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Bebé recién nacido. | Foto: Shutterstock
Bebé recién nacido. | Foto: Shutterstock

Mujer de 58 descubre que el hijo que creía muerto vivió toda la vida en la casa de al lado - Historia del día

Tras la muerte de su hijo recién nacido, Judith se mudó a un vecindario y envidiaba a todas las madres primerizas de allí. Pero años más tarde, tuvo una hija, Nancy, y siguió adelante. A los 17 años, Nancy descubrió varias cosas sobre su madre y, de repente, decidió hacerse una prueba de ADN, que le dio un resultado impactante.

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“Mamá, ¿qué son estas fotos?”, preguntó Nancy a su madre, Judith, que estaba tomando té en el porche de su casa. La joven tenía 17 años y había estado husmeando entre las cosas viejas de su madre. Había descubierto varias fotos, entre ellas una de su mamá embarazada. Pero la foto databa de 11 años antes de que Nancy naciera, y ella era hija única.

“Vaya. ¿Dónde las has encontrado?”, preguntó Judith, acercándose las gafas a la nariz para inspeccionar las fotos. Nancy se sentó a su lado.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"¿Tuviste otro hijo del que nunca supe?", preguntó la adolescente.

En la página web le dijeron que habían encontrado a alguien que podría ser pariente suyo. Sus padres nunca se habían hecho las pruebas, así que pensó que podría tratarse de un primo. Pero era más que eso.

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Judith exhaló un profundo suspiro y se quitó las gafas. "Sí, cariño. Pero murió. Fue el momento más duro de mi vida, sobre todo porque tu padre y yo habíamos intentado quedarnos embarazados durante mucho tiempo”.

“¿Por qué no me lo dijiste?”.

“No podía. Era... demasiado doloroso para mí”, respondió, con un deje en la voz. “Nació prematuramente. Estaba embarazada de siete meses y no sobrevivió. Luego nos mudamos a este vecindario y tuve que ver a todas las madres primerizas con sus bebés. Me moría de envidia”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Supongo que puedo entenderlo”, murmuró Nancy, mirando a su vecindario. Conocía a algunos de los chicos mayores de la zona, aunque todos se habían mudado hacía años.

“Recuerdo haber sentido la mayor envidia hacia la Sra. Blackwell. Su hijo, Peter, nació justo un día después que tu hermano mayor. Me dijo que también era prematuro, pero vivió, y el mío no. Pero siempre tuve la sensación de que no murió. Tu padre dijo que se debía a mi dolor. Supongo que tenía razón, aunque esa sensación nunca ha desaparecido. Sigo rezando por que esté bien, esté donde esté”, continuó Judith.

“¿Crees que sigue vivo?”.

“Oh, sí”, respondió, pero se giró hacia su hija y sonrió alegremente. “Por suerte, Dios me bendijo con la hija más hermosa del mundo. Aunque tardó un poco. Puedo llevarte a su tumba que he estado visitando todos estos años”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Nancy le devolvió la sonrisa, asintió y pensó en cómo habría sido tener un hermano mayor o cualquier otro hermano. Pero, por desgracia, no pudo ser. A partir de entonces, sólo pudo visitarlo con su madre.

***

La conversación con su madre hizo que Nancy pensara en la familia. Algunas de sus amigas ya habían comprado las populares pruebas de ADN y ella decidió hacerse una con el dinero que había ahorrado trabajando en el cine de Tampa, Florida.

Sin embargo, nunca esperó descubrir algo más que información sobre su origen étnico y familiar. En la página web le dijeron que habían encontrado a alguien que podría ser pariente suyo. Sus padres nunca se habían hecho las pruebas, así que pensó que podría tratarse de un primo. Pero era más que eso.

Según los datos, esa persona tenía que ser su hermano, y se llamaba Peter, el hijo de la Sra. Blackwell. Se lo contó inmediatamente a su madre y fueron a casa de su vecina para hablar de ello.

“¿Sabe por qué Peter se hizo la prueba?”, preguntó Nancy a la mujer mayor.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Hace años, Peter enfermó y se le metió en la cabeza que hacerse esa prueba lo ayudaría. No lo hizo, y afortunadamente mejoró después de ser hospitalizado por un tiempo”, explicó la Sra. Blackwell. “Dejen que lo llame y podrán hablar con él”.

Peter estudiaba en una universidad cercana, y se dirigió a casa de sus padres después de recibir una llamada de su madre. No lo podía creer cuando le contaron lo que Nancy había averiguado en la página web de ancestry. “Esto significa que puede que no esté emparentado con mis padres”, afirmó y miró a su mamá, horrorizado.

“Oh, no seas ridículo, Peter”, lo regañó su madre, pero él negó con la cabeza.

“Mamá, la verdadera razón por la que me hice la prueba fue porque ninguno de ustedes podía donarme sangre. ¿Te acuerdas? El médico me dijo que era imposible a menos que yo no fuera hijo de ustedes. Pero nunca quise decírtelo”, reveló, ahogándose en sus palabras. Parecía que había ocultado este secreto a sus padres durante años. “Nunca dije nada porque les haría daño y porque los resultados no mostraban ninguna coincidencia. Hasta ahora...”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Por lo tanto, la Sra. Blackwell y su esposo, así como Judith y su esposo, se hicieron pruebas de paternidad para compararlas con Peter. Se confirmó lo que él sospechaba desde el principio. Era el hijo de Judith. El que ella siempre creyó que estaba vivo.

Por supuesto, no podían cambiar el pasado, ya que Peter consideraba a los Sres. Blackwell sus padres. Pero él y Nancy se hicieron íntimos y trataron de encontrar respuestas sobre su nacimiento. Nadie podía decirles exactamente qué había pasado, pero en el hospital dijeron que el hijo biológico de Peter y la Sra. Blackwell había nacido con un día de diferencia y que debía de haber habido una confusión.

La Sra. Blackwell quedó desolada al conocer la noticia, aunque se alegró de que Peter siguiera considerándola su madre. Pero al final, le pidió a Judith que la llevara a la tumba donde había enterrado a su hijo. Tuvieron que aprender a desenvolverse en esta nueva realidad, ya que Peter tenía ahora dos familias, pero lo consiguieron rápidamente porque había amor de por medio.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Judith sólo se alegró porque su instinto siempre le había dado la razón.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Confiar en el instinto: Judith creía que su hijo estaba vivo a pesar de lo que le decían los demás, y tenía toda la razón.
  • Al final, todo sale bien: Pase lo que pase, el tiempo cura todas las heridas y corrige los errores. Al final, Judith encontró a su hijo, aunque no pudiera cambiar el pasado.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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