Chica pierde la oportunidad de asistir a la universidad de sus sueños para apoyar a su amiga enferma - Historia del día
Lisa es una adolescente que acaba de enterarse de que su mejor amiga Miley tiene cáncer. Miley y Lisa siempre se han apoyado mutuamente. Para apoyar a su amiga, Lisa está dispuesta a sacrificar todo lo que tiene.
Lisa se dirigía al hospital con los pensamientos llenos de preocupación. Hacía poco habían diagnosticado un cáncer a Miley, su mejor amiga. La noticia había golpeado duramente a Lisa, haciéndola sentir como si el suelo hubiera desaparecido bajo sus pies.
Habían sido inseparables desde la infancia, y siempre se habían entendido mejor que nadie. Ahora, cuando empezaba su último año de instituto, deberían haber estado hablando con entusiasmo de vestidos de graduación y planes de futuro, no enfrentándose a la dura realidad de la enfermedad de Miley.
Era el primer día de quimioterapia de Miley, y Lisa estaba decidida a estar a su lado. Lisa entró en el hospital, y el olor a desinfectante la golpeó de inmediato.
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Recorrió los pasillos con el corazón palpitándole a cada paso. Por fin llegó a la sala de quimioterapia. Allí, Miley ya estaba sentada en una silla, con un goteo intravenoso a su lado. A pesar de la situación, Miley sonreía y su positividad brillaba como siempre.
Lisa se acercó a Miley y se sentó en la silla junto a ella. Llevaba una cámara en la mano y empezó a grabarlas.
"Hola, ¿qué haces?" preguntó Lisa, intentando sonar alegre.
"Absorbiendo algo supertóxico", respondió Miley con una sonrisa. "¿Crees que tendré superpoderes después de esto?".
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"¿Quizá dispares rayos láser por los ojos?" sugirió Lisa, sonriendo.
"O pueda controlar el fuego", añadió Miley, ampliando su sonrisa.
"No, no, ya lo sé. Te harás superfuerte y destruirás nuestra escuela, así no tendré que ir a clase".
Las dos se rieron, y el sonido aportó algo de calidez a la fría y clínica habitación.
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"Ahora mismo daría cualquier cosa por ir a clase. Incluso estoy dispuesta a asistir a la aburrida clase de química del señor Fisher", dijo Miley, con la voz teñida de añoranza.
"Chica, eres dura. A veces pienso que el señor Fisher podría dormirse mientras explica las reacciones químicas -bromeó Lisa.
Volvieron a reír, saboreando el momento de normalidad.
"Cuéntame todo lo que pasa. Quiero sentir que estoy allí", dijo Miley, con los ojos brillantes de curiosidad.
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"Stacey ha roto con Cameron", empezó Lisa.
"Otra vez", dijeron las dos a la vez, y luego se rieron.
"La comida no ha mejorado. El señor Green se puso enfermo", continuó Lisa.
"¿Ya has decidido dónde vas a solicitar plaza?". interrumpió Miley, cambiando de tema.
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"Aún no se lo he dicho a nadie, pero quiero estudiar dirección de cine", confesó Lisa, con voz suave.
"¿Me darás un papel en tu película? preguntó Miley, posando como una modelo y haciendo reír a Lisa.
"Por supuesto. ¿Ya te has decidido?" A Miley se le desencajó la cara.
"No, pero probablemente ya no importe".
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"¿Por qué?"
"Oí a mi madre hablando con mi médico. Dijo que no sabe si el tratamiento me ayudará".
"Oh, Miley", dijo Lisa, abrazándola con fuerza. "Claro que me ayudará, por eso debemos encontrarte universidades".
Miley sonrió tristemente, sus ojos reflejaban una mezcla de esperanza y miedo. Lisa notó que Miley temblaba de frío y rebuscó en su bolso, sacando un cálido gorro de punto. Se lo entregó a Miley.
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"Toma, póntelo", le dice Lisa con suavidad.
Miley coge el gorro y se lo pone, sintiéndose un poco más abrigada. Las dos se sientan en silencio un momento, con el peso de la situación suspendido en el aire.
"Hablemos de otra cosa", sugiere Lisa. "¿Te has enterado de lo del nuevo profesor de matemáticas?".
A Miley se le iluminan un poco los ojos. "Sí, el señor Brown. Todo el mundo dice que es muy duro".
