Mi hija estaba aterrorizada y gritó cuando la recogió la profesora de la guardería, así que hice caso a mi instinto
Cuando una maestra de guardería ignoró repetidamente la simple petición de una madre de que no abrazara a su hija, saltó la alarma. Los gritos aterrorizados de la niña provocaron una decisión que desafiaba la norma, dejando a todo el mundo preguntándose: ¿Qué empujó a esta madre a sacar a su hija de lugar?
Abuela abrazando a su nieta pequeña | Foto: Shutterstock
En febrero de 2023, una madre se dirigió a la sección "Crianza" de una plataforma online, compartiendo un acuciante dilema para arrojar luz sobre una cuestión crucial para otros padres. Su hija de tres años, que siempre había rehuido el contacto físico, reservaba los mimos exclusivamente para mamá, papá y la niñera. Ni siquiera de bebé se dejaba abrazar para dormir o acurrucarse en el sofá.
Cuando la hija se embarcó en una nueva jornada en la guardería, la madre comunicó explícitamente a los profesores que su hija desaprobaba los mimos y les imploró que nunca los intentaran con fines tranquilizadores. A pesar de insistir en que su hija encontraba consuelo en métodos alternativos -como su juguete favorito, un rincón tranquilo o tiempo de lectura-, las instrucciones de la madre fueron pasadas por alto.
Había indicado claramente al personal de la guardería que no violaran la zona de confort de su hija, petición que fue cruelmente ignorada.
Pareja viendo la puesta de sol con su hija pequeña | Foto: Shutterstock
Un momento que se le quedó grabado a la madre fue cuando se asomó por la ventana a la zona de juegos exterior. La maestra intentó coger a su hija, desafiando explícitamente las instrucciones de la madre. Su hija, abrumada por el miedo, desencadenó un torrente de gritos, patadas y chillidos, muy distinto de las típicas lágrimas al dejar a su hijo menor en la clase de abajo.
Asqueados por el incumplimiento del personal y sus intentos de violar los límites de su hija, la madre y su familia tomaron una decisión importante: se retiraron por completo de la guardería, buscando un entorno más respetuoso para su hija.
Niños jugando con su profesor en clase | Foto: Shutterstock
Reconociendo el reto universal de dejar a los niños en la guardería, donde a menudo lloran y alborotan, la madre reconoció que esta situación era distinta. Había indicado claramente al personal de la guardería que no violaran la zona de confort de su hija, petición que fue cruelmente ignorada. A pesar de su intento inicial de pasar por alto el incidente y abordarlo con el director, los intentos injustificados de mimos persistieron en visitas posteriores.
Ante las bienintencionadas, pero equivocadas ofertas de mimos matutinos, la angustia de la hija llevó a la madre a recordar repetidamente al personal su acuerdo. La madre, que sentía un inmenso respeto por los profesores, incluido su marido, no podía evitar la sensación de que esta situación era especialmente difícil y requería algo más que una comprensión rutinaria.
Madre consolando a su hija pequeña que llora con un abrazo | Foto: Shutterstock
La dificultad de garantizar que todos los niños se sintieran seguros pesaba mucho sobre ella, lo que provocó una lucha interna. Admitiendo un sentimiento de vergüenza, la madre reveló que al principio dudó en retirar a su hija.
Influida por las normas sociales que insistían en que las lágrimas durante las salidas eran algo rutinario, optó por esperar, con la esperanza de que las cosas mejoraran. "Pero mi hija nunca se adaptó y, aproximadamente un mes después, me dijo: 'No me gustan mis profesores, mamá. No me gusta cuando me abrazan'", recordó la madre preocupada.
Una niña llorando sentada a la mesa en su clase | Foto: Getty Images
La angustia de la madre se intensificó cuando se hizo evidente que su hija se sentía insegura y sufría ansiedad en cada visita a la guardería. Decidida, la madre, a pesar de las dificultades de ser estudiante a tiempo completo, tomó una decisión difícil.
A pesar de las garantías bienintencionadas de amigos, familiares y la sociedad de que el malestar de su hija al dejarla en la guardería era temporal, la madre se negó a aceptarlo como normal. Rechazando la sabiduría convencional, tomó la valiente decisión de sacar a su hija de ese entorno, una elección que acabó considerando con inmenso alivio.
Niña jugando con sus juguetes | Foto: Pexels
Al pasar a una nueva etapa en una guardería diferente, la madre ocultó su ansiedad a su hija mientras sentaba las bases de la emoción. Al hablar con los profesores sobre sus dificultades anteriores, recibió un apoyo excepcional. El nuevo centro se adaptó a las necesidades de su hija con un espacio dedicado a la tranquilidad, con cojines y libros, y le permitió observar las actividades hasta que se sintió preparada para participar.
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La experiencia transformadora en el nuevo lugar estuvo marcada por unos profesores comprensivos que incluso compartieron un libro sobre un niño con preferencias similares. La alegría de la madre era palpable cuando su hija, ahora que se sentía segura, expresó un gusto recién descubierto por sus profesores.
Niña feliz mostrando su garabato de lápiz de color sobre papel en la guardería | Foto: Getty Images
La niña, antes ansiosa, se convirtió en una persona alegre y amistosa, sin lágrimas al dejarla. El consejo de la madre resonó con fuerza: "Haced caso a vuestro instinto, padres, si algo no os parece bien... cambiadlo".
¿Estás de acuerdo con la decisión de esta mujer de seguir sus instintos y cambiar la guardería de su hija? ¿Qué harías tú en su lugar?
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