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Un hombre jugando al ajedrez | Fuente: Midjourney
Un hombre jugando al ajedrez | Fuente: Midjourney

Un hombre llevaba 12 años sin tocar el tablero de ajedrez que le regaló su padre y, cuando por fin lo hizo, encontró una carta dentro - Historia del día

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06 feb 2025
04:45

Will había pasado años persiguiendo la victoria, apilando trofeos como prueba de su valía. Pero cuando un desconocido de su pasado apareció en su puerta -un hombre al que no había visto desde la infancia-, su mundo se tambaleó. El pasado aún no había acabado con él, ni tampoco el tablero de ajedrez que juró no volver a tocar.

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Will abrió la puerta de un empujón y entró en su apartamento con un suspiro cansado. El aire estaba viciado, con olor a café viejo y a ropa acumulada. Estaba desordenado, no sucio, sólo... habitado.

La mesita estaba llena de papeles, libros y correo sin abrir. Había una chaqueta tirada sobre una silla. Los platos estaban en el fregadero, esperando un día que nunca llegaría.

En una mano sostenía un trofeo dorado, aún frío del aire acondicionado de la sala de torneos. Otra victoria. Otro título. Y, sin embargo, sentía el pecho tan vacío como siempre.

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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"Bienvenido a mi desastre", murmuró, mirando a Miley cuando entró detrás de él.

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Miley se rio y cerró la puerta de una patada. "Las he visto peores".

Entró, observando el espacio, medio curiosa, medio divertida.

Will colocó el trofeo en una estantería ya abarrotada, entre docenas de otros trofeos que brillaban bajo la tenue luz del apartamento. Una prueba brillante de su supuesto éxito.

Luego se desplomó en el sofá, frotándose la cara. Le dolía el cuerpo por el largo vuelo, los interminables partidos, las entrevistas, las cámaras, las expectativas.

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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Ganar requería energía. Fingir que te importaba requería aún más.

Mientras tanto, Miley pasaba un dedo por encima de los trofeos, recorriendo con la mirada los certificados enmarcados, las medallas pulcramente apiladas, las cintas clavadas en las paredes.

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"¿Sabes?", reflexionó, "algunas personas sueñan toda su vida con ganar sólo uno de éstos". Se volvió y le dedicó una sonrisa burlona. "Tú tienes, ¿cuántos? ¿cincuenta?".

Will se burló, inclinando la cabeza contra el sofá. "Más bien setenta".

Ella se rio, pero luego su sonrisa se desvaneció, sustituida por algo más parecido a la curiosidad. "Y aun así... no parece importarte".

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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"No me importa".

Miley se cruzó de brazos y apoyó el peso en un pie. Su mirada no vaciló. "Entonces, ¿por qué sigues haciéndolo?".

Will exhaló, mirando al techo. Las grietas en la pintura parecían más interesantes que la respuesta. Pero el silencio se prolongó demasiado, y Miley estaba esperando.

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"Es lo único que sé hacer", admitió por fin. "Llevo jugando desde que era un niño. Tengo que demostrar que no fue una pérdida de tiempo".

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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Miley ladeó la cabeza, observándolo atentamente. "¿Demostrarle a quién? Porque está claro que no es para ti".

Will sintió que se le oprimía el pecho. Las palabras eran demasiado cercanas, demasiado directas. Abrió la boca y volvió a cerrarla.

Se obligó a respirar.

Finalmente murmuró: "Alguien a quien nunca le importó".

Miley no insistió. Quizá sintió el peso de aquellas palabras. En lugar de eso, dirigió su atención a la estantería que había junto a los trofeos.

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Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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Sus ojos recorrieron su colección de tableros de ajedrez, algunos hechos a mano, otros antiguos, otros regalos de patrocinadores, todos meticulosamente ordenados.

Entonces, en el extremo de la estantería, vio algo diferente.

Un tablero de ajedrez de madera, liso y polvoriento.

Tenía los bordes desgastados, la madera oscurecida por el tiempo. No tenía tallas complejas. Ni artesanía cara. Sólo un simple tablero olvidado, pasado por alto.

Miley lo tomó y le quitó una capa de polvo.

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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"¿Qué es esto?".

Todo el cuerpo de Will se puso rígido.

En un instante, se levantó y se la arrebató de las manos.

"No toques eso", espetó, con la voz más aguda de lo que pretendía.

Miley parpadeó, sobresaltada. "¿Por qué? Es que...".

"No quiero hablar de eso".