"Claro que sí", se ríe Lisa.
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Siguen cotilleando sobre el colegio, y su conversación es un pequeño consuelo en medio de todo.
Habían pasado unas semanas desde que Miley empezó la quimioterapia, y Lisa notó que se había vuelto distante. Los mensajes de texto y las llamadas quedaban sin respuesta. Preocupada, Lisa decidió visitarla. Se dirigió a casa de Miley con el corazón encogido por la preocupación.
Llamó a la puerta y esperó a que Miley hablara con ella. Pero cuando Miley abrió la puerta y vio a Lisa, su expresión era fría.
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"No quiero verte ni hablar contigo", dijo, con voz ronca.
Lisa se quedó sorprendida. "Miley, ¿qué te pasa? ¿Por qué actúas así?", preguntó, desesperada por comprender.
En lugar de contestar, Miley tiró el sombrero que Lisa le había regalado en su primera sesión de quimio. "Vete, Lisa", dijo, con la voz entrecortada.
Lisa sintió que se le hacía un nudo en la garganta. Recogió el sombrero y se marchó, con el corazón destrozado. De vuelta a casa, se sentó en la cama con el sombrero en la mano y sintió una oleada de tristeza. No entendía por qué Miley la apartaba. Entonces se dio cuenta.
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Al examinar el sombrero, se dio cuenta de que tenía muchos pelos caídos. Se dio cuenta de que Miley estaba perdiendo el pelo a causa de la quimio y tenía miedo.
Decidida a ayudar a su amiga, Lisa volvió a casa de Miley. Volvió a llamar a la puerta. Cuando Miley abrió esta vez, Lisa entró sin esperar invitación.
"Miley, ¿por qué no me dijiste que se te estaba cayendo el pelo?" preguntó Lisa suavemente, sosteniendo el sombrero.
"No quería que me compadecieras", respondió Miley, con voz temblorosa.
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"Nunca te compadecería", dijo Lisa con firmeza. "¿Quieres que te ayude con el pelo?"
Miley baja la mirada y asiente lentamente.
Lisa sonríe suavemente. "Bueno, hagámoslo juntas".
Las chicas se dirigen al baño, con el aire cargado de emociones no expresadas. Lisa ayuda suavemente a Miley a afeitarse todo el pelo. Miley mira fijamente su reflejo en el espejo, con los ojos desorbitados por una mezcla de miedo y aceptación.
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Lisa se pone a su lado y la mira en el espejo. Sin decir palabra, coge la cuchilla y le afeita una tira de pelo. Los ojos de Miley se abren de golpe.
"¿Qué estás haciendo?" pregunta Miley, con voz temblorosa.
"Es lo menos que puedo hacer para apoyarte", responde Lisa, con voz firme.
Lisa sigue afeitándole todo el vello, y cada pasada de la cuchilla resuena en el silencioso cuarto de baño. Cuando termina, las dos se miran en el espejo y se ven reflejadas como dos chicas calvas.
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"Necesitamos pelucas urgentemente", dice Miley, asomando un atisbo de sonrisa.
"Sí, sin duda", coincide Lisa, asintiendo.
Lisa cogió su cámara y empezó a grabarlas. "Tenemos que documentar esto", dice, grabando sus calvas a juego.
El curso escolar pasó volando. Lisa pasaba la mayor parte del tiempo con Miley, en el hospital o en casa. Siempre estaba allí, ofreciéndole apoyo y consuelo. Lisa se matriculó en una universidad de cine, pero no se lo dijo a nadie. Sus notas habían bajado porque faltó a muchas clases por estar al lado de Miley.
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Le preocupaba no poder entrar, pero no se arrepentía. Volvería a hacerlo por Miley, cuyo estado había empeorado. Su sistema inmunitario estaba debilitado por la quimioterapia.
Miley cogió un resfriado del que no pudo librarse y acabó de nuevo en el hospital. Lisa la visitaba todos los días, llevándole deberes, bocadillos e historias del colegio para hacerle compañía.
Una tarde, Lisa visitó a Miley en el hospital, intentando levantarle el ánimo. Llevaba la cámara en la mano cuando entró en la habitación, captando cada momento.
"¿Estás lista para el baile?" preguntó Lisa alegremente, con la esperanza de levantar el ánimo de Miley.
