Maestra sigue a niña que toma sobras del comedor escolar todos los días - La historia del día
Una profesora decide investigar a una alumna que todos los días pide al personal de la cafetería las sobras de comida del comedor. Cuando se le pregunta por qué lo hace, la alumna le miente, temerosa de desvelar la verdad.
La señorita Wilson se da cuenta de que una de sus alumnas, Isabella, se dirige directamente al comedor después de las clases, a diferencia de sus compañeros, que van directamente al patio. Un día decide averiguar un poco más.
El personal de la cafetería le revela que Isabella les pide cada día los restos de comida en lugar de tirarlos. Curiosa por saber por qué lo hacía, la señorita Wilson se acercó a Isabella. "¿Va todo bien en casa?", le preguntó.
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Isabella asintió con la cabeza. "Sí, señorita Wilson. Mi madre ahora trabaja sola para alimentarnos a mi hermano pequeño y a mí desde que murió mi padre. Yo recojo las sobras de comida del comedor para intentar ayudar", dijo.
La señorita Wilson estuvo a punto de creer a Isabella hasta recordó que ya había conocido a su madre. Aunque era madre soltera, tenía un trabajo bien remunerado con el que podía pagar fácilmente las facturas.
Para llegar al fondo de por qué Isabella se llevaba sobras a casa todos los días, decidió seguirla ese día. Desde lejos, vio a la joven caminando hacia una vieja casa abandonada en lugar de hacia su casa.
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Abrió un buzón que chirriaba ruidosamente y metió dentro la bolsa de comida. Luego llamó a la puerta de la casa antes de salir corriendo rápidamente.
La señorita Wilson se preguntó a quién le daría Isabella la comida, así que, aunque la niña huyó, se quedó un rato para ver quién abría la puerta. Vio salir de la casa a un hombre desaliñado de unos 40 años, vestido con un pijama harapiento. Tomó la comida del buzón y volvió a entrar.
Al día siguiente, la señorita Wilson decidió confrontar a Isabella por lo que había presenciado. "Vi que visitaba esa vieja casa para dar la comida. ¿Quién era ese hombre?".
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Isabella temía que la castigaran por haber mentido a la señorita Wilson. Se disculpó nerviosamente, diciendo que pensaba que le contaría a su madre lo que había estado haciendo.
"Lo siento, señorita Wilson, no quería decirle la verdad porque no quería meterme en problemas. El hombre era un bombero que nos salvó a mí, a mi madre y a mi hermano de nuestra casa en llamas hace unos dos años", reveló.
"Mi padre murió en ese incendio, y el bombero se culpó por no haber llegado a tiempo para salvarlo. Empezó a sobrellevarlo bebiendo y luego le echaron del servicio. Mi madre y yo intentamos agradecérselo un día, pero no nos dejó entrar y nos dijo que no volviéramos".
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"Entiendo lo difícil que debe ser para él, pero no debería culparse. No está bien, es un héroe. Le llevo comida a diario y se la dejo en el buzón porque sé que necesita ayuda. No me dejo ver porque le tengo mucho miedo. Él no sabe que soy yo quien le lleva la comida", dijo para terminar su historia.
A la señorita. Wilson le sorprendió la fortaleza, madurez y compasión de Isabella. Para ser una niña de 12 años, era muy sabia para su edad, y la profesora creía que sus buenas acciones no debían mantenerse en secreto.
Aquel día, después de clase, la señorita Wilson decidió visitar al bombero. En cuanto llamó a la puerta, el hombre le abrió y le preguntó quién era.
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La docente le contó la historia de Isabella y cómo le daba de comer todos los días. "No puede olvidar lo que hiciste por ella y su familia, y ha estado intentando mostrar su agradecimiento ayudándote, pero tiene demasiado miedo de dar la cara porque la última vez que lo hizo la echaste", reveló.
El bombero se sintió fatal por cómo había actuado. Admitió que ser incapaz de salvar al padre de Isabella le pasó factura emocionalmente, y se culpó por ello. "Me daba igual quién trajera la comida, pero ahora me doy cuenta de que todavía hay gente buena en el mundo como Isabella. Espero que no sea demasiado tarde para cambiar", dijo a su visitante.
Al día siguiente día, Isabella fue con la señorita Wilson a la casa del bombero. Se identificó como Adam y les pidió que entraran en su casa.
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Isabella y la señorita Wilson ayudaron a Adam a rehacer su vida. Además de hacerle compañía, limpiaron su casa y le proporcionaron comida limpia y recién cocinada en lugar de sobras.
Cuando estuvo preparado para ello, Adam volvió a presentarse en la estación de bomberos y recuperó su puesto de trabajo con la condición de que dejara de beber. Prometió no volver a hacerlo y pudo volver a recibir ingresos por su excelente desempeño.
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Después de conocerse, la señorita Wilson y Adam se hicieron muy cercanos. Finalmente empezaron a salir y se fueron a vivir juntos.
Un día, mientras Isabella los visitaba en su nueva casa, Adam preguntó por qué seguía ayudándolo a pesar de que él había sido grosero con ella y su madre. La niña contestó:
"Me salvaste a mí, a mi madre y a mi hermano. Los héroes nunca deben ser olvidados".
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Las personas afrontan las situaciones de diferentes maneras. Para Isabella fue difícil afrontar la pérdida de su padre, pero no dejó que eso endureciera su corazón. Sabía que el bombero no tenía la culpa de no haber podido llegar a tiempo, a pesar de que él se culpaba de no haber podido salvar al hombre. Esto le acabó costando el puesto, pero la niña nunca se dio por vencida y le ayudó a dar un giro a su vida.
- Nunca olvides a los que te han ayudado, sobre todo cuando te necesitan. Isabella sabía que el bombero que la salvó necesitaba su ayuda tras entrar en una espiral descendente. Lo apoyó constantemente, a pesar de que él la había rechazado.
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