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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Volvió a dejarlo en la estantería, bruscamente, como si tocarlo quemara.

Miley lo observó. Cómo apretaba las manos a los lados. La forma en que tenía la mandíbula tensa, los ojos distantes.

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Había algo diferente en aquel tablero. Importante.

No presionó.

En lugar de eso, asintió lentamente. "De acuerdo".

Pero algo en sus ojos le decía que no iba a olvidarlo.

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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A la mañana siguiente, Will salió a la calle y se apretó más la chaqueta contra el agudo mordisco del aire de principios de otoño. La ciudad olía a acera húmeda, café quemado y la crujiente promesa de días más fríos.

Miley le siguió, estirando los brazos. "Así que", musitó, con un tono juguetón en la voz, "¿dónde celebramos tu victoria? ¿En un restaurante francés? ¿Un restaurante con cafetería?".

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Will sonrió satisfecho. "Primero pasemos la entrevista y luego...".

Sus palabras murieron en su garganta.

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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A medio camino de la escalera de su apartamento, se quedó helado.

Allí, sentado encorvado sobre el frío cemento, había un anciano.

Llevaba la ropa hecha jirones, con capas de tela deshilachada que hacían poco contra el frío de la mañana. Tenía el pelo gris, despeinado, con las puntas ligeramente rizadas, y las manos curtidas y temblorosas, apoyadas en el regazo.

Sus botas -si es que podían llamarse así- parecían sostenidas por pura fuerza de voluntad.

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Miley echó un vistazo a la cara de Will y se detuvo en seco.

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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"¿Will...?", preguntó en voz baja. "¿Lo conoces?".

El hombre se agitó, como si despertara de algún pensamiento lejano. Lentamente, levantó la cabeza.

Los ojos que se encontraron con los de Will eran huecos, cansados, pero familiares.

"Will", dijo el hombre, con voz apenas más que un susurro. "Soy yo".

Will sintió que el corazón le golpeaba las costillas. Demasiado rápido. Demasiado fuerte.

Sus manos se cerraron en puños. Se le oprimió el pecho.

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Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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"No", murmuró. "No estás aquí. No eres real".

El anciano tragó saliva y su nuez de Adán se balanceó contra su piel fina y arrugada.

"Soy real", dijo, esta vez con más firmeza. "Me llamo Neville. Soy tu padre".

Se hizo el silencio.

Miley se volvió hacia Will, parpadeando de asombro. "Espera. ¿Tu padre?".

Se volvió hacia Neville, ahora con voz más suave. "Encantada de conocerte. Quizá podamos ayudar...".

"No".

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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La voz de Will era aguda. Fría.

Se le trabó la mandíbula. El pulso le rugía en los oídos. El mundo se había desdibujado, reduciéndose a aquel momento insoportable.

Neville. Su padre. Un hombre que había enterrado en su mente hacía años.

Will obligó a sus pies a moverse, pasando junto al hombre sin decir palabra.

"Will". La voz de Miley era suave, confusa.

Siguió caminando. "Vámonos".

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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Miley vaciló, mirando entre Will y Neville. El anciano no se había movido. Se limitó a mirar cómo se alejaba su hijo, como si se lo hubiera esperado.

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Como si supiera que ése era el único resultado.

Miley suspiró por fin y trotó para ponerse a su altura.

Entraron en el automóvil. El silencio oprimía como un peso.

Miley se movió en el asiento y miró la postura rígida de Will, cuyas manos agarraban el volante con tanta fuerza que se le pusieron blancos los nudillos.

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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Por fin habló. "Will... ¿qué acaba de pasar?".

Will se quedó mirando al frente, con la voz ronca. "Está muerto. Por lo que a mí respecta, lleva muerto diez años".

Ella parpadeó. "¿Lo viste hace diez años?".

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"No. Doce. El día de mi cumpleaños".

Miley lo observó atentamente. "¿Y?".

Los dedos de Will golpearon el volante. Tenía la mandíbula apretada. No quería hablar de aquello.

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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"Me dio un tablero de ajedrez", murmuró por fin. "Luego se fue".

A Miley se le cortó la respiración. Se giró un poco en el asiento y lo miró de verdad. Sus hombros estaban tensos, fijos en su sitio. La forma en que tenía la boca en una línea dura, como si decir las palabras en voz alta las empeorara.

"¿Alguna vez te dijo por qué?", le preguntó en voz baja.

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"No". Su voz era cortante. Definitiva. "Y no me importa".

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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Miley exhaló, sacudiendo la cabeza. "¿No quieres al menos escucharlo?".