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Miley, normalmente tan optimista, parecía triste. "No puedo ir. El médico dice que podría volver a ponerme enferma".
La sonrisa de Lisa se desvaneció. Dejó la cámara en la mesilla y se sentó junto a Miley. "Pero ya nos hemos comprado los vestidos".
Miley suspiró. "Ya lo sé. Por eso tienes que ir".
"No iré sin ti", insistió Lisa, con voz firme.
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"Tienes que ir por mí", dijo Miley, intentando reunir una sonrisa. "Alguien tiene que divertirse".
Lisa se quedó callada, mirando fijamente a su amiga. Sabe lo mucho que significaba el baile de graduación para las dos y sabe que no puede disfrutarlo sin Miley.
Miley alargó la mano y agarró la de Lisa. "Prométeme que irás al baile", le dijo, con ojos suplicantes.
Lisa bajó la mirada, incapaz de hablar. Pensar en ir sin Miley le parecía mal.
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"Lisa, prométeme que irás" repitió Miley, con voz más urgente.
Tras una larga pausa, Lisa asintió por fin. "De acuerdo, lo prometo", dijo en voz baja, con el corazón oprimido por la promesa que sabe que tiene que cumplir.
Miley intentó sonreír. "Bien. Cuéntamelo todo cuando vuelvas. Quiero todos los detalles".
Lisa forzó una sonrisa y apretó la mano de Miley. "Te lo contaré. Me aseguraré de que no te pierdas nada".
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Mientras se sentaban juntas, la realidad de su situación se hundía. Habían soñado con el baile de graduación durante tanto tiempo, y ahora todo era diferente.
Por la noche, en casa, Lisa se sienta en la cama y consulta su correo electrónico. Su corazón se acelera al abrir un mensaje de la universidad de cine. Sus ojos recorren rápidamente las palabras, y entonces siente que se le hunde el estómago.
Vuelve a leer la frase: "Lamentamos informarte de que no has sido aceptada debido a tus bajas calificaciones". Lisa cierra el portátil y le tiemblan las manos.
Las lágrimas corren por su rostro al sentir el peso del rechazo. Todo su esfuerzo y sus sueños parecen desmoronarse en ese momento. Entierra la cara entre las manos, sintiéndose perdida y con el corazón roto.
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Hoy es el día del baile de graduación, y Lisa está decidida a hacerlo especial para Miley. Ha tenido que implicar a todo el personal médico para ejecutar su plan.
Por la noche, Lisa entra en la habitación de Miley, con su vestido de graduación.
Miley levanta la vista, sorprendida. "¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás en el baile?"
Lisa sonríe, con los ojos brillantes de emoción. "Me voy ahora, pero tú vienes conmigo", dice, entregándole a Miley su vestido de graduación.
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Miley se queda boquiabierta. "¿Qué? ¿Has conseguido convencer a mi médico para que me deje ir al baile?".
"No exactamente", responde Lisa, "pero ponte el vestido rápidamente".
Miley parece confusa, pero hace lo que Lisa le dice. Cuando termina de ponerse el vestido, Lisa se adelanta y le coloca suavemente un ramillete en la muñeca.
"¿Me explicas qué está pasando?" pregunta Miley, aún desconcertada.
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Lisa extiende la mano, sonriendo cálidamente. "Ya lo verás".
Miley duda un momento y luego coge a Lisa del brazo. Juntas, salen de la habitación. Mientras caminan por el pasillo, Miley oye una música tenue. Doblan una esquina y Miley se detiene en seco. Todo el hospital está decorado con guirnaldas y flores, y la música llena el ambiente.
"¿Qué es todo esto?" pregunta Miley asombrada.
Lisa se limita a sonreír y la conduce al vestíbulo. La vista es impresionante. La sala está decorada con guirnaldas y globos. El personal médico y los pacientes van vestidos de noche. Hay una mesa de ponche y una cabina de DJ.
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"He decidido que si no puedes ir al baile, el baile tiene que venir a ti", dice Lisa, con una voz llena de amor y determinación.
A Miley se le llenan los ojos de lágrimas mientras mira a su alrededor. "No puedo creer que hayas hecho todo esto por mí".
Lisa le aprieta la mano. "Te lo mereces. Ahora vamos a bailar".
