Papá primerizo queda "en shock" al ver a su recién nacida por su aspecto - Ahora, con 6 años, la "princesa" de papá está "preciosa"
Una madre y un padre primerizos se quedaron de piedra cuando nació su hija. Aunque no hubo problemas durante el embarazo, el aspecto de su hija les impactó cuando la tuvieron en brazos por primera vez. A sus seis años, sus padres piensan que es la niña más hermosa que podrían haber pedido.
Un esposo y su esposa estaban deseando tener su primer bebé. La futura mamá, Jennie Wilklow, llevaba varios años soñando con ser madre. Ella y su esposo habían planeado el embarazo con antelación, rezando para que todo saliera bien y pudieran tener a la niña que tanto deseaban.
Jennie incluso había planeado la ropa de la niña, soñando con el día en que pudiera cogerla en brazos y vestirla con los adorables atuendos que había planeado minuciosamente. Cuando por fin se quedó embarazada, las cosas pintaban muy bien. Las ecografías no indicaban nada extraño y la pareja esperaba con impaciencia el nacimiento de su hija.
Lo único extraño del embarazo fue que Jennie rompió aguas a las 34 semanas, pero los médicos aseguraron a la madre que todo iría bien. Las lecturas seguían siendo excelentes, así que el personal del hospital inició la cesárea, que salió bien. Todos los médicos parecían relajados.
En el camino, Jennie se despertó, buscó a su esposo y le preguntó si todo iba bien.
En cuanto la niña nació con éxito, quedó claro que un ligero pánico se apoderó de los cirujanos y el resto del personal presente. El equipo se retiró detrás de una cortina mientras crecía la alarma y la situación se volvía más frenética. Jennie, mientras tanto, estaba atrapada en la cama sin saber qué le pasaba a su hija.
Cuando la madre preguntó si su hija estaba sana, lo único que pudo hacer el personal del hospital fue tranquilizarla. Le ofrecieron medicación para ayudarla a relajarse, y Jennie se durmió bajo sus efectos mientras los médicos hacían todo lo posible por manejar la situación drástica.
Mientras Jennie dormía, el personal del hospital informó a su esposo de que la piel de su hija había empezado a endurecerse poco después de nacer. La pequeña Anna Wilklow padecía una enfermedad extremadamente rara llamada ictiosis arlequín, y los médicos no tenían experiencia real en el tratamiento de esta enfermedad.
Cómo sobrevivió la niña
Tras el nacimiento de Anna, los médicos se la llevaron a su padre. El nuevo padre tuvo la oportunidad de mirarla a los ojos antes de que se cerraran. No se abrieron en los días siguientes. El papá tuvo que elegir un nuevo hospital mejor preparado para un caso como el de Anna. Jennie fue trasladada a recuperación, aún sin saber qué le pasaba.
En medio de la vorágine, Jennie se despertó, buscó a su esposo y le preguntó si todo iba bien. Presumiblemente con la esperanza de no disgustar a la agotada madre, el personal del hospital se negó a darle una respuesta directa. Jennie no hizo más preguntas, temerosa de las posibles respuestas.
La madre recordó que sentía que era culpa suya que algo fuera mal. Explicó: "Sentía como si, de alguna manera, por desear tanto una niña me hubiera gafado, y no estaba preparada para oír malas noticias. No estaba preparada para que mi vida fuera diferente. No estaba preparada".
En recuperación, los médicos empezaron a hablarle a Jennie de su nueva hija. Aunque no le dieron todos los detalles, le revelaron que la niña sufría un "defecto congénito". Al principio, Jennie era optimista. Seguía pensando que serían capaces de arreglar lo que fuera que le ocurriera a su pequeña.
La madre sólo se dio cuenta de que la situación era grave cuando vio a su esposo sentado en silencio. Cuando el personal médico salió de la habitación, presionó a su esposo en busca de respuestas, pero todo lo que el aturdido padre pudo decir fue: "Está mal". Jennie tenía aún más preguntas, pero su esposo respondió:
"Jennie, la miré a los ojos y tiene el alma más hermosa".
Jennie tuvo por fin la oportunidad de coger en brazos a su hija recién nacida. Al principio, la madre se quedó impactada al ver a su hija en ese estado y no sabía cómo reaccionar. Se sentía "destrozada". Los médicos no creían que la pequeña Anna tuviera muchas posibilidades de sobrevivir, pero poco a poco Jennie decidió que no se permitiría perderla.
Jennie y Anna aguantaron
Aunque los médicos dudaban de que Anna viviera mucho tiempo, la niña asombró a todos. Era muy fuerte y sobresalía en todo por lo que pasaba en la UCIN. Al cabo de unos días se le hincharon los ojos y pudo volver a mirar al mundo. También fue la primera vez que Jennie vio sus ojitos.
Ahora, seis años después, Anna y Jennie están llenas de esperanza en el futuro.
Cuando Jennie miró a su hija, recordó de repente lo que su esposo había dicho de ella unos días antes. La misma sensación se apoderó de ella, y Jennie supo que su bebé era lo más hermoso que había visto nunca. Pero el estado de Anna suponía muchos retos para los dos nuevos padres.
Durante un tiempo, Anna y su madre permanecieron en el hospital. La niña permaneció en una caja con humedad controlada, y la primera vez que estuvo expuesta al aire exterior, su piel volvió a resecarse. Pronto se formaron grietas y Anna se echó a llorar. Aquella primera experiencia le pasó factura a Jennie.
La madre temía que su hija nunca pudiera llevar una vida normal. La segunda vez que lo intentaron, cubrieron a Anna con vaselina y la envolvieron en un plástico protector. Jennie recordaba que aquellos primeros días fueron desalentadores, con escasos progresos e innumerables dificultades. Jennie recordaba:
"Los dos meses siguientes fueron los peores porque me sentía sola y destrozada, consumida por la desesperación. Mi hermana, mi madre, mi esposo y mis amigos se hicieron cargo, y la única ropa que podía usar era un pijama de vellón".
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Poco a poco, las cosas mejoraron. Ahora, seis años después, Anna y Jennie están llenas de esperanza en el futuro. La madre adora a su pequeña, y el padre de Anna comparte un vínculo especial con su "bella princesa". El dúo padre-hija incluso asistió recientemente a un baile juntos. En las fotos, Anna y su padre se sonríen cariñosamente mientras Anna estaba "guapísima".
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