Pianista siempre deja una entrada gratis para una invitada especial y rompe en llanto el día que alguien finalmente la toma
Miley podría escuchar la música de Ian durante horas. Sin embargo, a medida que se enamora del joven pianista, se entera de la existencia de Nora, una mujer para la que él ha estado reservando una entrada en cada actuación. Cuando por fin reclama la entrada, Ian se ve obligado a enfrentarse a su pasado.
Ian estaba sentado solo al piano de cola, y los débiles ecos de sus notas llenaban la vacía sala de conciertos.
Sus dedos danzaban sobre las teclas con precisión, pero sus movimientos tenían una fluidez natural, como si la música fluyera directamente de su alma.
Cada nota perduraba en el aire, como un delicado hilo que tejía el silencio. Sus ojos, casi cerrados, le daban la apariencia de estar perdido en un sueño.
En la entrada, Miley permaneció en silencio, con la respiración entrecortada cada vez que Ian tocaba un acorde especialmente conmovedor.
Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney
Sentía un calor en el pecho, una admiración que hacía que su corazón latiera un poco más deprisa.
La forma en que él volcaba su corazón en la música la hipnotizaba. No se atrevió a moverse, no quería interrumpir la magia.
Un suave arrastrar de pasos rompió el silencio. Rosa, la mujer mayor de buen corazón que llevaba décadas trabajando en el teatro, se acercó a Miley con una sonrisa cómplice.
"Es bueno, ¿verdad?", susurró Rosa, con voz apenas audible, como si hablar más alto fuera a romper el hechizo.
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Miley asintió rápidamente con la cabeza, y luego se le trabaron las palabras.
"Es muy bueno... Quiero decir que toca muy bien. A eso me refería".
Rosa rió suavemente, con los ojos brillantes.
"No seas tímida, cariño. Eres joven, es el momento de tener esos sentimientos".
Las mejillas de Miley se sonrojaron.
"Lo has entendido mal. Me gusta cómo toca, eso es todo".
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"Claro, claro", se burló Rosa, ensanchando su sonrisa.
Cuando la última nota de Ian se desvaneció en el aire, exhaló profundamente y se volvió para mirar a su alrededor.
Al ver a Rosa y a Miley, esbozó una amplia sonrisa y las saludó corriendo hacia ellas.
"Gran actuación, Ian, como siempre", elogió Rosa calurosamente.
"Gracias, Rosa", respondió Ian. Luego, casi como una ocurrencia tardía, añadió: "¿Te has acordado de apartar la entrada?".
"Como siempre, Ian: un billete para Nora", dijo Rosa con un movimiento de cabeza tranquilizador.
Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney
El rostro de Ian se suavizó y una expresión de silenciosa gratitud se dibujó en sus facciones. "Gracias" dijo sinceramente antes de salir del edificio.
La curiosidad ardió en el pecho de Miley.
"¿Cómo es el asunto ese de la entrada?", preguntó a Rosa.
Rosa se inclinó más hacia ella, bajando la voz como si estuviera compartiendo un secreto. "Desde que conozco a Ian, siempre reserva una entrada antes de cada actuación. Siempre es para una tal Nora".
Miley frunció ligeramente el ceño.
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"¿Quién es ella? ¿Su madre? ¿Su hermana? ¿Novia?" Su voz temblaba de inquietud.
Rosa se encogió de hombros.
"No lo sé. Quienquiera que sea, nunca ha venido a ninguna de sus actuaciones. Pero Ian sigue dejándole una entrada, sin explicar nunca quién es".
"Eso es muy triste", murmuró Miley, con el corazón compungido por Ian.
"Sí, lo es", convino Rosa. Luego, con una pequeña sonrisa, añadió: "Pero quizá sea lo mejor: mantiene un poco de misterio en sus actuaciones".
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Miley asintió, pero sus pensamientos se detuvieron en el nombre: Nora. ¿Quién era y por qué ocupaba un lugar tan importante en el corazón de Ian?
Miley se quedó paralizada ante la puerta del camerino de Ian, con las palmas de las manos húmedas de sudor nervioso.
Se retorció las manos, murmurando en voz baja, ensayando las palabras que se negaban a salir con fluidez.
"Dilo. Ian, ¿quieres dar un paseo? No es tan difícil", susurró, pero su voz temblaba incluso en voz baja.
Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney
Respirando entrecortadamente, enderezó los hombros y dio un paso adelante, con la mano tendida hacia la puerta.
Antes de que pudiera llamar, se abrió de golpe. Ian estaba allí, con la mano en el pomo, y sus ojos sorprendidos se encontraron con los de ella.
