Perdí mi anillo de herencia familiar antes de la cena - Pero dio lugar a la noche más memorable para mi hijo y su novia

Perder mi anillo heredado una hora antes de cenar con mi hijo y su novia era lo último que esperaba. Sin embargo, aquella noche no acabó sólo con una historia de pérdida y hallazgo. Se convirtió en la velada más inolvidable para Ethan y Sophia.

Uno pensaría que organizar una cena familiar es sencillo, ¿verdad? No cuando eres yo.

Soy Amy, madre de dos hijos -Ethan (23) y Claire (28)- y guardiana de una preciada reliquia familiar: un anillo que ha pasado de generación en generación.

Nunca imaginé que ese anillo desencadenaría tal caos, y mucho menos que crearía un momento que nunca olvidaríamos.

Ser madre de dos hijos adultos y esposa de mi maravilloso marido, Dave, ha sido la mayor alegría de mi vida.

Claire, mi hija mayor, es ferozmente independiente y ya está labrándose su propio camino en la vida. Ethan, mi hijo pequeño, es un joven encantador con un corazón bondadoso. Verle crecer ha sido agridulce. Siempre será mi hijo pequeño, aunque entre con confianza en la edad adulta.

Hace poco, Ethan soltó una pequeña bomba durante la cena.

"Mamá, papá", empezó, jugueteando con el tenedor, "hay alguien que quiero que conozcan".

Se me hinchó el corazón.

"¿Ah, sí? ¿Quién es la afortunada?", pregunté, apenas capaz de contener mi emoción.

"Se llama Sophia", respondió con una sonrisa. "Nos conocimos en la universidad. Es increíble y quiero que los conozca".

Dave se rio entre dientes, dándole una palmada en la espalda a Ethan. "Bueno, ya era hora de que trajeras a alguien a casa".

"Por supuesto, nos encantaría conocerla", dije, secándome una lágrima. "Invítala este sábado. Cenaremos en familia".

La expresión de Ethan fue algo que siempre recordaré. Se alegró mucho de oír nuestra aprobación.

"Gracias, mamá. Le van a encantar".

Desde ese momento, tenía una misión.

El sábado no podía llegar lo bastante rápido. Quería que todo fuera perfecto, no sólo para Ethan, sino también para Sophia.

Dave se burló de mí por ir a por todas.

"Estás poniendo el listón muy alto, Amy. Objetivos de futura suegra", bromeó.

Pero no me importaba. Ver feliz a Ethan merecía todos los esfuerzos.

Planeé un menú delicioso y decidí preparar ponche de frutas, el favorito de Ethan. Claire incluso aceptó venir temprano para ayudar. Iba a ser una noche especial.

Me moría de ganas de conocer a Sophia y ver cómo encajaban ella y Ethan.

Lo que no sabía era que mi entusiasmo pronto se convertiría en pánico por la desaparición de un tesoro familiar.

Llegó el sábado por la mañana y yo ya estaba en la cocina, preparando la cena, cuando entró Claire. Abrió la puerta de un tirón, como siempre, con el bolso colgado del hombro.

"¡Hola, mamá!", gritó, quitándose los zapatos junto a la puerta. "Llevas levantada desde el amanecer, ¿verdad?".

"Culpable de los cargos", dije riéndome. "Aún queda mucho por hacer, así que me alegro de que estés aquí".

Claire dejó el bolso sobre la encimera y echó un vistazo al horno. "Ya huele de maravilla. Siempre te pasas, mamá".

"Bueno", dije, sonriendo, "no todos los días tu hermano trae a alguien especial a casa para que conozca a la familia".

Claire se rio, buscando un delantal. "Cierto. Estoy deseando conocer a Sophia. Debe de ser muy especial si Ethan está tan interesado en ella".

"Lo es", dije, sonriendo suavemente. "Le gusta de verdad. Ya sabes lo exigente que ha sido siempre. Es muy dulce verle tan entusiasmado".

Claire asintió y se dirigió hacia mi dormitorio. "Tengo que ir al baño. Vuelvo enseguida y luego te ayudaré con todo".

"¡Tómate tu tiempo!", le sugerí.

Mientras Claire estaba en el baño, corté las verduras en dados y mariné el pollo. Dave entró en la cocina con una taza de café en la mano.

Se apoyó en la encimera, observándome un momento. "Mírate, haciendo de perfecta anfitriona", bromeó.

Puse los ojos en blanco. "No empieces conmigo".

Sonrió satisfecho. "Sólo digo que vas a por todas. Llevas escrito futura suegra por todas partes".

"Dave...", le advertí, pero no pude evitar reírme.

Me besó la mejilla y dio un sorbo a su café. "Te encanta. Admítelo".

Sonreí. "Claro que me encanta. Sólo quiero que todo salga bien".

Justo entonces, Claire volvió del dormitorio.

"¡Vale, vamos a hacerlo!", anunció, recogiéndose el pelo. "Dime qué hay que hacer".