Miley abraza a Lisa con fuerza, sintiéndose agradecida y abrumada. Las chicas se dirigen a la pista de baile y empiezan a bailar, dejando que la música les levante el ánimo. Ríen y disfrutan de su mutua compañía, olvidando los muros del hospital que las rodean. La noche está llena de diversión, risas y momentos que atesorarán para siempre.
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Cuando la noche llegaba a su fin, Lisa se levantó y llamó la atención de todos. Mostró una película que había hecho sobre Miley, que captaba su amistad y la valentía de Miley. La sala se quedó en silencio, con lágrimas brillando en muchos ojos.
Cuando terminó la película, todos aplaudieron, profundamente conmovidos. Lisa y Miley se abrazaron, con lágrimas cayendo por sus rostros, agradecidas por su vínculo y por la inolvidable noche que compartieron.
Habían pasado dos meses desde que Lisa organizó el inolvidable baile de graduación para ella y Miley. Durante ese tiempo, Miley había ido mejorando poco a poco. Hoy era un día importante, pues esperaban los resultados para determinar si Miley estaba en remisión.
Lisa, que sentía una mezcla de esperanza y ansiedad, decidió consultar su correo electrónico antes de dirigirse al hospital. Vio un nuevo mensaje de la universidad de cine. Con manos temblorosas, Lisa abrió el correo y leyó el contenido.
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Sus ojos se abrieron de par en par al darse cuenta de que la habían aceptado en el programa de cine, según la nueva información que había recibido la universidad. Alborozada y un poco confusa por el giro que habían tomado los acontecimientos, pensó inmediatamente en compartir la buena noticia con Miley.
Lisa corrió al hospital y encontró a Miley sentada en la cama, con un aspecto más saludable del que había tenido en meses.
"Miley, ¿adivina qué?" exclamó Lisa, incapaz de contener su emoción.
"Ni idea. ¿Qué pasa?" preguntó Miley, picada por la curiosidad.
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"¡He entrado en la universidad de cine!" dijo Lisa, con la cara radiante de felicidad.
Miley sonrió, pero Lisa pudo ver algo en sus ojos. "Es increíble, Lisa. Sabía que lo conseguirías".
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"¿Pero cómo?" preguntó Lisa, aún perpleja. "Creía que mis notas eran demasiado bajas".
Miley dudó un momento antes de hablar. "Vi la carta de rechazo en tu portátil. Así que les escribí yo. Les expliqué que tus notas habían bajado porque estabas cuidando de mí. También les envié la película que habías hecho".
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A Lisa se le llenaron los ojos de lágrimas. Abrazó a Miley con fuerza. "Muchísimas gracias. No puedo creer que hicieras eso por mí".
Miley le devolvió el abrazo, sonriendo a través de las lágrimas. "Te lo mereces, Lisa. Me has apoyado en todo momento".
Lisa se apartó y preguntó: "¿Ya sabes algo de los resultados?".
Miley negó con la cabeza. "Aún no. Sigo esperando".
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Justo entonces, el médico entró en la habitación con una carpeta en la mano. La habitación se quedó en silencio y las dos chicas lo miraron expectantes.
"Tengo dos noticias", dijo. Miley respira hondo.
"Dame primero las malas noticias".
"De acuerdo", dice el médico. "La mala noticia es que no me verás tan a menudo".
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El rostro de Miley palidece. "¿Por qué? ¿No ha funcionado el tratamiento?" Su voz tiembla de miedo.
La sonrisa del médico se ensancha. "La buena noticia es que estás en remisión".
Miley le mira con incredulidad. "¿Es broma?"
El médico niega con la cabeza. "No, nunca bromeo con estas cosas. Estás en remisión".
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Por un momento, Miley se queda helada. Luego, Lisa y ella se levantan de un salto, se abrazan con fuerza y se les saltan las lágrimas. Empiezan a saltar, incapaces de contener su alegría.
"¡Lo hemos conseguido! ¡Lo hemos conseguido!" exclama Miley, con la voz llena de felicidad.
Lisa se ríe entre lágrimas. "¡Sí, lo conseguiste, Miley!".
Se abrazan sintiendo cómo se quitan de encima el peso de los últimos meses. La habitación se llena de risas y alivio mientras celebran juntas la maravillosa noticia.
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