdote lo descubre
Todos los niños merecen crecer en un entorno propicio, con padres cariñosos y una familia que los apoye. Por desgracia, muchos niños sufren el dolor desgarrador del abandono a una edad temprana. Eso le ocurrió al niño de esta historia, hasta que la inesperada intervención del destino lo cambió todo.
Omar Sánchez Portillo era un ser humano extraordinario en muchos sentidos. Era sacerdote y se dedicaba a Dios y al servicio de la humanidad. Lloviera o hiciera sol, nunca vacilaba en sus responsabilidades y extraía alegría de ayudar a los demás a sentirse mejor.
El padre Portillo dirigía una institución llamada Asociación de Las Bienaventuranzas, que daba cobijo a niños, adultos y ancianos. Además de cumplir con sus obligaciones religiosas en el seminario, al sacerdote le encantaba cuidar de los abandonados, los huérfanos y los sin techo.
Ayudaba a los demás
En 2017, el refugio abrió sus puertas a casi 60 personas, y en 2018 acogía a casi 217 individuos y 80 voluntarios. Cualquiera que deseara unirse a la caridad como trabajador o compartir alimentos, ropa, dinero u otras necesidades, podía ponerse en contacto con el sacerdote y su equipo.
Cuando el padre Portillo conoció la historia del niño, algo le tocó la fibra sensible y supo que tenía que hacer algo.
Ayudaba a los enfermos, los abandonados y los sin techo
Según el Padre Portillo, en su institución al menos el 98% de las personas a las que había acogido padecían alguna dolencia física o psíquica o tenían capacidades diferentes. También acogía a jóvenes con diversas discapacidades, como síndrome de Down y autismo.
El sacerdote y sus trabajadores caritativos a menudo encontraban a personas abandonadas y solas en las calles o viviendo en la pobreza extrema. El padre Portillo había rescatado a personas de los vertederos, que no sólo luchaban contra sus enfermedades, sino también para llegar a fin de mes.
A través de su trabajo como servidor de la Iglesia de Dios, el padre Portillo aprendió la importancia de amar a los que lo rodeaban. Él se sentía especialmente inspirado por la Madre Teresa de Calcuta, que siempre abogaba por los niños, los adolescentes y los ancianos, y llevó una vida de amor y servicio.
Un encuentro del destino
Como persona dedicada a servir a los vulnerables, perdidos y abandonados, el padre Portillo nunca daba la espalda a nadie. Este sentimiento le hizo cruzarse con un alma inocente, cambiando su vida para mejor.
Era el verano de 2018, y el sacerdote católico estaba ocupado con su trabajo, como siempre. Poco se imaginaba que su camino pronto se entrelazaría con el de otra persona, haciendo que la experiencia de su vida mereciera aún más la pena.
Llevó al pequeño a casa
En mayo de ese año, el día que cumplía 51 años, el padre Portillo se encontró con un niño. Ismael era un bebé de dos meses que no tenía adónde ir ni un lugar al que llamar hogar. Tenía síndrome de Down y sus padres no estaban a su lado.
El pequeño Ismael había sufrido el abandono de su madre de 17 años, que padecía esquizofrenia y alcoholismo. A pesar de que su nacimiento era un faro de esperanza y de nuevos comienzos, nadie se hizo cargo de él debido a su estado.
Dejado solo por su madre y sin nadie que cuidara de él, le esperaba una vida miserable y sin esperanza. Cuando el padre Portillo conoció la historia del niño, algo le tocó la fibra sensible y supo que tenía que hacer algo.
Un regalo extraordinario
Sin dudarlo, el padre Portillo acogió al niño en su refugio. Tras estudiar Derecho en la Universidad de Lima, residía en Lurín (Lima, Perú), pero viajó a Cuzco para llevar a Ismael a casa.
Cuando tuvo a Ismael en sus brazos, sintió una profunda alegría y alivio y supo que había tomado la decisión correcta. En palabras del padre Portillo:
“[Ismael] llegó en un día muy especial, en mi cumpleaños (5 de mayo), como un detalle especial de Dios en mi vida sacerdotal, como fecundidad, como padre espiritual, como ser humano. Es un detalle muy particular de Dios”.
Un cromosoma de amor
En una conmovedora publicación de Facebook del 8 de mayo de 2018, el padre Portillo compartió su inmensa gratitud por haber conocido a Ismael. El sacerdote peruano adjuntó una foto suya sosteniendo al adorable niño junto a un emotivo pie de foto, que dice:
¡¡¡Gracias por el regalo que me has hecho Jesús por mi cumpleaños!!! Tú nunca dejas de sorprenderme Jesús mío ♥️♥️♥️ ¡¡¡Bienvenido Ismael!!! ¡¡¡Traerte desde Cusco ha sido toda una aventura, la primera de muchas que vamos a vivir juntos!!! Cromosoma del amor 😇 Síndrome de Down (sic)”.
Además de acoger a Ismael en su fundación, el padre Portillo dio un paso más y adoptó al niño. Aunque no era el único acto de bondad del clérigo peruano, abrir su corazón y su hogar a Ismael llenó su vida de infinito amor y alegría.
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Y lo que es más importante, el pequeño Ismael por fin tenía a alguien a quien llamar papá y disfrutar de una vida que se merecía por derecho. La historia de este encantador dúo padre-hijo demuestra que, a través del amor, todo es posible, e incluso las situaciones más desgarradoras pueden superarse.
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