"¿Podrías cortar en dados las frutas para el ponche?", pregunté, sacando un cuenco con fresas, naranjas y manzanas frescas.

"En ello", dijo, lavándose las manos antes de ponerse manos a la obra.

Mientras cortaba y troceaba, tarareaba una melodía en voz baja. No pude evitar sonreír mientras la observaba. Había algo reconfortante en tener a mi hija en la cocina conmigo, sobre todo en un día como aquel.

"Ya está, mamá", dijo Claire mientras me entregaba las frutas cortadas.

"Estupendo", dije. "Adornaré las bebidas con ellas".

"Hmm…", empezó Claire. "En realidad, mamá... He estado echando el ojo a un vestido en el centro comercial. Si me voy ahora, volveré a tiempo para ayudar antes de la cena. ¿Te parece bien?".

Le hice un gesto para que se fuera. "¡Vete! De todas formas, ya está todo listo".

"¿Estás segura?", preguntó, dirigiéndose ya a la puerta.

"Ve a buscar tu vestido, Claire. Yo terminaré aquí", le aseguré.

Ella sonrió. "¡Gracias, mamá! Eres la mejor".

Cuando se marchó, di los últimos retoques y me fui a mi dormitorio a prepararme.

Abrí el joyero y examiné mi colección. Pero cuando busqué mi anillo heredado, se me paró el corazón.

No estaba.

El pánico se apoderó de mí de inmediato. Aquel anillo no era un anillo cualquiera. Había pertenecido a mi familia durante tres generaciones.

Rebusqué en los cajones y volví a rebuscar en el joyero, con la esperanza de haberlo pasado por alto. Pero ya no estaba.

"¡Dave!", grité con voz temblorosa.

Entró corriendo, con las cejas levantadas. "¿Qué ocurre?".

"No encuentro mi anillo", balbuceé. "Ha desaparecido. Mi anillo heredado. Me lo puse anoche y ahora no está".

"Vale, cálmate", dijo. "Lo encontraremos".

"Lo he buscado por todas partes", dije pasándome las manos por el pelo. "No está".

"Busquemos por toda la casa", sugirió Dave. "Quizá lo sacaste de algún sitio y te olvidaste".

Durante la hora siguiente, pusimos la casa de cabeza. Registramos todos los rincones de la casa, pero no había ni rastro de mi anillo.

Dave me puso una mano en el hombro. "Probablemente esté en el patio trasero. Llamaré a los chicos del trabajo que tienen detectores de metales. Nos ayudarán".

Asentí, intentando mantener la compostura.

Una hora más tarde, dos hombres con detectores de metales estaban registrando nuestro patio cuando Claire volvió del centro comercial.

Entró y se quedó helada.

"¿Qué demonios ha pasado aquí?", preguntó, mirándome fijamente.

Suspiré, agotada. "He perdido el anillo de mi herencia".

"¿El anillo?". La voz de Claire vaciló y noté que su rostro palidecía.

"Sí, el anillo. ¿Por qué?", pregunté entrecerrando los ojos. "¿Sabes algo?".

Claire negó rápidamente con la cabeza. "No... no, claro que no. Sólo estoy... sorprendida".

Pero había algo en su expresión. Un destello de culpabilidad.

Cuando llegaron Ethan y Sophia, la casa parecía una zona de desastre, y yo aún esperaba encontrar el anillo antes de que alguien se diera cuenta.

Forcé una sonrisa al saludarlos. "¡Bienvenidos! Pasen".

Me encogí cuando pasaron junto a los tipos del detector de metales del patio trasero. Iba a ser una cena interesante.

Intenté concentrarme en ser una anfitriona amable, pero mis ojos seguían desviándose hacia Sophia.

Era encantadora, educada, alegre y claramente nerviosa.

También eché un vistazo a Ethan. Hacía todo lo posible por mantener una conversación distendida, pero ni siquiera él podía ignorar la tensión que flotaba en el ambiente.

"Sophia", empezó Dave, con voz cálida. "Ethan nos ha dicho que eres escritora. ¿Qué tipo de cosas escribes?".

Sophia se animó un poco. "Sobre todo relatos cortos. He estado trabajando en una novela, pero es un proceso lento".

"¿Lento?", se burló Ethan, sonriéndole. "Está siendo modesta. Ya tiene un contrato editorial".

Sophia se sonrojó. "Es sólo un pequeño contrato...".

"¡Es fantástico!", dije, intentando inyectar algo de entusiasmo a pesar de mi mente distraída.

"Sí, mamá", intervino Claire, lanzándome una mirada mordaz. "No todos los días se conoce a un autor que pronto será famoso".

Le lancé una mirada de advertencia, recordándole en silencio que no estaba de humor para bromas. Ella apartó rápidamente la mirada y bebió un sorbo de su ponche de frutas.

Todo parecía ir sobre ruedas, hasta que dejó de ir.

Acabábamos de terminar la comida y todos nos relajábamos con las bebidas, charlando sobre los días de universidad de Ethan y Sophia. Fue entonces cuando ocurrió.