"No."

Silencio.

"¡Para el automóvil!".

Will se detuvo. Entonces, Miley agarró el pomo de la puerta.

Will giró la cabeza hacia ella. Se le apretó el pecho.

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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"¿Qué haces?".

"Me voy".

Su tono era tranquilo pero firme.

Will apretó con fuerza el volante. Así no era como debía ser.

Buscó en su rostro frustración, decepción. Y algo más.

Miley abrió la puerta y salió a la acera. No la cerró de golpe. No gritó. Simplemente se fue.

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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Will la vio alejarse.

Y la dejó.

Las brillantes luces del estudio parecían taladrar el cráneo de Will. Se sentó rígido, con los dedos entrelazados, obligándose a mantener la compostura mientras las cámaras enfocaban su rostro.

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"Así que, Will", sonrió el entrevistador, disfrutando claramente del momento más que Will, "otra brillante victoria. ¿Cuál es tu secreto?".

Will mantuvo la voz baja. "La preparación. Y suerte".

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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El entrevistador se rio, sacudiendo la cabeza. "Y talento. Vamos, seamos sinceros. Eres un gran jugador. ¿Cuál es tu secreto?".

Will no dijo nada. Su mente ya se estaba desviando de la conversación.

El entrevistador se inclinó hacia delante, cambiando el tono, como si estuviera a punto de preguntar algo profundo y personal.

"Dime, ¿hubo alguien que te inspirara para jugar?".

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A Will se le cortó la respiración.

Por primera vez dudó.

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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Le asaltó un recuerdo: su padre, inclinado sobre el tablero de ajedrez, guiando sus pequeñas manos, sonriendo cuando hacía el movimiento correcto.

La opresión de su pecho se hizo insoportable.

"Yo...". Se le cerró la garganta. No podía respirar, no podía pensar. "Tengo que irme".

Will se levantó bruscamente, arrancándose el micrófono.

El equipo le siguió. Sonó la voz del entrevistador.

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Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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Pero Will no se detuvo.

Necesitaba volver a casa. Ahora mismo.

La puerta se cerró tras él, pero apenas la oyó. Sentía una opresión en el pecho, como si un puño le hubiera rodeado los pulmones. Sus pies se movieron solos, dejando atrás el sofá, los trofeos, todo lo que una vez le había parecido importante.

El tablero de ajedrez de madera polvorienta.

Sus dedos vacilaron al posarse sobre él. Luego, por primera vez en doce años, se permitió tocarlo. La áspera madera estaba fría bajo sus dedos, el polvo le manchaba la piel.

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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Tragó saliva. Luego, con un movimiento lento y deliberado, levantó la tapa.

Dentro, entre las piezas de madera, había una carta.

Le temblaron las manos al desplegar el papel amarillento. La tinta se había descolorido ligeramente, pero las palabras golpeaban como un puñetazo en las tripas.

Hijo mío, feliz cumpleaños. Este tablero de ajedrez perteneció a tu abuelo. Ahora te pertenece a ti. No te veré mañana. He hecho algo terrible.

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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He provocado un accidente. Debo pagar por lo que hice. Me voy a entregar. Nunca fui el padre que merecías. Pero siempre te he querido. Y siempre te querré. Ojalá pudiera jugar sólo un partido más contigo.

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A Will se le nubló la vista. Su respiración era irregular, agitada. Su padre no se había ido: había estado pagando por sus errores.

Una lágrima resbaló por su mejilla. ¿Cómo no se había dado cuenta?

Entonces, una voz. Suave. Cuidadosa.

"Will".

Se volvió, con el corazón latiéndole con fuerza.

Solo con fines ilustrativos | Fuente: Midjourney

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Miley estaba en la puerta, con un rostro lleno de comprensión y algo aún más profundo: esperanza. Y a su lado...

Neville.

Su padre.

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Más viejo, más débil que el hombre de sus recuerdos, pero real.

La voz de Neville se quebró. "Lo siento, hijo".

Will lo miró fijamente. Este hombre. Este desconocido. Su padre.

No habló. En lugar de eso, se volvió hacia el tablero de ajedrez.

Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

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Con manos lentas y firmes, colocó las piezas.

Luego levantó la vista.

"¿Jugamos?".

A Neville se le cortó la respiración. Una lágrima se deslizó por su mejilla. Asintió con la cabeza.

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Se estrecharon las manos.

Y por primera vez en doce años, Will iba a jugar con placer con la persona que le enseñó a amar este juego.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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