"Miley... Hola", dijo, con voz cálida pero desconcertada.
"Hola, Ian", respondió ella, con la garganta repentinamente seca. Tragó saliva con dificultad, mientras su mente buscaba las palabras que había ensayado.
Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney
"¿Te pasa algo?" preguntó Ian, con un gesto de preocupación en el rostro. "¿Necesitabas algo?"
"No... Quiero decir, sí. Sí, lo necesitaba". La voz de Miley era inestable, y odiaba lo insegura que sonaba.
"Escucha, Ian, llevo mucho tiempo queriendo preguntarte algo".
Ian ladeó la cabeza, curioso. "¿Preguntarme qué?"
Ella dudó y luego soltó: "¿Te gustaría...? Quiero decir, si quieres, después de tu actuación...".
"¿Que si quiero qué?", preguntó él con suavidad.
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"Ir al parque conmigo", dijo ella rápidamente, con las mejillas sonrojadas. "A dar un paseo. Conmigo".
Ian la miró fijamente un instante y ella sintió que el corazón le latía con fuerza en el pecho.
Abrió la boca y la cerró, pensativo. Finalmente, suspiró y su expresión se tornó sombría.
"Lo siento, Miley. Me gustaría mucho, pero no puedo".
Su ceño se frunció. "No lo entiendo... ¿Por qué no?"
"No sabría decirlo", dijo él en voz baja, evitando mirarla.
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"¿Es por Nora?", preguntó ella, y el nombre se le escapó antes de que pudiera evitarlo.
Ian se estremeció ligeramente, con la mandíbula tensa.
"No lo entiendes... Lo siento, la función empieza pronto. Tengo que prepararme".
Antes de que pudiera decir nada más, Ian pasó junto a ella, caminando a paso ligero por el pasillo.
Miley se quedó allí de pie, con el corazón encogido y las lágrimas a punto de derramarse mientras sus palabras resonaban en su mente.
Se sentó en el frío banco cercano al guardarropa, con la cara entre las manos. Unos sollozos silenciosos le sacudieron los hombros mientras intentaba darle sentido a todo.
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Sus lágrimas empañaban el entorno familiar, pero apenas se dio cuenta. Sólo podía pensar en Ian: su música, su sonrisa distante y su negativa.
Desde el otro lado de la habitación, Rosa se fijó en la joven y se apresuró a acercarse. Sus suaves pasos reconfortaron el silencio.
"Miley, querida, ¿qué ha pasado? preguntó Rosa con suavidad, sentándose a su lado. Su cálida mano se apoyó ligeramente en el hombro de Miley.
"Soy una tonta. Una completa tonta", soltó Miley entre sollozos. "¿Por qué creí que me merecía esto?".
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Rosa frunció el ceño, con sus amables ojos llenos de preocupación.
"¡No digas eso! Eres una joven inteligente y hermosa. Cuéntame qué ha pasado".
Miley ahogó un sollozo, y se secó la cara con la manga.
"Hablé con Ian", empezó, con la voz temblorosa. "Traté de invitarlo a salir".
"¿Y qué te dijo?" preguntó Rosa con cuidado.
"Dijo que le gustaría pero que no podía", dijo Miley, con la voz quebrada.
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"No me explicó nada. Simplemente se marchó. ¡Todo por culpa de esa Nora! ¡Pero si ni siquiera se preocupa por él! ¡Ni siquiera va a sus actuaciones! ¡Y yo sí! ¡Yo lo aprecio!"
"Oh, cariño", dijo Rosa, con voz tranquilizadora. "No te enfades. No es el fin del mundo. Encontrarás a tu verdadero amor".
Miley sacudió la cabeza, sus lágrimas se hicieron más lentas pero su determinación se endureció. "¡No!", dijo con firmeza. "Voy a luchar por él".
Antes de que Rosa pudiera responder, Miley se levantó, se secó la cara y marchó hacia el camerino de Ian.
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La determinación ardía en sus ojos cuando llegó a la puerta. Llamó suavemente. No hubo respuesta. Con cuidado, giró el pomo y entró.
La habitación estaba ordenada, casi demasiado, como si Ian hubiera intentado mantenerlo todo en perfecto orden para ocultar el caos que llevaba dentro.
Miley examinó el escritorio y su mirada se posó en un diario encuadernado en cuero. Le temblaron las manos al tomarlo.
"Esto no está bien", susurró para sí misma, pero la idea de comprender a Ian la impulsó a seguir adelante.
Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney
Abrió el diario y hojeó las páginas, buscando el nombre que había rondado sus pensamientos: Nora.