"Dios mío", exclamó de repente Sophia, mirando fijamente su vaso de ponche. Su mano salió disparada, sacando algo brillante del fondo.

Era mi anillo.

"¡Esto es... esto es un anillo!", balbuceó Sophia, sosteniéndolo para que todos lo vieran. Sus ojos se desviaron hacia Ethan. "¡Ethan! ¿Me... me estás proponiendo matrimonio?".

El corazón me dio un vuelco.

"¿Qué? ¡No! Quiero decir... ¡así no!", soltó Ethan. "Yo no... no pensaba...".

Sophia parecía completamente aturdida, le temblaba la mano mientras sujetaba el anillo.

Dave tosió torpemente. "Bueno, esto es inesperado".

"¡Es el anillo de mamá!", dijo Claire. "¡Llevamos buscándolo todo el día!".

La habitación se sumió en el caos. Sophia estaba mortificada y Ethan parecía querer meterse debajo de la mesa. Claire también parecía muy sorprendida.

"¡Reunión familiar ya!", declaré, conduciendo a Dave, Ethan y Claire a la cocina, dejando a Sophia sentada a la mesa, todavía agarrada al anillo.

"Vale", dije, cruzándome de brazos. "¿Puede alguien explicarme cómo ha acabado mi anillo heredado en el ponche?".

Claire fue la primera en hablar. Respiró hondo, con el sentimiento de culpa reflejado en el rostro.

"Mamá... creo que es culpa mía".

Ethan se quedó boquiabierto. "Espera, ¿qué?".

Claire se estremeció. "Hoy me he puesto el anillo. Cuando fui al baño, lo vi sobre tu cómoda y pensé que combinaría bien con mi ropa. Iba a probármelo un momento...".

"¡Claire!", exclamé, con el corazón palpitante. "¿Por qué no me lo dijiste?".

"¡Me entró el pánico!", confesó. "Cuando volví del centro comercial y vi el desastre, me di cuenta de que debía de haberlo perdido. Pensé que tal vez se me había caído en el centro comercial. No quería decir nada y empeorar las cosas".

Dave sacudió la cabeza, dejando escapar un silbido bajo. "¿Y acabó en el ponche?".

Claire se encogió de hombros, avergonzada. "Se me debió de caer mientras cortaba la fruta. Ni siquiera me di cuenta".

Suspiré, pellizcándome el puente de la nariz. "Claire... deberías haber dicho algo".

"Ya lo sé. Lo siento, mamá". Su voz se suavizó. "Lo siento de verdad".

Respiré hondo y mi frustración desapareció. Era difícil seguir enfadada cuando sabía que no había querido causar problemas.

"No pasa nada", dije, poniéndole una mano en el hombro. "Pero... nada de tomar joyas prestadas a escondidas, ¿vale?".

Asintió. "Trato hecho".

Me volví hacia Ethan, que seguía con los ojos muy abiertos mirando el anillo que Sophia tenía en la mano.

"Mira", le dije suavemente. "Puede que esto no sea como lo habías planeado, pero está claro que Sophia te adora. ¿Por qué no lo tomas como una señal? Si la quieres de verdad, éste podría ser el momento perfecto".

Ethan parpadeó, procesando mis palabras. Lentamente, una sonrisa se dibujó en su rostro.

"¿Sabes una cosa? Tienes razón", dijo.

Reveló que ya estaba planeando pedirle matrimonio e incluso había elegido un anillo por Internet.

Nos explicó que primero quería presentárselo a su familia para ver nuestra reacción.

Todos le dijimos que nos alegraría tener a Sophia como miembro de nuestra familia.

Cuando volvimos al comedor, Sophia seguía sentada con el anillo en la mano.

Le sonreí cariñosamente. "Sólo te estábamos tomando el pelo, Sophia. Pero Ethan tiene algo que decir".

Ethan le quitó el anillo de la mano y se arrodilló.

"Sophia", dijo, con voz firme. "Siento la broma. Pero la verdad es que significas todo para mí. ¿Quieres casarte conmigo?".

La sorpresa de Sophia se transformó en alegría. "¡Sí! ¡Sí, por supuesto!".

Casi lloré al ver cómo Ethan deslizaba el anillo heredado en el dedo de Sophia.

Dave me abrazó y susurró: "Bueno, ésa es una forma de declararse".

Y no pude evitar reírme, pensando que perder mi anillo podría haber sido lo mejor que le hubiera pasado a nuestra familia.

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Esta obra está inspirada en hechos y personas reales, pero se ha ficcionalizado con fines creativos. Se han cambiado nombres, personajes y detalles para proteger la intimidad y mejorar la narración. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia y no es intención del autor.

El autor y el editor no garantizan la exactitud de los acontecimientos ni la representación de los personajes, y no se hacen responsables de ninguna interpretación errónea. Esta historia se proporciona "tal cual", y las opiniones expresadas son las de los personajes y no reflejan los puntos de vista del autor ni del editor.

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