Familia va a la playa y el bebé juega en la arena. De pronto, mamá ve sus piernas extrañas y corre al hospital
Hay peligros en los viajes a la playa que preocupan a los padres, quienes quiere mantener a sus hijos seguros. Pero a veces las cosas se salen de las manos, en este caso, de los pies.
Se va de veraneo y usted llena sus bolsos con protector solar, lleva flotadores y chalecos salvavidas, comida y mucha agua potable para mantener a su familia protegida, satisfecha e hidratada.
Sin duda, la planificación ayuda mucho, pero ¿qué sucede cuando un paseo se ve repentinamente destrozado por los gritos espeluznantes de su hijo y la razón está más allá de cualquier expectativa?
Situaciones inesperadas como la que le ocurrió a esta familia danesa y reseñó Liftable, deben advertir a los demás para no convertirse en los siguientes.
Puede haber un peligro escondido debajo de la arena para el cual nadie está preparado. Algo tan impactante que ahora los Wichmann tienen la misión de contar.
Después de escuchar acerca de un hombre que experimentó el mismo trauma que su hijo atravesó en 2013, Katja Kafling Wichmann, de Dinamarca, compartió una foto de los pies de su hijo en Facebook que rápidamente se volvió viral. Ella sabía que los demás debían ser advertidos.
Todo comenzó como cualquier otro viaje a la playa. Su hijo Jakob tenía tres años en ese momento, y ella lo veía jugar alegremente en la arena. Pero momentos después lo estaba llevando a la sala de emergencias. Los pies de su niño estaban tan quemados que la piel se le caía.
Escondidas debajo de la superficie de la arena ardían brasas. Lo más probable es que hayan quedado encendidas de alguna fogata que alguien hizo la noche anterior, y enterradas retuvieron su calor.
Los visitantes de la playa a menudo usan arena para cubrir los restos de sus hogueras y suponen que es suficiente para enfriarlos o apagarlos.
Pero según la Dra. Marianne Cinat, del Centro Regional de Quemaduras, ocurre lo contrario:
"La arena bloquea el calor, haciendo que los carbones ardiendo se pongan aún más calientes", explicó.
En el caso de la familia Wichmann, las lesiones del pequeño Jakob fueron tan severas que casi perdió los dedos. Los médicos usaron la piel de los muslos del niño para injertar y reparar sus pies.
Después de casi un año de visitas al hospital, terribles dolores físicos y rehabilitación, su hijo de siete años es un niño feliz y vigoroso. Pero, sus pies quedaron permanentemente marcados.
La familia asume que la persona que dejó las brasas prendidas probablemente no lo hizo con malicia, sino que desconocía el peligro que dejaba oculto. Por eso ellos consideran importante compartir la historia de Jakob para advertir a los demás.
La próxima vez que estés en la playa y veas a alguien enterrar los restos de su fuego con arena, por favor diles que usen agua. Con educación y conciencia, todos podemos ayudar a mantener seguros a nuestros parientes y también a las otras personas.