Se le cortó la respiración cuando lo encontró. Las palabras saltaron de la página:
"Me han invitado a una audición en el teatro. Quieren oírme tocar y evaluar mis habilidades. Yo no quería ir, no tenía sentido volver a ponerme en ridículo, pero Nora no pensaba lo mismo. Me convenció para que fuera. No sé qué haría sin ella...".
Los ojos de Miley se abrieron de par en par mientras leía. Pasó otra página:
Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney
"¡Me han dado el papel! No sé cómo ha ocurrido, pero quieren que actúe allí. Un agente incluso cogió mi número y prometió organizarme actuaciones. No me lo puedo creer, todo gracias a Nora".
Siguió hojeando hasta llegar a la última página. Se le paró el corazón cuando vio el recorte de periódico amarillento pegado a ella.
El titular decía: "Tras un trágico incendio, Nora Gates, de 26 años, ha fallecido...".
Las manos de Miley cayeron a sus costados mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Ahora lo comprendía.
Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney
Nora no era una figura distante e indiferente: era la difunta novia de Ian, la mujer que había creído en él cuando él no creía en sí mismo.
Miley volvió a dejar con cuidado el diario sobre el escritorio y salió de la habitación, con el corazón oprimido por el peso de su descubrimiento.
El teatro bullía de silenciosa expectación cuando las luces se atenuaron e Ian se preparó para ocupar su lugar al piano.
Su corazón se aceleró, no por el miedo escénico, sino por las palabras de Rosa momentos antes.
"Ian, por fin alguien ha cogido tu entrada", había susurrado.
Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney
"¿Qué? ¡No puede ser!", había exclamado él, con la voz aguda por la incredulidad.
Rosa sólo se había encogido de hombros, con una expresión mezcla de curiosidad y diversión, antes de alejarse.
La melodía llenó la habitación, suave pero poderosa, como olas que rompen y se retiran.
Aun así, sus ojos se desviaban hacia el asiento reservado cada pocos minutos. Al principio estaba vacío, como siempre.
Una punzada de alivio -¿o de decepción?- se apoderó de su pecho.
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Entonces, a mitad de una pieza, vio a alguien sentado allí. Era Miley.
Se le cortó la respiración y se quedó mirando, atónito.
El rostro de Miley, parcialmente oculto tras el ramo de flores que sostenía, lo miraba con miedo y determinación a la vez. A Ian le dolió el corazón como hacía años que no sentía.
Las lágrimas le nublaron la vista, pero siguió tocando, volcando cada gramo de emoción en la música. Cuando sonó la última nota, el público estalló en aplausos.
Miley esperó a que el público se calmara antes de acercarse a él. Le entregó las flores con voz temblorosa.
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"Ian, ha sido maravilloso. Gracias por la actuación".
"Tomaste la entrada", dijo él, con voz baja e insegura.
"Sí... Lo siento. Era para Nora, ¿verdad?".
Ian asintió lentamente, con una expresión ilegible. "Sí."
"Pero Nora ya no está aquí, Ian", dijo Miley con suavidad. "Sé lo que hizo por ti, y sé cuánto la querías".
"No lo entiendes", dijo él, con la voz entrecortada.
Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney
"Sí lo entiendo", respondió Miley, con los ojos brillantes. "Lo siento, pero he leído algunas páginas de su diario. Ella quería que vivieras, Ian. Que siguieras tus sueños. Que fueras feliz".
Ian bajó la mirada, sintiendo el peso de sus palabras.
"Pero se ha ido...".
Miley se acercó un poco más.
"Pero tú sigues aquí. ¿Crees que ella querría que tu vida se detuviera con la suya?".
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Durante un largo rato, Ian no dijo nada, el silencio que había entre ellos estaba cargado de un dolor tácito. Finalmente, Miley le puso las flores en las manos.
"Eres una persona maravillosa, Ian. Por favor, permítete ser feliz".
Se volvió para marcharse, pero la voz de él la detuvo. "¡Espera!"
Miley giró sobre sí misma, con los ojos muy abiertos.
"Quiero dar un paseo contigo por el parque", dijo Ian, con voz tranquila pero segura.
Una pequeña sonrisa de esperanza se dibujó en el rostro de Miley, que asintió con la cabeza.
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Este artículo está inspirado en historias de la vida cotidiana de nuestros lectores y escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o lugares reales es pura coincidencia. Todas las imágenes tienen únicamente fines ilustrativos. Comparte tu historia con nosotros; tal vez cambie la vida de alguien. Si quieres compartir tu historia, envíanosla a info@amomama.com.